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lunes, 19 de agosto de 2024

“El Rey Lear”, William Shakespeare

 “El Rey Lear”, William Shakespeare. Clásicos Universales Planeta. Editorial Planeta, 1980. Introducción, traducción y notas de José María Valverde, catedrático de la Universidad de Barcelona.

Tragedia en cinco actos publicada en 1623, cuya trama es desarrollada en torno a Lear, soberano de un reino inglés que decide dividir éste entre sus tres hijas, y retirarse con una corte de unos cien fieles. La clave para el reparto es la locuacidad en la expresión del amor filial. Finalmente, el rey reparte sus dominios entre sus dos hijas mayores y deshereda a Cordelia, la menor, cuya declaración ha sido parca. Un sistema escogido por el padre y rey, sin duda, descabellado, pero estamos ante una ficción. Este arbitrario reparto de bienes dará lugar a los acontecimientos posteriores desplegados en la obra.

Hay un nutrido elenco de personajes, entre los que yo destacaría al juglar, allí nombrado “Loco”, cuyas reflexiones y consejos son juiciosas sentencias. Y también los personajes de Kent y Gloucester, encarnaciones respectivas del vasallo fiel. Éstos en cuanto a personajes representativos de valores positivos, y por los que representan o encarnan lo peorcito de nuestra humana naturaleza, tenemos a las dos hijas mayores, y al bastardo Gloucester.

De las situaciones allí descritas, algunas son eternas, es decir, de siempre, tales como la traición o el desconsuelo y la amargura del padre que, tras el desprendido reparto de la totalidad del patrimonio familiar entre sus hijos, éstos, convertidos ya en amos, se olvidan del respeto, consideración y amor debido al padre o madre, e incluso, finalmente, lo apartan de su presencia. Actitudes humanas universales , que se dan en cualquier tiempo y lugar.

La expresión de estos sentimientos junto a la caracterización de los personajes es el mayor valor de esta obra del insigne dramaturgo inglés

martes, 18 de octubre de 2011

Cleopatra, por E. Ludwig (III) (El noble Bruto, un innoble traidor)

Resultado de imagen de imagen de Marco Antonio(Marlon Brando) al pie del cuerpo de Julio CésarHace ya unos cuantos años  vi, en televisión, la película "Julio César",  del cineasta Mankiewicz, basada en la obra de Shakespeare, en la que un brillante Marlon Brando encarnaba a Marco Antonio, cuya imagen  al pie de las escalinatas del senado romano, junto al cuerpo de César, mientras dirigía al pueblo romano un  largo discurso,  quedó impresa en mi memoria.  Posteriormente he sabido que dicho discurso, sacado  de la obra de Shakespeare, es todo un símbolo, paradigma, de   la manipulación  de la opinión pública en persecución de un determinado fin. En la tragedia de Shakespeare, el discurso del personaje Marco Antonio busca predisponer a la opinión pública romana contra los asesinos de César.  Y lo logró.

Mucho después, a finales de los 90, cuando leí el clásico de Shakespeare, “Julio César”,  el personaje de Bruto me conquistó. Consideré que  no era el odio a César, ni tampoco particulares ambiciones políticas,  sino  su amor a la  república, al sistema político republicano,   lo que le había obligado, más bien arrastrado,  a participar  en la emboscada  que culminaría en el cruel asesinato colectivo de Julio César, todavía dictador, pero ya inminente “emperador”. A quien veía como una  amenaza  para la República Romana.  (**) Todo ello unido a la honestidad moral del personaje, descrito con un profundo sentido del deber(obligación)   de defender sus ideales . (*) Tras la lectura del clásico de Shakespeare,  atribuí al sibilino Casio, como pérfido cerebro instigador de la conjura, toda la responsabilidad del magnicio.

Después de esta segunda lectura de la biografía de Cleopatra de Ludwig, algunas de mis impresiones anteriores sobre estos históricos personajes  han sufrido sustancial cambio. De Antonio hablaré  en próximos comentarios.(***)  

Ésta entrada  la destinaré  a los tres  jefes de la conjura, y  de los motivos reales que los impulsaron, que según Ludwig, fueron la envidia y las ansias de venganza personal, si bien estas últimas enmascaradas  de  pretensiones idealistas.  Digno de resaltar es el justo final que, a mi modesto entender,  tuvieron los conjurados , pues finalmente no sólo  fueron desenmascarados, sino que también obtuvieron el público repudio por el asesinato  de César, fueron hostigados ,   vencidos en batalla y , como digno colofón final, la autodestrucción, pues tanto Casio como Bruto terminaron suicidándose. ¡Justo itinerario para todos los como éstos!


A continuación transcribo algunos párrafos del Capítulo Segundo, XI, acerca de la conjura y los conjurados:


“(…) parece que al final había cerca de ochenta senadores conjurados(…)República y la libertad (…)Seguramente entre ellos había algunos que lo hacían por amor a la libertad, pero no los tres jefes.(…), los tres favorecidos con beneficios por César, pero los tres impregnados de envidia; lo hicieron sin dar otro motivo que la venganza idealista, ocultando las ansias de venganza personal. .. (pág. 120) 
Décimo Bruto,  (…), pudo ser el primero en obrar, excitado por el temor de ser superado  (…) César se acercaba a la corona, (...) y cerraba el paso a su ascenso, ...Casio, por su parte, envidioso y desgraciado por naturaleza, perdonado generosamente como antiguo pompeyano, no podía olvidar este acto generoso(…)Marco Bruto(…)era uno de esos hombres de honor, sombríos, que están torturando continuamente sus sentimientos, demasiados humanos, con reconvenciones éticas, a la vez que los hermosean, protegiendo toda mala acción con un buen objetivo que la justifica. Si en las provincias prestó dinero a intereses usurarios, lo hizo por la salud de la República (…) En realidad,  Bruto tenía en César al hombre que quería ser su padre. (… )pero todos estos sentimientos se ahogaban en el corazón de Bruto cuando pensaba que, al matarle, acababa con el seductor de su madre, que había sacado a su padre, Marco Bruto, de la serie de sus gloriosos antepasados(…)Fue uno de los veinte cobardes asesinos que hirieron por la espalda a un hombre que había guiado victoriosamente cientos de batallas. Con eso se hizo despreciable: no hay una medida tomadas por César en contra de la libertad que pueda justificar o disculpar el miserable acto de Bruto.”(págs. 121-123)


Y también  transcribo, seguidamente, algunas de las frases del Capítulo Segundo, XII, con la descripción del asesinato de César por los conjurados. Lo hago  porque entiendo que la lectura de los hechos nos describe también a los asesinos:


(…) Címber se acerca (…)a pedirle perdón para su hermano deportado, y cuando César manifiesta deseos de postergar ese asunto(…)se le acercan varios conjurados para apoyar aquella petición; algunos le besan con respeto el cuello y el pecho para comprobar si lleva coraza(…) Tulio le tira de la toga en tal forma que ésta cae de sus hombros y deja descubierto su pecho bajo fina túnica. Aquél era el signo convenido.(…)salta hacia él Casca(…) y pasa su espada por la garganta bajándola en seguida y hundiéndola en el pecho(…) otro le hundió el puñal por el lado que había quedado al descubierto(…)Casio le hirió en la cara y Bruto en la ingle’Contra los otros- así escribe Plutarco - , César se había defendido (…)pero cuando vio a Bruto con el puñal en la mano, tendió la toga sobre la cabeza y se entregó a la furia de sus asesinos’. Cayó con veintitrés heridas (…) César quedó completamente solo, tendido en la sala (…) (Págs. 126-127). 


En resumen, considero que bien merecido es  que el nombre del patricio romano, Bruto,  haya quedado como sinónimo de cerril, rudo, negado, bestia, animal, etc.;  y “brutal”, derivado de bruto,   de  inhumano, cruel, monstruoso, sanguinario, impío….


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(*) Actualmente me inclino más por la versión de Ludwig acerca de  Bruto y los como Bruto, es decir, la élite romana, conformada por individuos que constituían un mundillo repleto de distinciones y privilegios de clase, ajeno y bien distinto al del resto, los otros, los comunes habitantes de Roma. Situación de privilegio que temían perder; y que en ellos  poco o nada había de ideales y de aspiraciones nobles.

(**) En la obra de Shakespeare, es puesto en boca de Bruto el curioso grito de "Libertad e independencia." Al parecer, es costumbre universal y eterna de las élites parapetarse tras ideas e ideales nobles y en apariencia patrióticos, cuando, en realidad, persiguen sólo mantener y defender sus privilegios de clase, así como la concentración de bienes y riquezas.

(***) Al 28.5.2020 todavía tengo pendiente el comentario sobre la figura de Antonio  .¡Vaya!
 
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22 de abril de 2017: Como en tantas otras ocasiones, sucesos de la actualidad traen a mi memoria pasajes de mis lecturas pasadas. Así me pasó ayer cuando entre las noticias del día era destacada la firma conjunta de todos los miembros del Gobierno catalán(más de 140 altos cargos) asumiendo la responsabilidad de la celebración de la consulta. 
Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont junto al vicepresidente, Oriol Junqueras tras firmar el manifiesto. (EFE)


Recordé el requisito establecido por el ladino Casio, cerebro de la conjura, de que todos y cada uno de los veintitrés conjurados debería herir a Julio César. De este modo todos compartían , eran co-responsables, de su asesinato. Veintitrés puñaladas, veintitrés conjurados. Ninguno pudo luego exculparse. ¡Qué listo Casio!


25 de septiembre de 2017: En nuestra particular tragicomedia catalana,¿quiénes serán nuestros particulares Brutos y  Casios ? ¿Quién nuestro  Marco Antonio y su  oratoria manipuladora? ¿Quiénes el resto de conjurados? Pero, principalmente, ¿ quién el astuto Octavio, el verdadero y único ganador tras el crimen de Julio César?


24 de mayo de 2018:En la actualidad añado la pregunta¿ quién es el que financia?

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