“El Rey Lear”, William Shakespeare. Clásicos Universales Planeta. Editorial Planeta, 1980. Introducción, traducción y notas de José María Valverde, catedrático de la Universidad de Barcelona.
Tragedia en cinco actos publicada en 1623, cuya trama es desarrollada en torno a Lear, soberano de un reino inglés que decide dividir éste entre sus tres hijas, y retirarse con una corte de unos cien fieles. La clave para el reparto es la locuacidad en la expresión del amor filial. Finalmente, el rey reparte sus dominios entre sus dos hijas mayores y deshereda a Cordelia, la menor, cuya declaración ha sido parca. Un sistema escogido por el padre y rey, sin duda, descabellado, pero estamos ante una ficción. Este arbitrario reparto de bienes dará lugar a los acontecimientos posteriores desplegados en la obra.Hay un nutrido elenco de
personajes, entre los que yo destacaría al juglar, allí nombrado “Loco”, cuyas
reflexiones y consejos son juiciosas sentencias. Y también los personajes de
Kent y Gloucester, encarnaciones respectivas del vasallo fiel. Éstos en cuanto
a personajes representativos de valores positivos, y por los que representan o
encarnan lo peorcito de nuestra humana naturaleza, tenemos a las dos hijas
mayores, y al bastardo Gloucester.
De las situaciones allí
descritas, algunas son eternas, es decir, de siempre, tales como la traición o
el desconsuelo y la amargura del padre que, tras el desprendido reparto de la
totalidad del patrimonio familiar entre sus hijos, éstos, convertidos ya en
amos, se olvidan del respeto, consideración y amor debido al padre o madre, e
incluso, finalmente, lo apartan de su presencia. Actitudes humanas universales
, que se dan en cualquier tiempo y lugar.