miércoles, 7 de septiembre de 2011

Benito Cereno, por Herman Melville

El pasado jueves terminé de leer, por segunda vez, “Benito Cereno".Tras esta nueva lectura reflexiono que quizás la pretensión real de Melville no fuera escribir un simple relato de aventuras marinas, sino aprovechar la singularidad de este inverosímil pero verídico hecho para expresar sus reflexiones personales y morales sobre la conducta humana. Lo cual hizo a través de tres de sus principales personajes, a quienes concibió como símbolos de comportamientos comunes a todos los seres humanos, a cualquiera de sus ejemplares, sin distinción de raza, nacionalidad, lengua, cultura, o clase social. Conductas que, en ocasiones, son encomiables; mientras en otras, testimonios crueles de la vil condición de la naturaleza humana. Porque hacer el bien, lo bueno, o hacer el mal, lo malo, es el distintivo único, la marca que nos diferenciará ante el supremo juicio de Dios que a cada uno pagará según merezca.


“Benito Cereno” como ya he dicho está basada en un hecho real, “de tal suceso- explicita Juan Benet en su prólogo a la edición de Salvat Editores y Alianza Editorial, 1970, Colección Libros RTV, Biblioteca Básica Salvat, libro número 61, traducción de Nicanor Ancochea - tuvo conocimiento Melville gracias a la lectura del libro de Amasa Delano Narrative of voyages and travels in the Northern and Southerm Hemispheres, publicado en Nueva York en 1817”. Tres personajes destacan sobre el resto; alrededor de los cuales se desarrolla toda la trama argumental. Cada uno incorpora un paradigma: el individuo altruista, la víctima inocente y el cruel perverso, representados respectivamente por los capitanes de barcos, Amasa Delano, estadounidense como Melville , Benito Cereno, un hispano de Chile, cuando este país formaba parte del Imperio Español, y Babo, un esclavo negro.

En los próximos días iré comentando aquellas  cosas y detalles que más llamaron mi atención en esta segunda lectura.