viernes, 26 de febrero de 2021

La estirpe del dragón, Pearl S. Buck.


 La estirpe del dragón, Pearl S. Buck. Círculo de Lectores. Título del original inglés, “ Dragon’s seed “. Traducción, Juan G. de Luaces. Cubierta, Izquierdo.

Libro relativamente grueso, unas trescientas cuarenta páginas. Es la historia de una familia campesina china cuya existencia  se ve repentinamente trastocada por el avance del ejército nipón que ha invadido China.(*) Ello dará un giro radical a la vida de todos sus miembros, y marcará en todos un antes y un después, diametralmente opuestos.  

Como las otras novelas que he leído de esta misma autora, la norteamericana Pearl S. Buck, Premio Nobel de Literatura de 1938, está ambientada en la China, en este caso, en el Sur Este. A través de los personajes e historias relatados el lector toma conocimiento de las tradiciones, cultura e idiosincrasia de aquellas gentes, físicamente tan lejanas pero iguales o muy parecidas a uno en cuanto sentimientos: aman  ,  tienen miedo, odian, envidian…y también sufren y padecen.

Me he identificado con Ling Tan y Ling Sao, el matrimonio mayor de la familia protagonista de esta historia. Una historia triste. Personas que como vulgarmente se dice- sin comérsela ni bebérsela, repentinamente, ven su mundo destruido, los componentes del grupo familiar, otros familiares y amigos han muerto o marchado a otros lugares de China , y el hambre, la desolación, el miedo y el odio campean a sus anchas, en ellos y en su inmediato entorno. Gentes sencillas, labradores que vivían del rendimiento de sus tierras, propiedad familiar de antiguo, amantes de la tradición y de los suyos. Todo cambió. Se esfumó.

Estuve a punto de no seguir leyéndola. Finalmente la acabé.

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(*) Invasión nipona a China: La aldea en la que vivían los protagonista de la novela, Buck la situó cerca de Nankín, importante ciudad China que en varias ocasiones fue la  capital del legendario país asiático. Y, además, célebre por la masacre llevada a cabo por los japoneses en 1937. Suceso recogido en la novela.

 

sábado, 13 de febrero de 2021

“Los escritores”, Michel de Saint Pierre.

“Los escritores”, Michel de Saint Pierre.(1) Luis de Caralt, 1966. Título de la obra original “Les écrivains”, 1957. Versión española de Basilio Losada. Dedicado a Ivonne Chauffin y Madeleine de Cala.

Novela sobre  los que escriben,   tema para mí controvertido, visto desde Cataluña, este rincón de España, en  donde antes el libro y la industria editorial fueron punteras, pero en la actualidad y desde hace ya unos cuantos años,   la concentración en grandes grupos editoriales y de comunicación, agravado por el excluyente nacionalismo cerril,  los han convertido  en sólo un “negocio”. Y, en razón de ello, los autores promocionados y finalmente conocidos  no son,  pienso,  por regla general, y salvo excepciones, los que mejor escriben según dictado de su propia conciencia o razón (inspiración, musa),  sino siguiendo las indicaciones y mandatos del  editor de turno; y éste, a su vez, de los resultados de  sondeos y estudios de opinión previamente encargados, o según se pretenda crear un estado determinado de opinión en materia política, económica, social o religiosa. Y así, tenemos proliferación de obras, en los distintos géneros literarios,  en las que predominan las temáticas de sexo, crimen, guerra, violencia, etc. , con tramas artificiosas y personajes maléficos o con conductas antes consideradas  fuera de lo convencional y natural, que de este modo pasan a ser corrientes y aceptadas por el común del grupo  social.

 Lo dicho antes es en relación a los que escriben literatura  (novelas, guiones, etc.). Pero si lo extendemos al periodismo, entonces es menester usar  términos  como tergiversación, manipulación, silencios cómplices, ocultación, medio verdades, y hasta mentiras, o sea, las falsedades de siempre,  ahora  bautizadas como fake news .  Conceptos todos, desafortunadamente, que imperan en buena medida en el periodismo actual español, incluida Cataluña.

Todo lo antes expuesto es mi particular opinión , la de alguien a quien le gusta leer, pero leer no lo que se le eche siguiendo la moda al uso, sino lecturas edificantes, constructivas,  sobre experiencias,  hechos y personajes reales, históricos, o de pura ficción. Historias verosímiles  que te aporten conocimiento, luces y reflexiones, sin chabacanerías, sangre, violencia  ni sexo grosero. Ingredientes estos últimos, al parecer, imprescindibles para vender. Porque vender es lo que importa. Motivo de que mis lecturas sean de obras, en su mayoría, de reconocidos autores de otros tiempos. Tiempos en los que primaban otros valores e intereses. Y, en consecuencia,  los mercadillos de ocasión sean  mi principal fuente de abastos, donde es probable hallar  libros eternos y también baratos.

Bueno, después de esta larga introducción hablaré un poco del libro en cuestión. Es decir, de “Los escritores”, título al que es obligado añadir  la palabra franceses, pues  en torno a éstos gira la trama novelesca. Publicado hacia finales de los 50, y ambientada en el París de esa misma época, con escenarios propios de las clases sociales altas.

El personaje principal es Alejandro Damville, un sexagenario escritor ya consagrado. Un adusto señor, muy envarado él, convencido de su superioridad intelectual, intransigente  y misógino. Sus actitudes y sus opiniones le hacen si no odioso sí repelente. Bueno, aclaro, a mí se me hizo “repelente”.

Como contrapunto al viejo prócer está Damville hijo, George, joven escritor de tan sólo veinticinco años, el cual,no obstante,  tiene ya publicadas algunas novelas de  éxito en ventas. Las relaciones entre padre e hijo son traumáticas. El joven  huye de ser comparado con su padre. Ambos escritores son versiones enfrentadas del arte de escribir y ambos se proclaman ateos. En el caso de Damville padre, agarrado siempre al pasado, trabajador incansable y metódico, encerrado en su mundo. Escribe como fruto de un ejercicio constante. George, sin embargo, mira al futuro y ama al mundo en su pluralidad, a la que está plenamente abierto. Es un creador activo. Le falta la disciplina que a su padre le sobra. Llamó mi atención que trabajara en una nueva novela, titulada “Laboratorio”, la cual, según diálogo con su editor, estaba protagonizada por un científico que estaba obstinado en crear vida. Vida que finalmente concibe, pues crea un “virus”. ¡Vaya! (2)

Acompañando a los Damville aparecen en la novela otros personajes destacados como Beatrice, la joven secretaria, el editor Manvieux, el panfletista Marín , el escritor Stéphane  Duc-Ledoux, un homosexual, y   Eve Chambleau y la actriz Marguerite Villière,  utilizados por el autor para mostrar a través de sus diálogos los caracteres e historias de cada uno de ellos, así como de otras cuestiones abordadas en la novela en relación  del mundo literario francés como, a título de ejemplos,  la obligación moral del escritor de ser guía o maestro, especialmente de la juventud, a través de los mensajes de sus obras (pág. 63). Y las distintas categorías de escritores existentes. (3)

Novela que pese a su temática no me ha suscitado mucho interés, en parte porque la trama está en demasía circunscrita a Francia, y al mundillo literario de los años de mediados del siglo XX franceses, pero, básicamente,   porque los protagonistas, el binomio padre-hijo Damville y sus conflictos me han sido distantes, lejanos. He sido incapaz de identificarme con ellos ni con sus problemas.

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 (1)Miche de Saint-Pierre: Controvertido y comprometido escritor y periodista católico,  autor de cuentos, ensayos, poemas, novelas, y biografías, así como de una obra de teatro. Entre sus novelas de mayor éxito están “Los Aristócratas” (1954),” Los Escritores “(1957) y “Los Nuevos Curas” (1964). Alguna ha sido llevada al cine.

(2) Laboratorio : Título de la novela que George Damville está elaborando y que a mí me hizo recordar ese virus que anda suelto hace ya más de un año, Covid-19, de origen aún incierto y que las malas lenguas lo atribuyen a experimento científico.

(3)Categorías de escritores: Para Saint Pierre, expresado a través de su personaje Alejandro Damville, son tres: “los creadores puros, los testigos, y los chantres de la Creación”. (pag.189) Siendo para él los más peligrosos y destructivos los clasificados como “testigos”.