“Los escritores”, Michel de Saint Pierre.(1) Luis de Caralt,
1966. Título de la obra original “Les écrivains”, 1957. Versión española de
Basilio Losada. Dedicado a Ivonne Chauffin y Madeleine de Cala.
Novela sobre los que escriben, tema para mí controvertido, visto desde Cataluña,
este rincón de España, en donde antes el libro y la industria
editorial fueron punteras, pero en la actualidad y desde hace ya unos cuantos
años, la concentración en grandes grupos editoriales y de
comunicación, agravado por el excluyente nacionalismo cerril, los han convertido en sólo un
“negocio”. Y, en razón de ello, los autores promocionados y finalmente conocidos no
son, pienso, por regla general, y salvo excepciones, los que mejor escriben según
dictado de su propia conciencia o razón (inspiración, musa), sino siguiendo
las indicaciones y mandatos del editor de turno; y éste, a su vez,
de los resultados de sondeos y estudios de opinión previamente
encargados, o según se pretenda crear un estado determinado de opinión en
materia política, económica, social o religiosa. Y así, tenemos proliferación de
obras, en los distintos géneros literarios, en las que predominan las temáticas de sexo,
crimen, guerra, violencia, etc. , con tramas artificiosas y personajes
maléficos o con conductas antes consideradas fuera de lo
convencional y natural, que de este modo pasan a ser corrientes y aceptadas por
el común del grupo social.
Lo dicho antes es en relación a los que escriben literatura (novelas, guiones, etc.). Pero si lo
extendemos al periodismo, entonces es menester
usar términos como tergiversación,
manipulación, silencios cómplices, ocultación,
medio verdades, y hasta mentiras, o sea, las falsedades de siempre, ahora bautizadas como fake news . Conceptos todos, desafortunadamente, que imperan en buena medida en el periodismo actual español, incluida Cataluña.
Todo lo antes expuesto es mi particular opinión , la de alguien a quien le gusta leer, pero leer no lo que se le eche siguiendo la moda al uso, sino lecturas edificantes, constructivas, sobre experiencias, hechos y personajes reales, históricos, o de pura ficción. Historias verosímiles que te aporten conocimiento, luces y reflexiones, sin chabacanerías, sangre, violencia ni sexo grosero. Ingredientes estos últimos, al parecer, imprescindibles para vender. Porque vender es lo que importa. Motivo de que mis lecturas sean de obras, en su mayoría, de reconocidos autores de otros tiempos. Tiempos en los que primaban otros valores e intereses. Y, en consecuencia, los mercadillos de ocasión sean mi principal fuente de abastos, donde es probable hallar libros eternos y también baratos.
Bueno, después de esta larga introducción hablaré un poco del libro en cuestión. Es decir, de “Los escritores”, título
al que es obligado añadir la palabra franceses, pues en torno a éstos gira la trama novelesca. Publicado hacia finales de los
50, y ambientada en el París de esa misma época, con escenarios propios de las
clases sociales altas.
El personaje principal es Alejandro Damville, un sexagenario escritor ya consagrado. Un
adusto señor, muy envarado él, convencido de su superioridad intelectual,
intransigente y misógino. Sus actitudes y sus opiniones le hacen si
no odioso sí repelente. Bueno, aclaro, a mí se me hizo “repelente”.
Como contrapunto al viejo prócer está Damville hijo, George, joven escritor
de tan sólo veinticinco años, el cual,no obstante, tiene ya publicadas algunas
novelas de éxito en ventas. Las relaciones entre padre e hijo son
traumáticas. El joven huye de ser comparado con su padre. Ambos
escritores son versiones enfrentadas del arte de escribir y ambos se proclaman
ateos. En el caso de Damville padre, agarrado siempre al pasado, trabajador
incansable y metódico, encerrado en su mundo. Escribe como fruto de un
ejercicio constante. George, sin embargo, mira al futuro y ama al
mundo en su pluralidad, a la que está plenamente abierto. Es un creador activo.
Le falta la disciplina que a su padre le sobra. Llamó mi atención que trabajara
en una nueva novela, titulada “Laboratorio”, la cual, según diálogo
con su editor, estaba protagonizada por un científico que estaba obstinado en
crear vida. Vida que finalmente concibe, pues crea un “virus”. ¡Vaya! (2)
Acompañando a los Damville aparecen en la
novela otros personajes destacados como Beatrice, la joven
secretaria, el editor Manvieux, el panfletista Marín ,
el escritor Stéphane Duc-Ledoux, un homosexual,
y Eve Chambleau y la
actriz Marguerite Villière, utilizados por el autor para mostrar a través
de sus diálogos los caracteres e historias de cada uno de ellos, así como de
otras cuestiones abordadas en la novela en relación del mundo literario francés como, a título de
ejemplos, la obligación moral del escritor
de ser guía o maestro, especialmente de la juventud, a través de los mensajes
de sus obras (pág. 63). Y las distintas categorías de escritores
existentes. (3)
Novela que pese a su temática no me ha suscitado mucho interés, en parte porque la trama está en demasía circunscrita a Francia, y al
mundillo literario de los años de mediados del siglo XX franceses, pero, básicamente, porque los protagonistas, el binomio padre-hijo Damville y sus conflictos me han sido distantes, lejanos. He sido incapaz de identificarme con ellos ni con sus problemas.
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(1)Miche de Saint-Pierre: Controvertido
y comprometido escritor y periodista católico, autor de cuentos,
ensayos, poemas, novelas, y biografías, así como de una obra de teatro. Entre
sus novelas de mayor éxito están “Los Aristócratas” (1954),” Los
Escritores “(1957) y “Los Nuevos Curas” (1964). Alguna ha sido llevada al cine.
(2) Laboratorio : Título de
la novela que George Damville está elaborando y que a mí me hizo recordar ese
virus que anda suelto hace ya más de un año, Covid-19, de origen aún
incierto y que las malas lenguas lo atribuyen a experimento científico.
(3)Categorías de
escritores: Para Saint Pierre, expresado a través de su personaje Alejandro
Damville, son tres: “los creadores puros, los testigos, y los chantres de la
Creación”. (pag.189) Siendo para él
los más peligrosos y destructivos los clasificados como “testigos”.