El desierto del amor, François Mauriac, Nobel de Literatura en 1952. Libro RTV 88, Biblioteca Básica Salvat, 1970. Prólogo de Lorenzo Gomis.
Esta novela le valió al escritor
galo, en 1926, el Gran
Premio de Novela de la Academia Francesa. Es la tercera de las obras de
Mauriac que leo. Su lectura no me defraudó; me recreé leyendo los detalles
sobre costumbres, ambientes y alguna descripción del Burdeos de finales del XIX
y principios del XX. Ciudad donde nació y vivió Mauriac. Me llamó la atención
la afición por los toros allí descrita. Supongo que ello es pasado, como
también el ambiente familiar burgués de los Courrèges, que según leí en el
prólogo de Lorenzo Gomis, tiene mucho del ambiente familiar y de juventud del propio Mauriac.
Hay tres grandes protagonistas, los
Courrèges (padre e hijo) y María Cross, alrededor de los cuales gira la trama,
un singular triángulo “amoroso”, desarrollada en dos tiempos distintos
separados por unos dieciséis años.
María Cross es una viuda joven y
bonita, que vive mantenida por un hombre rico del lugar. Mujer apática y ociosa,
pero, a su vez, “adornada” con unos toques de idealismo y de escrúpulos que contrastan con la caracterización anterior.
El Dr. Courrèges, es médico e
investigador, con consulta propia. En cuanto a Raymond Courrèges, el hijo, hay
dos etapas del mismo bien diferenciadas. Primero como adolescente y luego un
treintañero seductor. En la práctica un alma solitaria que vaga errante sin
rumbo fijo.
Particularmente, me agradaron la
descripción del ambiente familiar de los Courrèges, una familia francesa de
clase media alta de la primera mitad del siglo XX, compuesta por cuatro generaciones: la abuela
paterna, el Dr. Courrèges, su esposa y el menor de sus hijos, Raymond
Courrèges, entonces un adolescente, así como el matrimonio formado por la hija,
el marido y sus cuatro niñas. La descripción de las relaciones inter familiares
me han parecido muy realistas y, además, universales. Considero muy lograda la
escena de la discusión familiar en la mesa (Pág. 63). Situaciones parecidas a
éstas, pienso, se suelen dar en las
grandes reuniones familiares como por ejemplo las cenas de Nochebuena y las
comidas de Navidad y San Esteban españolas, y supongo que también en medio
mundo.
Antes de cerrar el comentario, quiero
aclarar el entrecomillado del
calificativo amoroso, pues opino que lo sentido por los Courrèges en relación a
María Cross no es amor. En el caso del Dr. Courrèges es más bien pasión. Y en Raymond es una
mezcla de frustración y fijación por la pieza no alcanzada. Consecuentemente no
veo el título muy adecuado a la historia contada.
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