La yegua perdida, George Simenon. Luis de Caralt Editor, 1975. Colección “Las novelas de Simenon”, nº 49. Título original: “La jument perdue”. Geórge Simenon, 1948. Traducción de José Luis Beltrán. Cubierta de Balaguer.
El título podría inducirnos a pensar que una equina es la protagonista de la obra. Pues no. Es tan sólo, pienso, un reclamo. La narración está ambientada en los EEUU, por la zona y alrededores de Tucson (Arizona), en la primera mitad del pasado siglo XX. Su protagonista, Curly John, es un anciano rondando los setenta. Un solterón, descrito como un ser tranquilo y mediocre que vive con su hermana, otra anciana mayor que él, en una finca de su propiedad destinada a la cría de ganado. El azar llevará a Curly John a desentrañar la autoría de un hecho ocurrido hace ya unos cuantos años que influyó de modo determinante en su vida , es decir, le marcó, en este caso, de modo negativo.
De las novelas de Simenon hasta ahora leídas, junto con María la del Puerto, son las dos que más me han gustado.La novela tiene todas las características de la obra del escritor belga con la descripción detallada de los ambientes y de los personajes, tanto de los principales como de los secundarios, mostrados exteriormente, pero, principalmente, en su interior. Simenon, sin duda, fue un gran conocedor de los meandros del alma humana. He ahí su valor y el de su obra.
No quiero cerrar el comentario si hablar de los dos grandes personajes femeninos que comparten protagonismo con Curly John. Por una parte, su hermana Mathilda, un bello personaje. Fraternal, prudente, amorosa, sencilla, mujer práctica y trabajadora. Y de otra, en las antípodas, Peggy Clum, una muy locuaz señora de provincias, que diríamos aquí.
Resumiendo, una amena historia de intriga con un inesperado y, para mi gusto, bonito final, porque los malos y la maldad quedan al descubierto. Y aunque escrita en 1948, la trama y los personajes siguen vigentes.
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