Mis recomendados, domingo 28 de abril de 2024:
1) “El
ocho”, de Katherine Neville.
Suma de Letras, Colección Punto de Lectura, 34 Edición.
Una muy fantasiosa historia en
torno a un ajedrez mágico en cuyas piezas radica la clave de una antigua
fórmula alquimista ligada con la masonería que proporciona “el Poder”. Ajedrez alrededor
del cual es desarrollado un relato en el que se entremezclan épocas,
paisajes y geografías distantes y diferentes tales como la 5ª Ave.
neoyorkina, el París de la época del Terror, la abrupta Córcega del XIX , El Magreb, o la fría Rusia de los zares, con la intervención de múltiples y variados personajes ficticios y también
reales, es decir, históricos. Esta mescolanza de tiempos y personajes la
considero el mayor acierto de la obra. Pues los protagonistas y los enredos de
la trama son en demasía imaginativos, bien lejanos y distintos a la realidad de
la cotidianidad de la mayoría de los comunes mortales. Al menos de la mía.
https://silvialeyendo.blogspot.com/2019/06/el-ocho-de-katherine-neville.html
2) “Un día de la vida de Iván Denisovich”, de Alexandr Soljenitsin,
Aquí no hay ficción, sino realidad muy
dura. Obra testimonial en la que Soljenitsin, que sufrió condena en un gulag soviético
describe sus propias experiencias. Experiencias que nos hablan de miseria,
escasez, injusticia, intransigencia…Pero también de humanidad, comprensión,
fraternidad, solidaridad…Esos contrastes que la absurda criatura humana ofrece
en condiciones como las contadas por el escritor ruso en su novela,
protagonizada por Iván Denisovich,
“Shújov”, un condenado a trabajos forzados en un gulag de Siberia. No ha cometido
ningún delito grave, es sólo un ser corriente, uno más del montón de los
habitantes de la antigua URSS, (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Estados comunistas en
los que los derechos humanos eran vulnerados e ignorados sistemáticamente.
silvialeyendo:
Un día de la vida de Iván Denisovich, de Alexandr Soljenitsin
3) “El elegido”, de Maxence Van Der Meersch. Ediciones G.P., 1963, Libros Plaza
Simeón
Bramberger, ingeniero y director de una fábrica de explosivos, sufre una
grave crisis anímica originada por un cúmulo de desgracias familiares que le
inducen a buscar a Dios para dar sentido a su existencia. Con Simeón,
tienen protagonismo especial Francisca, su esposa, y Vhuilst, otro
ingeniero de la fábrica, de arraigadas convicciones cristianas, que
ha pasado por similar situación, superada gracias a su fe en Dios. Personaje esencial
en esta trama porque a través suyo, vemos la ejemplaridad de vida de una persona realmente cristiana. Un ser
que ama a su prójimo, especialmente al desvalido, al enfermo, al necesitado, al
que tiene sed, al que tiene hambre, al que sufre cárcel … y a la par de
atenderle en su necesidad material, procura por aquella más transcendental, la
espiritual, es decir, por su alma. Ese componente de nuestra humana
naturaleza, que hoy, según creo, en nuestras modernas sociedades
occidentales, desafortunadamente, muchos ignoran y otros tantos, si no
despreciamos, sí la dejamos en un muy segundo plano, casi olvidada, y damos
valor sólo a lo tangible y material. Y, por cierto, ¡así nos va!
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