No hablaré de la novela
L'elu, sino de
su autor, una persona comprometida consigo misma y con la defensa de sus ideas y verdades. Actitud que le llevó a enfrentamientos serios que, según parece, le amargaron bastante los últimos días de su corta y dura existencia. Sólo vivió cuarenta y tres años. Sus dos libros más polémicos fueron "
Cuerpos y almas", y una biografía sobre
Santa Teresa de Lissieux. El primero, siendo muy joven, comencé su lectura, pero no pude terminarlo, por la crudeza y detalle del mundo allí descrito, (enfermedad, dolor, sufrimientos...)
He estado releyendo el
artículo firmado por
Alfredo Méndiz titulado
"Actualidad de Maxence Van der Meersch", del que he sacado información biográfica y pormenores de su vida privada y de su faceta de escritor, con los cuales, poder acercarme a la realidad encarnada por alguno de los personajes, así como de los hechos descritos en su obra
"El elegido".
Van der Meersch , según parece, se distinguió siempre por tratar de reflejar en sus creaciones literarias cuestiones y temas controvertidos sacados de la realidad.
Sus novelas tienen por finalidad ser testimonio y denuncia de situaciones y circunstancias injustas que inciden en la degradación moral y sobretodo espiritual del ser humano. Para nuestros tiempos resulta, pues, muy singular, singularísimo, esta pretensión del escritor galo.
Los que manejan y dominan el círculo editorial- según creo - no quieren oír hablar de las múltiples y cotidianas injusticias sociales, comunes y vulgares. Ni de los marginados, ni de los que sufren o son objeto continuo de abusos y discriminaciones varias... No. Eso no va con nuestros tiempos. No vende. Lo que vende, se vende, y nos colman, hartan, es de bellaquería, chabacanería, grosería, pornografía, simplicidad cretina, brujería de todos los tipos, idealización de la canallada y de la sinvergüencería más vil y por tanto, de protagonistas encanallados y sinvergüenzas. Nada de nada (ninguna ocasión u oportunidad) para quien se acuerde, hable o escriba de dignidad, valores, bondades, abnegación, o, en fin, de dulzuras y amores sinceros y puros. Así las cosas, claro está, al menos para mí, cuáles son los motivos y los instigadores del interesado olvido de
Maxence Van der Meersch . Escritor que se auto describió como 'trabajador de la pluma’, cuyos libros más afamados fueron acerca de las mujeres caídas en la red de la prostitución, la huelga, el corporativismo de la clase médica,...
Para ilustrar lo que quiero decir citaré unos ejemplos. Uno de los cuales es el propio
Van der Meersch, un escritor que hoy ni tan siquiera veo sea citado en la Agenda Literaria, año 2003, editada por Espasa Calpe para Casa del Libro, cuando este autor ganó el célebre premio literario Goncourt, año 1936, y fue, además, uno de los autores más leídos de mitad del siglo XX, al menos en
España. Este escritor, a partir de su conversión al Catolicismo, añadió a sus novelas el noble afán de la promoción del hombre en un plano superior en su búsqueda de Dios, aprovechándolas para describir y denunciar en ellas las situaciones más abyectas en las que algunos seres se hallan ante el silencio complaciente y cómplice de los otros. Escribió sobre temas 'desagradables' con claridad y sin tapujos. Sus personajes principales fueron prostitutas, invertidos, tuberculosos,...Es de resaltar el apoyo recibido de su editor, al cual tampoco le hicieron ascos las temáticas ni los personajes. Le publicaba todo.
Otro ejemplo que me viene a la memoria es el del cubano
Novás Calvo, el autor de 'Pedro Blanco, el Negrero',
un buen escritor y acaso 'uno de los mejores cuentistas de lengua española' según el crítico Portuondo. Pero cuyas denuncias y críticas a la
dictadura castrista le llevaron primero a 'su muerte civil como escritor' para luego ser ignorado del todo. Me remito al artículo' Cien años de un maestro
'Cubaencuentro.com/Cultura.
También
Mark TWAIN, el de 'Las aventuras de Tom Sawyer' que
se metió a editor para poder publicar sus libros sin mutilaciones ni censuras.
Y muchísimo más, pero sólo he pretendido aclarar lo antes dicho, o sea, cómo algunos grandes escritores son, interesadamente, dejados de lado, proscritos, porque molesta su integridad. Su decir las cosas tales como su buen criterio le indique, no subordinado a los dictados de una moda para vender, o siguiendo las sugerencias temáticas de un poderoso editor. En algunos casos relegados simplemente por su cristianismo o fe religiosa cuyos principios y creencias vierten en sus escritos y así promueven, o pueden promover, en los lectores una necesidad de realización superior o espiritual. Este ostracismo hecho evidencia cuando los escritores han alcanzado cierta fama, queda del todo desapercibido para aquellos aún en el anonimato. Situación en la que, con toda probabilidad, permanecerán porque lo que han escrito no habla de sexo, violencia, política partidista, ni de historias ni leyendas manipuladoras. Tampoco de magia, brujas, hechizos y fantasías fantasmagóricas y siniestras.
“Sin embargo, el olvido en que ha caído Van der Meersch no
está literariamente justificado, y cabe pensar que obedece a motivos
reconducibles a corrientes de aguas mucho más profundas que las que conforman
las oscilaciones del gusto estético. En este sentido, hay una frase suya(Van
der Meersch) en la biografía de Santa Teresa de Lisieux que, ante el
precipitado ostracismo de su propuesta de renovación del hombre, sacrificada en
beneficio de otros mensajes más conformistas, adquiere tintes de testamento
profético:
"La humanidad lo
acepta todo, lo soporta todo, se deja pisotear sin sublevarse, cubrir de
injurias, que la traten como un vil rebaño de ilotas a quienes se desprecia, a
quienes se corrompe, a quienes se arrastra al lupanar, al matadero... Todo,
salvo que se intente levantarle la cabeza de su propia vomitona, para enseñarle
las luces del cielo. ¡Ay de quien, por medio de sus esfuerzos, de sus escritos,
de sus palabras, de su solo ejemplo, sueñe con mejorar a los hombres!".
Creo que no tengo nada que añadir. Salvo expresar que comparto con Méndiz y
Van der Meersch tan pesimistas conclusiones. Viendo, como veo, quiénes son los personajes que hoy colman la actualidad, alcanzando las cotas más altas de popularidad y ascendente sobre la opinión pública. No precisamente personas de rigor intelectual, o de ejemplaridad personal o profesional, sino los que proclaman y defienden las más peregrinas ideas; muchas en contra natura y la fe en Dios. Además son objeto casi constante de escándalo por transgredir las comunes y universales normas de convivencia o valores y principios morales.