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jueves, 6 de marzo de 2008

Bécquer – Irving, noviembre, 2005

Al leer las séptima y octava cartas de Bécquer, escritas desde su celda en un antiguo monasterio por la zona de Tarazona que mira al Moncayo aragonés, he recordado otros cuentos y leyendas con cuya lectura también disfruté muchísimo. En los que, como aquí, sus protagonistas son musulmanes españoles, en aquellos lejanos tiempos en que los árabes conquistaron y vivieron durante ocho siglos sobre la casi totalidad de la extensión territorial de la península ibérica.

Me estoy refiriendo a la obra de Washington Irving, "Los cuentos de la Alhambra". Allí los protagonistas de las historias son moros, judíos y cristianos, en solitario o entremezclados. También son muchos los ardides de guerra y de amores narrados, las cuevas, pasadizos, castillos, tesoros, guerreros, magos y elementos sobrenaturales, espíritus y ánimas que eternamente vagan, cobrando vida en las fábulas.

No sé cómo no lo recordé antes. Acaso porque en la obra de Irving los relatos están ubicados geográficamente en Granada y su Alhambra. Mientras que muchas de las preciosas historias de Bécquer se refieren a la España de la reconquista. Sus protagonistas son, mayoritariamente, caballeros y nobles de fe Cristiana de los ámbitos de las Coronas de Castilla y de Aragón; con abundantes alusiones a las otras dos grandes culturas, islámica y judía, que coexistieron con la cristiana, de cuya mezcla y unión surgieron buena parte de la común historia, cultura, y distintas manifestaciones artísticas de este híbrido pueblo español.

"El Cristo de la calavera", de Gustavo Adolfo Bécquer, noviembre 2005

"Rimas y Leyendas", editado por Editorial Óptima, segunda edición, año 1999, recoge versos y prosa del famoso poeta español del siglo XIX, que vivió una corta existencia, agobiado siempre por problemas económicos, de tan sólo treinta y cuatro años. En la portada del libro se dice que " su gran afición a la literatura fue la causa del despido de un empleo administrativo, al ser sorprendido escribiendo versos en horario de oficina". Escribió, en suma,  por el placer de escribir, de transmitir al mundo, a los demás, sus sentimientos y no como medio de vida. Ejemplo, pues, de expresión libre del pensamiento, de su sentir, de su individualidad y de su modo de ser. Escribiendo al dictado de su corazón, un corazón amplio, generoso, universal, de moralidad y ética profunda. Y, por encima de todo ello, movido por hondos sentimientos de religiosidad sincera y de fe en Dios y en Cristo, su Hijo y Salvador del mundo.


La leyenda del "Cristo de la Calavera" muestra todas esas características de Bécquer. "El rey de Castilla marchaba a la guerra de los moros, y para combatir con los enemigos de la Religión había apellidado en son de guerra a todo lo más florido de la nobleza de sus reinos..." Así inicia Bécquer esta fábula de múltiples enseñanzas; algunas aún vigentes. Por ejemplo, la importancia capital del ascendente de la máxima autoridad del poder político, en la fábula encarnado por la figura del rey, para convocar a los suyos a luchar juntos contra el enemigo común. En la leyenda, simbolizado este enemigo  por "los moros" como destructores de la integridad física y combatientes acérrimos de las creencias religiosas comunes de todos ellos.

Resultado de imagen de Toledo ciudad de las tres culturas imágenesLa histórica ciudad de Toledo es el lugar en el que se desarrolla la trama argumental de esta ficción, en algún momento de la lucha de los reinos cristianos de la península Ibérica por reconquistar los territorios invadidos por los árabes desde siglos atrás. Reconquista que, como se sabe, fue obra dura, larga y conjunta. Cuyo punto final estuvo en el sitio y toma de Granada.

Esta “leyenda toledana”, que así la apellidó su autor, encierra otras tres enseñanzas también dignas de ser  destacadas. A saber: a) la oportuna intervención del rey, cuya sola presencia, sin mediar palabra con los allí presentes, evita se inicie la lucha  entre dos de sus principales caballeros, cuyo  resultado final implicaba la pérdida de uno de los dos y, consecuentemente, habría traído consigo un gran perjuicio para todos porque ambos eran necesarios. 

b) El poder inestimable de lo sobrenatural, en este caso concreto del Cristo de la Calavera, cuya luz se enciende para favorecer la paz y el entendimiento; y se apaga ante el odio criminal.Resultado de imagen de imágenes de la mezquita del cristo de la luz toledo


c) Por último, la división y deslealtad , que la amada y manzana de la discordia  escondía, lo cual nos induce a la siguiente recomendación final: No debemos fiarnos de la belleza de las apariencias y buscar lo que pueda esconderse detrás de tanto resplandor.