(*) He revisado, corregido y reunido en este comentario tres delos realizados en septiembre del 2006 en relación a "Los Pazos de Ulloa", la tan extensa como expositiva obra de Doña Emilia Pardo Bazán, la insigne escritora gallega.
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Otros comentarios en relación a "Los Pazos de Ulloa":
http://silvia-leyendoperiodistas.blogspot.com.es/2011/12/ricos-y-poderosos-septiembre-2006.html#!/2011/12/ricos-y-poderosos-septiembre-2006.html
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http://silvialeyendo.blogspot.com.es/2008/03/los-pazos-ricos-y-poderosos-septiembre.html
http://silvialeyendo.blogspot.com.es/2008/03/pardo-bazn-y-la-igualdad-de-la-mujer.html
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http://silvialeyendo.blogspot.com.es/2008/03/campaas-electorales-un-combate-naval-en.html#!/2008/03/campaas-electorales-un-combate-naval-en.html
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La versión por mi leída corresponde a una
edición especial del diario El País, Clásicos
Españoles, 2005, con una larga introducción de Soledad Rosado, en la que facilita abundante información biográfica de la autora de la novela, la controvertida Condesa de Pardo Bazán,(1) Emilia Pardo
Bazán , así como de las
tendencias y estilo de la escuela literaria naturalista en la que esta novela constituye
un clásico. Esta extensa introducción se cierra con una amplia reseña de la
novela que desvela alguno de los intríngulis de la trama argumental.
La lectura de “Los Pazos de Ulloa” me
resultó especialmente interesante.
Muchas y variadas son las situaciones allí
descritas socialmente muy injustas; que espero- confío- no se sigan dando hoy,
pese a que sí siguen vigentes,
desgraciadamente, muchos de los caracteres humanos allí
personificados. Tal como el personaje del individuo violento y abusón que a
modo de expresión escapatoria de sus personales frustraciones y limitaciones
personales, la emprende a palos con los
que tiene certeza de su indefensión, usualmente, la propia mujer y sus propios hijos o los de ella. Ahora
denominada “violencia machista”; pero que, como nos relata la imperecedera autora
gallega, en su inmortal
novela, es práctica añeja muy conocida.
La imagen ofrecida por la
autora en su novela es la
Galicia rural y provinciana de finales del siglo XIX. Vaya por adelantado
la conclusión que el cuadro allí pintado no me gustó. Asustan- al menos a mí me
asustaron - las situaciones injustas allí descritas propiciadas por el atraso del común de las gentes y de sus
condiciones de vida, en contraste fortísimo con los exacerbados privilegios de
unos pocos. Fealdad del cuadro acrecentado por la aceptación apática por parte
de los diferentes sectores sociales de estas situaciones y discriminaciones absurdas.
Un oscuro panorama social, cuyo tono aumenta
con la descripción del triste, tristísimo, papel asignado en él a “la
mujer”; rica o pobre, pues no difiere por la clase social a la que ésta
pertenezca. No pinta nada. Ni en la toma de decisiones, ni en el ejercicio de los
más elementales derechos civiles, políticos o de propiedad. Siempre excluida
por el varón. Su consideración o valía
es sólo como hembra, hembra reproductora y para la realización de los
quehaceres y tareas propios de su condición de segundona costilla de Adán. (2)
El desapego y la distorsión en sus
actitudes y funciones de los curas de la época y del lugar también son
descritas en la novela. Con una sola
excepción, el curita Julián, al resto, lo que les va es la política, la caza,
las relaciones públicas y las dignidades eclesiásticas y mundanas. Olvidándose
de los bienaventurados que sufren, de los que pasan hambre, de los que tienen
sed de justicia,... Actitudes
muy alejadas, reflexiono, del Evangelio
de Cristo.
También abundan las descripciones de
ambientes familiares y domésticos, tales como las que nos cuentan de la
estancia del marqués en la casa de su tío materno, en Cebre. El cual tiene hijas
casaderas. Y asimismo, situados ya en el
caserón rural, las escenas que describen las jornadas de la joven madre con su
hijita, bebé de pocos meses. ¡Me encantaron! Pienso que son vigentes y
universales. Tanto el agradable ambiente de un hogar en el que existe un
predominio de lo femenino como las eternas y candorosas imágenes que evocan la
maternidad y un recién nacido. Estas escenas o pasajes de la novela, tiernos y
sensibles, por entenderlos de folletín (ahora "culebrón"), tal vez-
pienso- fueran la causa de la no aceptación de la novela por la crítica del
momento, prácticamente masculina; si bien la ternura y los afectos son comunes
a todo el género humano.
Cabe destacar la importancia capital del personaje del cura- capellán Julián, ya citado
por mí, pues es utilizado por la escritora para a través suyo mostrarnos
aquel trozo de mundo olvidado, según parece, de casi todos pero no de Dios. De
la mano de “Juliancillo”, me
permitiré este trato cariñoso, somos introducidos en el paisaje físico, en el
caserón, en los antecedentes familiares y en las distintas circunstancias y
hechos que constituyen la trama y argumento de la novela. También, en muchas
ocasiones, es medio para conocer los perfiles físicos o psicológicos de muchos
de los otros personajes que desfilan en la novela. Personaje descrito como un
bendito, un alma humilde e ingenua. No tiene experiencia alguna en su profesión
de sanador de almas. Una recomendación de un tío materno del dueño de los
Pazos, lo hace "aterrizar" en aquel desastroso sitio en el que la
incuria y el desorden de todo tipo, incluido el moral, se han instalado y viven
de maravilla. Lo que allí impera es un soberbio desbarajuste en el que ni el
tenido por marqués y señor lo es tal, y, tampoco, manda el amo sino el criado,
que hace y deshace a su antojo. Al mismo tiempo que distrae (roba) todo lo que
puede y se va haciendo dueño real del paraje. El pobre Julián se encontrará
allí tal como una oveja abandonada en tierra de lobos hambrientos.
Así las cosas, me llamó especialmente la atención el hecho de que entre las
funciones específicas a desarrollar por el capellán de los Pazos de Ulloa,
cargo para el cual el cura Julián había sido nombrado por su obispo, estuviesen
las más propias de un archivista bibliotecario junto con las típicas de un
casero o administrador de una explotación rural. (¡¡¡Vaya!!!)
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(1) Emilia Pardo Bazán, recomiendo la lectura íntegra del estudio “LA
GALICIA DE EMILIA PARDO BAZÁN (LA CORUÑA 1851-MADRID 1921) , de JOSETTE
ALLAVENA(Francia)
(2) En Gn 1, 26-28 dice que Dios creó al ser humano
hombre y mujer. Afirmación corroborada por San Pablo cuando dice: “Dios hizo de
uno todo el linaje humano…Porque somos linaje suyo” (Hechos 17, 26-31), luego, reflexiono, si divino “el macho”, también lo es “la
hembra”.