viernes, 14 de marzo de 2008

Los Pazos de Ulloa, por Emilia Pardo Bazán, septiembre, 2006 (*)

(*) He revisado, corregido y reunido en este comentario tres delos realizados en septiembre del 2006 en relación a "Los Pazos de Ulloa", la tan extensa como expositiva obra de Doña Emilia Pardo Bazán, la insigne escritora gallega.

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La versión por mi leída corresponde a una edición especial del diario El País, Clásicos Españoles, 2005, con una larga introducción de Soledad Rosado, en la que facilita abundante información biográfica  de la autora de la novela, la controvertida Condesa de Pardo Bazán,(1) Emilia Pardo Bazán , así como de las tendencias y estilo de la escuela literaria naturalista en la que esta novela constituye un clásico. Esta extensa introducción se cierra con una amplia reseña de la novela que desvela alguno de los intríngulis de la trama argumental.  

La lectura de “Los Pazos de Ulloa” me resultó especialmente  interesante. Muchas y variadas son  las situaciones allí descritas socialmente muy injustas; que espero- confío- no se sigan dando hoy, pese a que sí siguen vigentes, desgraciadamente, muchos  de  los caracteres humanos allí personificados. Tal como el personaje del individuo violento y abusón que a modo de expresión escapatoria de sus personales frustraciones y limitaciones personales,  la emprende a palos con los que tiene certeza de su indefensión, usualmente, la propia mujer  y sus propios hijos o los de ella. Ahora denominada “violencia machista”; pero que, como nos relata la imperecedera  autora gallega, en su inmortal novela, es práctica añeja muy conocida.

La imagen ofrecida por la autora  en su novela  es la Galicia rural y provinciana de finales del siglo XIX. Vaya por adelantado la conclusión que el cuadro allí pintado no me gustó. Asustan- al menos a mí me asustaron - las situaciones injustas allí  descritas propiciadas por  el atraso del común de las gentes y de sus condiciones de vida, en contraste fortísimo con los exacerbados privilegios de unos pocos. Fealdad del cuadro acrecentado por la aceptación apática por parte de los diferentes sectores sociales de estas situaciones y discriminaciones absurdas. Un oscuro panorama social, cuyo  tono aumenta con la descripción del triste, tristísimo, papel asignado en él a “la mujer”; rica o pobre, pues no difiere por la clase social a la que ésta pertenezca. No pinta nada. Ni en la toma de decisiones, ni en el ejercicio de los más elementales derechos civiles, políticos o de propiedad. Siempre excluida por el  varón. Su consideración o valía es sólo como hembra, hembra reproductora y para la realización de los quehaceres y tareas propios de su condición de segundona costilla de Adán. (2)

El desapego y la distorsión en sus actitudes y funciones de los curas de la época y del lugar también son descritas  en la novela. Con una sola excepción, el curita Julián, al resto, lo que les va es la política, la caza, las relaciones públicas y las dignidades eclesiásticas y mundanas. Olvidándose de los bienaventurados que sufren, de los que pasan hambre, de los que tienen sed de justicia,... Actitudes muy alejadas, reflexiono, del  Evangelio de Cristo.

También  abundan las descripciones de ambientes familiares y domésticos, tales como las que nos cuentan de la estancia del marqués en la casa de su tío materno, en Cebre. El cual tiene hijas casaderas. Y asimismo,  situados ya en el caserón rural, las escenas que describen las jornadas de la joven madre con su hijita, bebé de pocos meses. ¡Me encantaron! Pienso que son vigentes y universales. Tanto el agradable ambiente de un hogar en el que existe un predominio de lo femenino como las eternas y candorosas imágenes que evocan la maternidad y un recién nacido. Estas escenas o pasajes de la novela, tiernos y sensibles, por entenderlos de folletín (ahora "culebrón"), tal vez- pienso- fueran la causa de la no aceptación de la novela por la crítica del momento, prácticamente masculina; si bien la ternura y los afectos son comunes a todo el género humano.

Cabe destacar la importancia capital  del personaje del cura- capellán Julián,  ya citado  por mí, pues es utilizado por la escritora para a través suyo mostrarnos aquel trozo de mundo olvidado, según parece, de casi todos pero no de Dios. De la mano de “Juliancillo”, me permitiré este trato cariñoso, somos introducidos en el paisaje físico, en el caserón, en los antecedentes familiares y en las distintas circunstancias y hechos que constituyen la trama y argumento de la novela. También, en muchas ocasiones, es medio para conocer los perfiles físicos o psicológicos de muchos de los otros personajes que desfilan en la novela. Personaje descrito como un bendito, un alma humilde e ingenua. No tiene experiencia alguna en su profesión de sanador de almas. Una recomendación de un tío materno del dueño de los Pazos, lo hace "aterrizar" en aquel desastroso sitio en el que la incuria y el desorden de todo tipo, incluido el moral, se han instalado y viven de maravilla. Lo que allí impera es un soberbio desbarajuste en el que ni el tenido por marqués y señor lo es tal, y, tampoco, manda el amo sino el criado, que hace y deshace a su antojo. Al mismo tiempo que distrae (roba) todo lo que puede y se va haciendo dueño real del paraje. El pobre Julián se encontrará allí tal como una oveja abandonada en tierra de lobos hambrientos.

Así las cosas, me llamó especialmente la atención el hecho de que entre las funciones específicas a desarrollar por el capellán de los Pazos de Ulloa, cargo para el cual el cura Julián había sido nombrado por su obispo, estuviesen las más propias de un archivista bibliotecario junto con las típicas de un casero o administrador de una explotación rural. (¡¡¡Vaya!!!)


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(1) Emilia Pardo Bazán, recomiendo la lectura íntegra del estudio “LA GALICIA DE EMILIA PARDO BAZÁN (LA CORUÑA 1851-MADRID 1921) , de JOSETTE
ALLAVENA(Francia)


(2) En Gn 1, 26-28 dice que Dios creó al ser humano hombre y mujer. Afirmación corroborada por San Pablo cuando dice: “Dios hizo de uno todo el linaje humano…Porque somos linaje suyo” (Hechos 17, 26-31), luego, reflexiono, si divino “el macho”, también lo es “la hembra”.



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