lunes, 17 de marzo de 2008

La vida del buscón... (Enterarme de lo que leo)(4) diciembre, 2006

Hay veces que cuando releo lo que he escrito me aterro de lo que llego a decir, y mi comentario de ayer (*) es una buena muestra de ello.  Lo que ayer quería comentar, aunque luego me perdí, eran las dificultades que algunas veces tengo en la comprensión exacta de lo que estoy leyendo en esta obra de Quevedo, que obedece a estas causas: el empleo de ciertas expresiones y palabras hoy en desuso; la alusión o cita de hechos y de personajes pretéritos por mí desconocidos; y alguna que otra vez, por lo enrevesado de la gramática utilizada.

Pero el resultado es que tengo que releer mucho. Leer las numerosas explicaciones colocadas al pie de página y, también, buscar bastante en el diccionario, para, finalmente, alguna que otra vez, no tener muy seguro de haberme enterado plenamente, en su fondo, de lo que quiso expresar su autor en el pasaje leído. Ello, obviamente, me hace algo incómoda la lectura del libro, pues me gusta sacar mis particulares conclusiones.

De Quevedo dice Carreter en su prólogo “que es un gran poeta lírico, un moralista, un escritor político y un satírico de poderosa garra”, a mi, en resumen, por todo lo antes apuntado, acaso sólo me llegue algún pequeño arañazo.