sábado, 8 de marzo de 2008

Murió Julián Marías, escritor, enero, 2006

Leí, hace ya unos cuantos días, la noticia del fallecimiento del escritor y filósofo Julián Marías. Tenía 91 años y, según he leído, aun  albergaba la idea de escribir dos nuevos libros. ¡Asombroso!  Este intelectual y hombre de letras, ahora físicamente muerto, fue para mí, en mi juventud, sinónimo de erudición y superior conocimiento. A pesar de ello, no he leído ninguno de sus sesenta libros, aunque sí alguno que otro de sus artículos periodísticos.

Por los múltiples elogios, la semblanza e información múltiple, leídas sobre Julián Marías, publicados en ocasión de su fallecimiento, se infiere que siempre fue personaje incómodo para los que mandaban, antes como después, y por la sencilla razón de  mantenerse fiel y defender  sus convicciones personales. Convicciones cristianas. Pues resulta significativo(al menos para mí),  que a pesar del número y calidad de su obra  no se le concedieran el Cervantes, o el Nacional de Letras.  Porque, tal como evidencian los hechos, a la hora del reconocimiento público de  sus méritos como hombre de letras y de pensamiento, primaron las diferencias ideológicas y/o  políticas con el poder de turno.


En suma, que, en este país en que vivimos, en todos los tiempos, la coherencia, la honestidad intelectual, el razonamiento justo, es reprochable. Y todavía más si al que le adornan estas virtudes es un cristiano católico. ¡Así nos está yendo! Buscaré el libro que escribió sobre España y lo pondré en la lista de mis próximas lecturas.

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En 2.08.2016 he hecho unas rectificaciones al texto original, escrito hace diez años. Aprovecho para incluir unos párrafos del artículo de Marías, publicado en 1997, titulado "Por qué mienten"



"En España, desde hace veinte años, han sucedido muchas cosas, buenas y malas, con evidente predominio de las buenas…. Lo que sigue faltando, y me preocupa extraordinariamente, es el triunfo de la veracidad. La verdad fue, como en todas las guerras, la primera víctima en 1936. Una crisis previa de la veracidad fue la causa últimamente decisiva de la discordia que llevó a la guerra civil; se buscan las causas de su origen, y rarísima vez se piensa en esta. La verdad fue evitada, perseguida durante los decenios siguientes, por el partidismo, la obsesiva politización de los que mantenían su versión interesada de las cosas y los que aspiraban a sustituirla por otra opuesta pero igualmente tendenciosa y deformadora. Esto es comprensible, pero ¿lo es la perduración de tales actitudes cuando se ha cancelado lo que de siniestro ha tenido una larga época, cuando se puede decir la verdad? Es gravísimo que no se haga, que no se quiera usar la libertad para lo que debe ser su finalidad primaria. (…)mentir descalifica al que lo hace, y debe tener la consecuencia inmediata de su desprestigio. Cuando alguien lo hace, los que lo saben deben tomar nota y obrar en consecuencia. Hay que tener en claro a quién se puede estimar, en quién se puede confiar. (…) La proporción es variable según las edades y las regiones españolas, pero el peligro es muy amplio.Con diversos pretextos, hay gentes dedicadas a lo que llamo la "calumnia de España". Ningún pretexto me parece aceptable para ello; no sólo en nombre de España, sino, todavía antes, en nombre de la verdad." Julián Marías ABC, 16 enero 1997



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