jueves, 13 de marzo de 2008

Gabriela Mistral - septiembre, 2005

En alguna otra ocasión ya he citado a esta poetisa chilena; personaje, al presente, según creo, poco conocido en España.
La producción literaria más conocida de Gabriela Mistral , y la que le ha dado fama, es poética.  Y este es el motivo por el que nada de esta insigne escritora esté entre mis lecturas, pues me inclino por las obras en prosa. Sin embargo,  no es de sus obras de lo que quiero hablar, sino de mi extrañeza por la aparente poca afición que al presente, según observo,  existe en España, por este personaje; a pesar de los lazos que su trayectoria personal, tanto en la vida pública, en su papel de cónsul de su país en la España Republicana, como en la privada por sus pretendidos y, puede que hasta fructíferos amores con Eugeni de Ors, el de la "Ben Plantada"(*), leído en un  artículo publicado por la web mujereshoy.com(1). Si a estas singularidades, les añades que fuera galardonada, en 1945, con el Nobel de Literatura; vez primera y por ahora única, en que una poetisa de las que escriben en lengua castellana  ha alcanzado esta distinción, parece claro( o, a mí me lo parece) qué algo pasa con Gabriela Mistral para tenerla tan marginada. ¿Verdad?

Me pregunto, pues, si el "olvido" de la maestra y universal poetisa chilena podría obedecer a ser su obra testimonio eterno de profundo sentimiento cristiano y fe en el Creador. Reproduzco a continuación unos párrafos seleccionados de la biografía de Gabriela Mistral escrita por Jorge Collar, en "Forjadores del Mundo Contemporáneo", tomo IV, Ed. Planeta, 1963.

"Pero sobre cualquier otra idea está la constante presencia de Cristo, que tiene casi la totalidad de su obra. Cristo, en la poesía de Gabriela Mistral, está unido a la más dura condición humana. Es el varón de dolores. La figura más repetida es la imagen que más hiere la sensibilidad, pero en ella también se esconde el misterio central cristiano. Gabriela Mistral, mujer doliente y atribulada, ha rogado al Padre Eterno: //Padre Nuestro que estás en los cielos, // por qué te has olvidado de mí, // te acordaste del fruto en febrero, //al llagarse la pulpa rubí//......... (Nocturno, D., 117)" (pág. 512)

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(1)  El artículo sobre Gabriela Mistral que yo leí en la web mujereshoy.com, y publicado entonces para conmemorar el cincuentenario de la muerte de la poetisa chilena, ya no aparece. Este vacío lo he llenado con otros dos interesantes links(enlaces) que detallo a continuación: http://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/mistral/biografia.htm
http://www.gabrielamistral.uchile.cl/estudios/volodia.html

(*) En el 2008, se cumplieron los cien años de la publicación de la magistral obra de Xenius, otro universal escritor que bien merece comentario propio .


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3 de marzo de 2014. Ayer estuve leyendo sobre esta escritora. Un personaje, desde luego, muy singular. Después de tanta lectura en torno a la misma, mi extrañeza ante el escaso conocimiento popular de su prolífica obra literaria, en esta España de mis amores y desamores, sigue en pie. Su  fulminante traslado como cónsul, de Madrid a Lisboa, en 1935 se produjo como consecuencia de la publicación de  una carta manuscrita de GM de carácter privado, con expresiones sobre las gentes de este país, España,  llenas de prejuicios y consideraciones personales, y , consecuentemente, nada diplomáticas, que a alguien interesó llegara al conocimiento general y se las ingenió para que apareciera publicada.  De todos modos, insisto, no entiendo su  "arrinconamiento" de nuestro común acervo cultural. Lo cual me lleva a  perseverar en la idea de que el profundo sentimiento religioso de muchos de sus escritos, esté en la-insisto- inexplicable causa principal de su discriminación.
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16 de abril de 2014

A continuación, corto y pego, imagen de Velázquez,  y oración a Cristo Crucificado de la inmortal poetisa chilena, halladas en una página fraciscana:

ORACIÓN AL CRISTO DEL CALVARIO(Diego Velázquez y Gabriela Mistral)
.
En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
Amén,
.