Cuando hace unos días comencé este
comentario, no pensé que me costaría tanto. Llevo, sin embargo, varios días en
ello y en múltiples ocasiones he cogido de nuevo el libro para releer varios de
sus capítulos. Con especial interés y atención he releído el Inicio y el Epílogo
de esta segunda edición.
El libro de J.Mallas,“ Misterios de las
civilizaciones muertas”, Ediciones Telstar, 2ªedición, febrero de
1972, está escrito a modo de ensayo en el que se exponen ideas propias y
ajenas resultado de los descubrimientos arqueológicos y de estudios de
especialistas, “los sesudos hombres y mujeres” que se han dedicado a explorar
los oscuros y tortuosos rumbos de la pobre criatura humana, en su deambular
histórico, partiendo del
denominado por el autor “ Meridiano
Cero”. Transcribo su localización, detallada por Mallas en la página 17:
“Nuestra civilización, La Occidental, está vertebrada, precisamente, a lo largo del “meridiano cero”. Este mismo meridiano, al menos hasta el momento, reconoce el origen de todas las civilizaciones, que pueden situarse en cualquier punto de su latitud y a poca distancia- relativamente poca – de la longitud, Este u Oeste. Si abrimos un Atlas y observamos un Planisferio, veremos que “el meridiano cero” es el 34º Long. E. De Norte a Sur podremos localizar nombres de bíblicas resonancias: Nazareth, Jerusalén, Belén…”
Apuntada ya la dificultad que estoy
teniendo para elaborar este comentario, a pesar de ser ya una cuarta lectura, paso
a señalar lo que al presente considero la finalidad principal de este
ensayo: advertirnos - cual
profeta apocalíptico - sobre nuestra
enferma Civilización Occidental. De hecho para el autor nuestra civilización ya
murió. Hipótesis desarrollada desde el inicio, en las primeras páginas
dedicadas al “Meridiano Cero”, 9 al 20, y remachada en su Epílogo a la
segunda edición de 1972. Siete son los capítulos en que se divide la obra
y cuyos títulos son los siguientes:
I La ciudad más antigua del Mundo.
II En busca de la Atlántida
III En el umbral del nuevo continente.
IV Rostros feroces, ritos sangrientos
V El silencio de las ciudades abandonadas
VI Salto a través del Pacífico
VII El infinito apunta al “Meridiano Cero”
En mis comentarios
anteriores sobre esta obra, cuyos enlaces detallo al pie, pasé por
alto muchos aspectos ahora vistos como por ejemplo el
evidente humanismo y fe cristiana del escritor, plasmados desde los comienzos
en sus citas y alusiones a la figura de Jesucristo, y también a otros pensadores
y humanistas cristianos. Entre ellos muchos españoles célebres, tal como
Eugeni D’Ors, Unamuno; Gregorio Marañón,
Santa Teresa de Jesús, etc. Llegados a
este punto, resalto algunas de las citas y reflexiones que más me gustaron:
“Fue, precisamente en esa línea del
“meridiano cero”, donde hace veinte siglos desgarráronse las más terribles
palabras del Cristo, condenado a los traficantes y mixtificadores de la Ley: “Ay, igualmente vosotros,
doctores de la ley: porque echáis a los hombres cargas que no pueden soportar,
y vosotros ni con la punta del dedo las tocáis.”(LC., 11,46 y ss.)” Y
añade la siguiente reflexión: “Quien haya estudiado la figura de Jesús,
en su doble naturaleza, divina y humana, y haya penetrado en la sublime y a la
vez misteriosa mansedumbre del Cristo, en su ternura y amor infinitos, en su
misericordia y caridad, advertirá claramente que la Fe, tantas veces por Él invocada, ni tiene satisfacción con la
tibieza ni admite por aliado al fanatismo; el cual, a la postre, no deja de ser
una forma retorcida de la hipocresía.”(pág.17)
“La conducta del hombre y de los pueblos
transcurre en un continuo pleito entre la sublimidad y la vileza; en una lucha
porfiada, terrible y hermosa a la vez”. (pág. 19)
“Si fuésemos capaces de interpretar
rectamente el mudo y en ocasiones siniestro mensaje de las civilizaciones
muertas, es posible que descubriésemos que no fue cataclismo geológico alguno
ni invasión arrolladora la causa primaria de su total desaparición. Fue algo
más sencillo y trágico: el
endiosamiento de la vileza, bajo cualquiera de sus múltiples y engañosas
formas.”(pág. 19)
E incido en la argumentación de Mallas en atribuir como causa subyacente a la desaparición de alguna de estas antiguas
civilizaciones, al enorme distanciamiento producido entre los intereses de las
élites y los del pueblo llano.
El autor es muy crítico con esas jerarquías que sólo patrocinaron su
exclusivo bienestar y la prevalencia del mismo sobre los del resto del
colectivo. En el análisis de las culturas centroamericanas azteca
y maya es donde , según creo, este argumento queda más claro, cuando se refiere a la
ferocidad y la crueldad reflejados en los dibujos e imágenes de los frisos pincelados por los
artistas de aquellas culturas, así como por el hecho revelador de cómo a
pesar del elevadísimo nivel de conocimientos alcanzados y
evidenciados en sus construcciones, calendario, etc., - que Mallas llama “progreso especulativo”- éste no fue
empleado para aliviar y mejorar los trabajos de la masa campesina, sino para
oprimirla. En varias ocasiones reprocha que elementos tan básicos en las tareas agrícolas como la rueda y el arado común .no fueran aplicados a estos usos . Porque- nos detalla-
conocieron la rueda, pero ésta sólo se aplicó en
juguetes.
Transcribo a continuación algunas de las
frases o pensamientos expuestos en el libro en relación a esta idea:
“Aunque en el Yucatán los sacrificios
humanos fueron menos masivos que en México…no por su sangrienta ferocidad deja
de pertenecer a un estado de infracivilización. Pero ejercido por una casta
intelectualmente desarrollada, es puro sadismo.”(pág.164)
“Cuanto más se estudian los enigmas
suscitados por la estructuración social de los pueblos precolombinos de
Centroamérica(1)…se advierte a qué
horrorosas deformaciones puede llegar la conciencia humana, cuando pretende
erigirse en poder absoluto.”(1) Este fenómeno es observable a lo largo de
toda la historia. Sin embargo, en las culturas aquí tratadas, precisamente por
su progreso especulativo al
servicio exclusivo de una clase dominante, ofrece contrastes de mayor violencia
y dramatismo.”(pág.164)
“En el pueblo maya se advierte, más que en
cualquier pueblo de la antigüedad, el abismo existente entre las dos únicas
capas sociales: el de las familias dominantes, núcleo reducido y, naturalmente,
conjugado con los sacerdote y una abrumadora masa de gente oprimida”(pág.164)
“…las únicas mentes cultivadas-sacerdotes-,
en vez de aspirar al progreso, pretendían sólo imponer su voluntad por el
terror…Una actitud semejante induce, incluso, a otra conclusión hipotética y
todavía más desoladora: aquella casta sacerdotal no deseaba el
menor progreso. Unas
inteligencias capaces de crear obras científicas y artísticas como las
descubiertas, de haber querido habrían creado también dos de los instrumentos
más prácticos, sencillo e impulsores del progreso: el arado y la rueda.”(pág.
166)
“En la jungla del Yucatán se extinguió un
pueblo- es decir, unas comunidades formadas por individuos, por seres humanos-,
al que se le escamotearon dos de los instrumentos más útiles para vivir y
progresar: la rueda y el arado”(pág. 170)
“…los indios del Yucatán, utilizaban un año
de 365 días y otro cómputo, el año de la Luna, de 360. Los días restantes ’no
eran contados porque llevaban ‘mal agüero”…conocían el sistema vigesimal y
utilizaban el cero.(pág.170)
…sus conocimientos astronómicos, tan
asombrosos como inexplicables. A la precisión de los cálculos del año solar, se
añade el enigma del año venusino de 584 días.”(pág.171)
Con el fin de evitar que quien sólo lea estas citas llegue a la errónea conclusión de que el autor, Mallas, en su
visión del pasado perdiera la perspectiva del presente y del futuro; transcribo
varios párrafos con los que cierra el capítulo dedicado a la civilización maya:
“También hoy tenemos poderosísimas “Ruedas
y arados”; desde los fertilizantes hasta las cosechadoras; desde la electrónica
al átomo; desde la asepsia completa hasta la conquista del espacio. Y, sin
embargo, dos tercios de la humanidad padecen hambre. Y por falta de la ayuda necesaria, la
capacitación indispensable y la tecnología precisa, en el mismo continente
suramericano, depositario de ingentes riquezas naturales, se movilizan más
recursos para alimentar golpes de estado que para nutrir a los
hambrientos.”(pág. 172).
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(lectura en el año 2004)