“Drama
en un espejo”(*), Marcel Haedrich,(1) Círculo de Lectores por cortesía de
Editorial Plaza y Jané, título del original francés, “Drame dans un miroir”.
Traducción de Domingo Pruna.
Lo leí hace unos
veinte años. Entonces lo que más llamó mi atención fue la coincidencia del
drama amoroso protagonizado
por seres aparentemente tan diferentes, vistos según estatus social, fortuna, y educación. Pero
idénticos, sin duda alguna, contemplados en cuanto a su humana condición. Es decir,
seres que aman, odian, sufren, desean, sueñan,…, tanto si acaudalado
y prestigioso abogado, como si vulgar obrera de fábrica. Los unos de posición"
elevada”, y los otros " baja”. Ambos, sin embargo, humanos. ¡Simplemente
humanos!
Esta vez mi interés se centró en la radiografía del mundo de la justicia,(2) en la
Francia de los años 50 del pasado siglo XX, tan espléndidamente
expuesta, según creo, en esta novela. Y ello por
su semejanza, pienso, con el de la España actual, siglo XXI.
Mundo de la justicia, descrito y definido por Haedrich a través de uno de sus principales protagonista, el joven abogado Pierre-Ange, en carta dirigida a su madre, con la siguiente concluyente afirmación. “La justicia es verdaderamente una máquina espantosa” (pág.76.)(3) Conclusión ampliamente justificada por los hechos allí narrados, basados en la realidad. Porque la historia,(4) según advierte el autor, se la contó y le proporcionó la documentación judicial que le sirvió de base, un redactor del “Parisien libéré”, Alex Ancel, a quien, en justo reconocimiento, va dedicada la obra.
Mundo de la justicia, descrito y definido por Haedrich a través de uno de sus principales protagonista, el joven abogado Pierre-Ange, en carta dirigida a su madre, con la siguiente concluyente afirmación. “La justicia es verdaderamente una máquina espantosa” (pág.76.)(3) Conclusión ampliamente justificada por los hechos allí narrados, basados en la realidad. Porque la historia,(4) según advierte el autor, se la contó y le proporcionó la documentación judicial que le sirvió de base, un redactor del “Parisien libéré”, Alex Ancel, a quien, en justo reconocimiento, va dedicada la obra.
En la trama argumental se distinguen dos
partes. La primera ,“El Sumario”, en la que se describen la personalidad y el entorno socio-económico de sus seis protagonistas principales, el trío Larnier, Eponime, Hagoline, de clase baja; y el trío Pierre- Ange, Florence, Lamorcière, de clase alta, así como el suceso y los trámites y atestados
policíacos .
Parte que se cierra con la exposición de las conclusiones de las investigaciones judiciales plasmadas por el juez instructor; un inicuo juez, para quien los acusados si eran pobres, como en este caso, no significaban nada, sólo elementos de escaso interés de “un expediente que nadie iría a desmenuzar para ver si había sido convenientemente instruido”.( ¡Qué parecido, - me digo yo - con la realidad de este país, España! )
Reproduzco el párrafo de la recomendación del oficial del juzgado :
Parte que se cierra con la exposición de las conclusiones de las investigaciones judiciales plasmadas por el juez instructor; un inicuo juez, para quien los acusados si eran pobres, como en este caso, no significaban nada, sólo elementos de escaso interés de “un expediente que nadie iría a desmenuzar para ver si había sido convenientemente instruido”.( ¡Qué parecido, - me digo yo - con la realidad de este país, España! )
Reproduzco el párrafo de la recomendación del oficial del juzgado :
“dejarle hablar…”, “El juez se escucha a sí mismo”(p. 85), “Un imbécil…Una máquina de registrar… No había intentado comprender el drama, sacar a flote su miserable verdad. Se preocupó solamente de volver a escribir, en francés más correcto- ¡más elegante!- , el informe del comisario…Y se sentía sumamente feliz cuando podía añadir un hecho nuevo…” (p.89).
Y, la segunda parte,“El proceso”, con los detalles del juicio y el desenlace final de la novela. Según creo , la más sugestiva pues en ella se describe con explícita sencillez la pieza teatral que, en definitiva, puede llegar a ser “un juicio”. Es decir, una
burda escenificación de la realidad, en la que no se
busca la verdad, y aún menos aplicar justicia en su justo sentido de equidad, equilibrio y proporción.¡ No, eso, ni hablar! Ni
por parte del juez, ni del fiscal, ni de los llamados abogados de la defensa,
quienes impulsados bien por mantener su prestigio profesional, o por los
honorarios a percibir, “preparan”, es decir “montan” un guión e instruyen a su
“defendido” para la representación de un papel. Su objetivo es ganar
el pleito. Seres, sin duda, de escasa conciencia y nula profesionalidad.
A Marcel Haedrich, el autor, le corresponde el gran mérito de haber narrado con amenidad y sutileza tan escabrosa crónica real, protagonizada por tan
sórdidos personajes, los unos de "arriba", y los otros de "abajo", pero todos ellos muy parecidos entre sí, animados por idénticos bajos instintos y
desenfrenos personales.
En fin, nos libre Dios de tener que acudir a esa "máquina
espantosa", tan bien descrita en esta singular novela.
_____________
(*)Novela llevada al cine por el director estadounidense Richard
Fleischer bajo el título de “Una
grieta en el espejo”, con Orson Welles, Juliette
Gréco, y Bradford Dillman como actores principales.
(1) Marcel
Haedrich, fue un afamado escritor, periodista y cronista de
radio francés, creador de numerosos ensayos, biografías, novelas y artículos
periodísticos, director de redacción de Marie Claire durante algunos años.
(2) “Justicia” con
inicial mayúscula, entendida como lo justo y proporcional. Que simbólicamente
es representada por una noble dama ciega, con una equilibrada balanza en una de
sus manos y en la otra una espada boca abajo, que nos recuerda, no obstante, la
existencia de la espada y, asimismo, la cita evangélica “Guarda tu espada,
porque al que mata con espada, con espada lo matarán” (Mateo, 26,52).
(3) Cuestión de fondo y su transcendencia:
la espantosa maquinaria de la justicia en la Francia de mediados del siglo XX,
y su semejanza con la mal llamada justicia, que percibo se está practicando
en este país, España. Cuyos principales responsables son los jueces,
sin duda, pero también y en buena proporción de los llamados
profesionales del Derecho, los abogados. Muchos
de los cuales sólo ven en el ejercicio de su profesión un medio económico. Lo
que prima en ellos es la obtención de ganancias fáciles, es decir, sus
honorarios. Lo que cobrarán, bien directamente del cliente, bien mediante el
logro de la condena con costas. Con manifiesta, al menos así lo creo
y estimo, falta de Ética (moral, conciencia). Y que, desafortunadamente,
prolifera y tiene en las numerosas causas de divorcio y/o separación, tan en
auge en esta España de mis amores y desamores, con niños de por medio,
multiplicidad de escandalosos males ejemplos. En los que los abogados de ambos
cónyuges o ex cónyuges actúan guiados exclusivamente por la percepción de
honorarios, y, con este fin, alargan indefinidamente las causas judiciales ya existentes,
o entablan nuevas demandas, instan recursos y solicitud de
modificaciones, a sabiendas, en muchos casos, que no tienen posibilidad alguna
de prosperar y sí, muchas más, de empeorar la situación. Y, del mismo modo que en la novela de Haedrich, a espaldas de sus respectivos clientes, llegan
a acuerdos extrajudiciales, perjudiciales para los teóricamente por
ellos defendidos, pero de interés para su prestigio profesional, o para, alargar
indefinidamente la causa y convertirla así en una corriente continua de dinero para ambos
“profesionales”.
Pienso que quienes hayan tenido la
desgracia de acudir a los tribunales de justicia tienen semejante o parecida
mal experiencia a la por mí más arriba señalada. ¡Mal asunto!
(4) Reitero que no es ficción, sino realidad pura y dura. Muy dura,
por cierto, y en especial su parte primera, la del Sumario, la que explica qué, quiénes y cómo, o sea, el horrendo
crimen cometido, meollo de la trama argumental, cuyos
autores, sus caracteres, circunstancias
personales y entorno socio - económico, son descritos a través de
los atestados policíacos realizados por
un inspector y un comisario de policía, y del escrito del juez instructor.
En esta parte del Sumario, debido a la sordidez del relato pensé en interrumpir la lectura, pero el recuerdo del final me llevó a continuar, y creo, además, que mereció la pena, pues muchas son las reflexiones y enseñanzas aportadas; en especial, su parte segunda “El proceso”.
En esta parte del Sumario, debido a la sordidez del relato pensé en interrumpir la lectura, pero el recuerdo del final me llevó a continuar, y creo, además, que mereció la pena, pues muchas son las reflexiones y enseñanzas aportadas; en especial, su parte segunda “El proceso”.