A medidos del 2008 leí “Adriana, Vida de
Madame de La Fayette”, de André Maurois, editada por Círculo de
Lectores, año 1960, con nota preliminar del autor y traducción de Alfredo
Darnell. Una documentada biografía de la
esposa del histórico político francés. Es un libro grueso, en cuyas páginas son
reproducidos muchos documentos y cartas de la familia Lafayette. Documentación hallada en una estancia del palacete en el
que el histórico personaje vivió sus últimos años. Estancia que,
curiosamente, permaneció cerrada y
conservada tal como la dejara Lafayette. Transcribo nota de André Maurois a este respecto:
“En la vida de
un escritor, y especialmente en la de un biógrafo, se dan casualidades y azares
felices. Nunca formé el proyecto de escribir una vida de Adriana de La Fayette.
Yo conocía bastante bien la del héroe de la independencia americana, pero
ignoraba que su mujer fuera una de las figuras más emocionantes de la
historia. Por otra parte no creía que fuera posible, después de tantos
investigadores, encontrar sobre La Fayette y su tiempo dos prodigiosas
colecciones de documentos inéditos. Ha sido preciso, para que este libro fuera
escrito, una asombrosa serie de hallazgos y de acontecimientos.
La Fayette, al regresar a Francia después de
la Revolución, se instaló en el castillo de La Grange-Bléneau, en Brie. Este
dominio había pertenecido a la duquesa de Noailles, madre de Adriana,
guillotinada durante el terror. En el momento de la muerte de La Fayette (1834)
contenía los más valiosos archivos, no sólo sobre el período posterior a 1800,
sino sobre el antiguo régimen, la guerra de la Independencia y la Revolución
Francesa. He aquí cómo se explica esta milagrosa conservación de todo cuanto
la tormenta hubiera podido dispersar.
André
Maurois”
Ha pasado mucho tiempo desde que lo leí y, además, no tengo el libro en mi poder. Como ya dije
es una obra biográfica escrita por André
Maurois, el reconocido escritor francés de origen judío alsaciano, famoso por
su erudición y por sus otras muchas obras y biografías de personajes
históricos. Hablaré, pues, de aquello que más me impactó y quedó en mi
recuerdo.
Empezaré por citar
el contraste tan enorme que hallé entre la imagen popular del célebre marqués por su incisiva participación en la
historia tanto de Francia como en la de los EEUU, con la del Lafayette, padre y esposo, a mi
modesto parecer, la de un ser egocéntrico,
egoísta e inútil hombre de la casa, ámbito en donde no era nadie sin o
si faltaba la esposa. Me pareció, en suma,
un indolente consentido.
La muy injusta, aunque tradicional, falta de reconocimiento público del
papel básico jugado por algunas mujeres,
sin cuya concurrencia, prestigiosos personajes no hubieran podido alcanzar los
puestos ni las metas históricas que les han inmortalizado. En el caso concreto
del matrimonio Lafayette, tenemos un digno ejemplo.
De cómo las élites sociales de cualquier lugar, sistema político o época
emplean similares modos y comportamientos para concentrar entre sus miembros
el poder sobre los distintos ámbitos sociales
y, así, acrecentar, si cabe, sus ya grandes fortunas personales e influencias. Porque
si rico era Lafayette, más rica y de mayor prestigio aún era la familia de la
que procedía Adriana(Duques de Noailles), los casaron cuando ambos eran unos
adolescentes, casi niños. Práctica, por otra parte, habitual.
Pero deteniéndome sólo en el personaje
protagonista, o sea, en Adriana, y según lo contado por Maurois en la obra,
fue, sin duda, una gran mujer, por sus actitudes y hechos, mostrados a todo lo
largo de su existencia, por su
fidelidad, amor, sacrificio, abnegación, valentía y defensa a ultranza de los
suyos, (padres, marido, hijos, nietos…). Resaltaré, a modo de ejemplo, uno de
los para mí más significativos hechos de la vida de esta mujer, conocida sólo
por haber sido la esposa del egotista Marqués de Lafayette, y acaso, en
ocasiones, hasta confundida con la célebre Mme. de Lafayette, la autora de “La
Princesa de Cleves” pariente del marqués.
El hecho al que aludo fue su voluntario traslado a
la prisión donde estaba su marido cuando los austríacos lo detuvieron (1). Allí
se fue ella y creo recordar una de sus hijas, con el fin de aliviar las duras
condiciones de la prisión del marido. Duras condiciones que hicieron mella en
su salud, la de ella, y fueron la causa de su muerte. En la biografía de
Lafayette publicada en Wikipedia se señala la dureza de la prisión
austríaca pero ni siquiera se hace mención de la generosidad de la esposa para
un marido cuyas veleidades amorosas le eran conocidas. Wikipedia dice: “ En 1791, perseguido por los
Jacobinos, trata de escapar a los Estados Unidos a través de Holanda. Es
capturado por los austríacos y pasa cinco años en prisión, en muy duras
condiciones de detención.”
Y
para terminar, quiero mencionar también el tradicional favoritismo de las leyes, de los legados y
costumbres sociales, primando a los ejemplares masculinos sobre los femeninos, que la lectura de esta biografía evidencia una vez
más.
_______
(1) Este singular hecho de que la esposa, acompañada
incluso por sus hijos, decida compartir la prisión del marido y padre, lo leí
referido a la esposa del gran felón Antonio Pérez, el secretario de Felipe II. En
aquel caso y también en este de Lafayette y esposa, la aceptación del marido y
padre de tal sacrificio me parece una muestra más, irrefutable, del calibre personal del sujeto
en cuestión. “Primero yo, segundo yo,…y, siempre yo”