viernes, 11 de octubre de 2013

Adriana, Vida de Madame de La Fayette", de André Maurois

A medidos del 2008 leí “Adriana, Vida de Madame de La Fayette”, de André Maurois, editada por Círculo de Lectores, año 1960, con nota preliminar del autor y traducción de Alfredo Darnell.  Una documentada biografía de la esposa del histórico político francés. Es un libro grueso, en cuyas páginas son reproducidos muchos documentos y cartas de la familia Lafayette. Documentación  hallada en una estancia del palacete en el que el histórico personaje vivió sus últimos años. Estancia que, curiosamente,  permaneció cerrada y conservada tal como la dejara Lafayette. Transcribo nota  de André Maurois a este respecto:
 “En la vida de un escritor, y especialmente en la de un biógrafo, se dan casualidades y azares felices. Nunca formé el proyecto de escribir una vida de Adriana de La Fayette. Yo conocía bastante bien la del héroe de la independencia americana, pero ignoraba que su mujer fuera una de las figuras más emocionantes de la historia. Por otra parte no creía que fuera posible, después de tantos investigadores, encontrar sobre La Fayette y su tiempo dos prodigiosas colecciones de documentos inéditos. Ha sido preciso, para que este libro fuera escrito, una asombrosa serie de hallazgos y de acontecimientos.
 La Fayette, al regresar a Francia después de la Revolución, se instaló en el castillo de La Grange-Bléneau, en Brie. Este dominio había pertenecido a la duquesa de Noailles, madre de Adriana, guillotinada durante el terror. En el momento de la muerte de La Fayette (1834) contenía los más valiosos archivos, no sólo sobre el período posterior a 1800, sino sobre el antiguo régimen, la guerra de la Independencia y la Revolución Francesa. He aquí cómo se explica esta milagrosa conservación de todo cuanto la tormenta hubiera podido dispersar.
                                                                                                       André Maurois”


Ha pasado mucho tiempo desde que lo leí y, además,  no tengo el libro en mi poder. Como ya dije es una obra biográfica escrita por  André Maurois, el reconocido escritor francés de origen judío alsaciano, famoso por su erudición y por sus otras muchas obras y biografías de personajes históricos. Hablaré, pues, de aquello que más me impactó y quedó en mi recuerdo.
Empezaré por citar  el contraste tan enorme que hallé entre la imagen  popular del célebre  marqués por su incisiva participación en la historia tanto de Francia como en la de los EEUU, con   la del Lafayette, padre y esposo, a mi modesto parecer, la de un ser egocéntrico,  egoísta e inútil hombre de la casa, ámbito en donde no era nadie sin o si faltaba la esposa. Me pareció, en suma,  un indolente consentido.
La muy injusta, aunque tradicional, falta de reconocimiento público del papel básico jugado  por algunas mujeres, sin cuya concurrencia, prestigiosos personajes no hubieran podido alcanzar los puestos ni las metas históricas que les han inmortalizado. En el caso concreto del matrimonio Lafayette, tenemos un digno ejemplo.

De cómo las élites sociales de cualquier lugar, sistema político o época emplean similares modos y comportamientos para concentrar entre sus miembros el  poder sobre los distintos ámbitos sociales y, así, acrecentar, si cabe, sus ya grandes fortunas personales e influencias. Porque si rico era Lafayette, más rica y de mayor prestigio aún era la familia de la que procedía Adriana(Duques de Noailles), los casaron cuando ambos eran unos adolescentes, casi niños. Práctica, por otra parte, habitual.
Pero deteniéndome sólo en el personaje protagonista, o sea, en Adriana, y según lo contado por Maurois en la obra, fue, sin duda, una gran mujer, por sus actitudes y hechos, mostrados a todo lo largo de su existencia,  por su fidelidad, amor, sacrificio, abnegación, valentía y defensa a ultranza de los suyos, (padres, marido, hijos, nietos…). Resaltaré, a modo de ejemplo, uno de los para mí más significativos hechos de la vida de esta mujer, conocida sólo por haber sido la esposa del egotista Marqués de Lafayette, y acaso, en ocasiones,  hasta confundida con la célebre  Mme. de Lafayette, la autora de “La Princesa de Cleves” pariente del marqués.
El hecho al que aludo fue su voluntario traslado a la prisión donde estaba su marido cuando los austríacos lo detuvieron (1). Allí se fue ella y creo recordar una de sus hijas, con el fin de aliviar las duras condiciones de la prisión del marido. Duras condiciones que hicieron mella en su salud, la de ella, y fueron la causa de su muerte. En la biografía de Lafayette publicada en Wikipedia se señala la dureza de la prisión austríaca pero ni siquiera se hace mención de la generosidad de la esposa para un marido cuyas veleidades amorosas le eran conocidas. Wikipedia dice:  “ En 1791, perseguido por los Jacobinos, trata de escapar a los Estados Unidos a través de Holanda. Es capturado por los austríacos y pasa cinco años en prisión, en muy duras condiciones de detención.”
Y para terminar, quiero mencionar también el tradicional  favoritismo de las leyes, de los legados y costumbres sociales, primando a los ejemplares masculinos  sobre los femeninos, que  la lectura de esta biografía evidencia una vez más.
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(1)  Este singular hecho de que la esposa, acompañada incluso por sus hijos, decida compartir la prisión del marido y padre, lo leí referido a la esposa del gran felón Antonio Pérez, el secretario de Felipe II. En aquel caso y también en este de Lafayette y esposa, la aceptación del marido y padre de tal sacrificio me parece una muestra más,  irrefutable, del calibre personal del sujeto en cuestión. “Primero yo, segundo yo,…y, siempre yo”