Con este libro de Simenon, tengo el mejor ejemplo. Después de Joris Terlink,
protagonista indiscutible de la novela, los otros personajes que tienen cierto protagonismo son
mujeres. Todas le han dado o aportado algo a su existencia y a su particular,
singularísimo, modo de ser. En primer lugar, obviamente, su madre, una impar vieja señora. Trabajadora incansable, que
desprecia a los ricos y a la hipocresía por ellos encarnada, incluido su propio
y único hijo. Para seguir con Thérése, su
sufrida esposa y muda voz de su conciencia, similar al Pepito Grillo de
Pinocho – “en sus
miradas Terlink lee las palabras no dichas “que le inspiran un odioso desapego. Y el dúo de Marthe y María, con el que cierra su
vida. Sin menoscabar u olvidar los airosos personajes de Lina y Manola, unas jóvenes sin prejuicios y con una visión y un
mundo diametralmente opuesto, diferente, muy distinto, al del vetusto alcalde
de Furnes. El de éste un convencional y retorcido mundo de intereses y
convencionalismos formales.
Los pasajes referidos a las visitas de Terlink a la casa de Lina- habitación
concretamente- en los que se describe el desorden allí imperante, con las ropas
tiradas por doquier, incluidas las prendas íntimas, así como el desparpajo de
las actitudes y conversaciones desenfadas de las muchachas, me resultaron
divertidos. Especialmente la narración de la micción de Manola, escuchada
perfectamente por el vejete... ¡Vamos, un sin fin de detalles pormenorizados y
sustanciosos que dotan de realidad a la escena!
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