viernes, 19 de agosto de 2016

El cuaderno gris, de Josep Plá

El pasado julio empecé a leer “El cuaderno gris”, de Josep  Plá, Unidad Editorial, 1999, Colección Millenium, las 100 joyas del milenio, núm.40,  con prólogo de Carmen Rigalt. Título original en catalán “El quaderm gris”, traducción de Dionisio Ridruejo y Gloria Ros.


Libro de casi seiscientas páginas en el que a modo de diario están plasmados, entre las fechas del  8 de marzo de 1918(1) y el 15 de noviembre de 1920, los  recuerdos y  las particulares impresiones de un muy joven Josep Plá, veintiún años,  sobre diversidad de cuestiones  como la sardana, los ampurdaneses, la lengua catalana, el matrimonio, y un largo etcétera. Pues muchas  y variadas son las materias por él allí abordadas. Juicios expresados a través de narraciones breves sobre sus familiares, paternos y maternos, de sus vecinos y de otros personajes de Palafrugell o  sus cercanías. También ofrece sus evaluaciones sobre obras y/o autores entonces en boga, entre los que  predominan los de origen catalán, o relacionados con Cataluña, como Eugeni D’Ors, Carner, Sagarra, Verdaguer, por citar algunos. Sin olvidar las historietas contadas protagonizadas por algún que otro personaje propio del lugar, y las entrañables descripciones de los hermosos parajes mediterráneos del Bajo Ampurdán (Baix Empordà) en los que Plá tuvo la gracia de nacer y vivir, y, además, vivir bien, dada la buena posición familiar.   Particularmente estas descripciones e historias, son las partes del libro que más me han gustado.  ¡Y mucho!



 Lectura que- no obstante-  decidí interrumpir. Me hallaba entonces en la pág.158, finalizado  el relato del 22 de agosto, que describe los amores entre” la Conxeta”  y “el Martí”, dos jóvenes de familias barcelonesas, veraneantes en Calella de Palafrugell.  Amores que culminaron- según cuenta Plá-  en un formal matrimonio luego de unos cuantos años de relaciones. Historia simple y sosa, utilizada por el  escritor- pienso- para expresar sus particulares ideas  sobre el papel real que a su muy particular modo de ver desempeñan las féminas en las relaciones amorosas. 

Pero esta historieta  a mí  me llevó a la personal reflexión sobre la en demasía particularidad de las opiniones y del limitado contorno del universo descrito por Plá, - al menos hasta aquel momento de mi lectura-    circunscrito a los suyos y a su más inmediato hábitat: Mi familia, mi pueblo,  la camarilla, el médico, el cura… , mi pueblo, Catalunya,  mis lecturas, mi… mis….mío… Un mundo, en suma, para mi gusto, estrecho. Y llegué  a la misma  conclusión que cuando hace ya unos cuantos años atrás, leí dos de sus narraciones cortas (2),  en el sentido que Josep Plá era tan particular como  aquel patio cantado por la vieja canción de corro “El patio de mi casa, pero    que, al fin y al cabo, “cuando llueve  se moja como los demás”.

Más adelante, D.M., continuaré su lectura.

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(1) Fecha en la que Josep Plá cumplía 21   años, entonces  mayoría de edad.

(2) Las dos narraciones son: “Un viaje frustrado” y “Contrabando”, con cuya lectura disfruté mucho y guardo un grato recuerdo.  


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