martes, 20 de noviembre de 2018

Patria, de Fernando Aramburu,


Patria, Fernando Aramburu, Tusquets Editores, Colección Andanzas, 19ª edición, julio 2017.


Es una gruesa novela  compuesta de 125 capítulos. Me habían hablado bien de esta obra. A mí hay cosas que me han gustado, pero otras no,  las cuales, además, considero hubiesen podido ser  omitidas. Pero, sin duda, ¡hay que vender!  Más adelante espero poder expresar cuáles han sido los aspectos para mí sobrantes. Ahora hablaré de lo positivo desde mi modesto entender de esta obra, que es  la sencillez  y el tono coloquial del lenguaje y hasta amenidad  en el relato de tan polémica como silenciada cuestión del desgarro sufrido por una sociedad, la sociedad vasca, como consecuencia  de la dinámica destructora del terrorismo de ETA allí implantando, inducido y alimentado por un nacionalismo muy estrecho, excluyente, fanático, cobarde e ignorante. Terrorismo devastador cuya finalidad destructiva, considero, se ha visto cumplida. Porque a unos los ha matado físicamente, a otros moral, y  a unos cuantos, bastantes, física y moralmente. Ya que la sociedad vasca de hoy, tal como nos revela la lectura de esta gruesa novela, no tiene nada que ver, creo, con la de antes de que la asesina ETA irrumpiera en escena y se erigiera en  motor de sus vidas. Promoviendo e impulsando entre sus miembros, aquellos aspectos más miserables de nuestra  humana condición. Condición humana que a unos, pocos, los hace héroes, pero a los muchos villanos, verdugos , malvados, envidiosos, crueles, cobardes…

Los protagonistas son los miembros de dos familias vascas( "por los cuatro costados" que decíamos antes)  de un pueblo guipuzcoano cercano a San SebastiánLos mayores habían sido buenos amigos desde muy jóvenes, tanto ellas como ellos y sus relaciones era más bien las propias de personas unidas por lazos de familia. Los hijos, tres  y dos respectivamente, se habían criado casi como hermanos. A través de las historias y  andanzas de estos nueve personajes principales, Miren, Joxian, Arantxa, Joxe Mari y Gorka, por una parte; y Bittori, Txato, Xabier y Nerea,  por el otro, se desarrolla la trama argumental cuya exposición   no sigue un orden cronológico.   El relato se inicia en el presente, Bittori esperando a su hija y yerno, y luego a lo largo del libro los hechos y sucesos del pasado se van conociendo a través de los recuerdos, los  pensamientos y disquisiciones personales de los personajes, en especial de la entrañable Bittori. Son, según creo, los llamados “interiorismo”(monólogos interiores), como el utilizado por Agustín Yáñez en su obra “Las tierras flacas”, novela que tanto me gustó, y también en “Cinco horas con Mario”, de Miguel Delibes.

A la par de la problemática del nacionalismo cerril y del terrorismo asesino de Eta, Aramburu  da una visión de los  cambios (*) experimentados por la sociedad vasca en estos últimos treinta o cuarenta años. Por otra parte iguales o parecidos a los del resto del conjunto de la sociedad española. Es decir, relajación  de las costumbres con pérdida de los referentes de moralidad habidos, divorcios y separaciones, lucha entre los antes cónyuges por el reparto de los bienes y de  los hijos, las relaciones sexuales fuera del matrimonio y como simple escape de la libido, en “alguna” por cierto muy activa, tal como en el personaje de Nerea(**). El aborto, adopciones, disminución del número de hijos, las relaciones y matrimonio entre personas del mismo sexo. La pérdida de la fe en Dios y  de las creencias cristianas, junto al papel de los curas, no de todos pero sí de muchos, olvidados por completo de su función de mediador entre Dios y la humana criatura en las cosas que miran a Dios, que son las cuestiones del alma y de su salvación,  sin acepción de personas, o sea, independientemente de ser blanco, negro, amarillo o mezcla, vasco o no vasco, rico o pobre, ser del PNV, de Bildu, socialista o del PP vasco. Situación esta última antes circunscrita al País Vasco (las Vascongadas de antaño) y los curas de Montserrat pero que, al presente, desafortunadamente, ha sido importado por muchos de la clerecía catalana.  

El final me ha parecido muy edulcorado y poco creíble, especialmente en cuanto a Miren, personaje de estrechas miras y de enconados rencores gratis con los distintos a ella, en la que están encarnados los aspectos más absurdos, tal vez más correcto llamarles “miserables” del  nacionalismo cerril.



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(*)Había escrito la palabra “evolución” en lugar de “cambio”. Pero, me niego a utilizar el primer término porque para mí es sinónimo de mejoría. Y, yo no considero que haya sido así.
(**) El personaje de Nerea considero es de todos los de esta novela el más ficticio por las características que le adornan. Lo de adornar es un decir. Con ella y la descripción de sus liberalidades sexuales, se persigue incorporar aquellos elementos de sexo, al presente, según parece, imprescindibles en las novelas, para tener asegurado el éxito de ventas.

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Lo de más arriba se refiere a la ficción contada por Aramburu en su libro "Patria", y lo que viene a continuación es la realidad que muchos no nos quieren contar porque es incómodo para algunos de los que mandan o han mandado, y, además,  "no vende" . Por otro lado,  y también se debe considerar  que  es más cómodo cerrar los ojos a las evidencias más absolutas, por aquello de que bien dice el dicho : "Ojos que no ven, corazón que no siente"

Recomiendo la audición de esta entrevista, un desgarrador testimonio de la soledad y del abandono, especialmente por parte del resto de los conciudadanos( todos nosotros), de las víctimas; en este caso concreto, los jóvenes guardias civiles y sus acompañantes, en los bochornosos sucesos acaecidos hace dos años en Alsasua (Navarra). Una vez más- ¡hasta cuándo, Señor!- la cobardía colectiva se apodera de una población y convierte, al igual que ahora, a los cobardes y miserables verdugos ( a  los reales agresores) en víctimas. ¡Bochornoso! Mi admiración y apoyo más sincero a esta madre! ¡Una "madre"!(1)



(1) Hace ya unos cuantos años, mientras comentaba el libro de juventud de Joyce, "Dublineses", dediqué una entrada a una de las historias allí contadas que tenía igual título ¡Una madre!, pero que en mi caso, dejé la ficción del escritor irlandés para dedicarla a un personaje real, una madre vasca. Me remito a estas dos "viejas" entradas, en relación a esta triste realidad:



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