martes, 4 de diciembre de 2018

Lo que el viento se llevó,(*) de Margaret Mitchell.(1)(Escarlata/Melania)


Lo que el viento se llevó,(*) de Margarte MitchellJosé Janés Editor. Tercera Edición, primera en “Manantial que no cesa”, octubre 1947. Traducción del inglés por Juan G. de Luaces y Julio Gómez de la Serna. Título de la obra original: “Gone with the wind”, publicada en 1936. Ha sido una segunda lectura.  La primera fue hace muchísimos años, siendo yo muy joven. Han pasado, pues, muchos años y como en la novela los cambios habidos a mi alrededor en muchas, muchísimas ocasiones, me han llevado a la particular consideración de hallarme en un mundo radicalmente diferente al vivido y conocido antes, un mundo que se ha ido con el viento.  Pero ahora no toca hablar de ello, sino de la obra de la estadounidense Margaret Mitchell,(Atlanta,1900-1949). También hay una película basada en esta novela,. un film clásico, estrenado en 1939  que recibió ocho Óscars y tuvo, al igual que el libro, éxito inmediato.

Según leí fue la única novela que escribió  Margaret Mitchell, le llevó unos diez años y lo hizo desordenadamente. Es una larga narración ambientada en el estado de Georgia del Sureste de los EEUU, en los momentos históricos de la Guerra de Secesión(1861-1865) y los inmediatos posteriores. Numerosos  y variados son los personajes que componen  esta prolífica obra; como también múltiples y variadas las historias protagonizadas por ellos. Historias con las que la autora pretendió, según creo,   describir  sentimientos y vivencias de las gentes, tal vez de todas, pero se centró demasiado, así lo estimo, en las de blanco color,  de aquella zona del sur, antes, durante y después de la guerra civil.

En la obra hay cuatro personajes que destacan sobre el resto, Escarlata, Melania, Rhett y Ashley, alrededor de los cuales es tejida la trama argumental. Una, en apariencias, trepidante historia de amor, cuyo seguimiento nos va descubriendo el ambiente socio-económico en el que se desenvolvía, antes del conflicto,  un colectivo situado ya en la cima social, compuesto por  blancos  ricos, poseedores de grandes extensiones de tierra y de dotaciones de esclavos negros. En una economía agraria que se sustentaba básicamente  en el cultivo del algodón, producción  que era vendida a los fabricantes de tejidos británicos. Gentes, no obstante, cuyos más mayores habían conocido la pobreza y trabajado duramente para alcanzar la sólida posición del presente. Se conocían todos y estrechaban sus vínculos a través de los matrimonios. La mayoría eran cristianos protestantes. Familias de numerosos hijos en las que el papel de la mujer era básico, en primer lugar por la crianza de los hijos y  como  administradora de la gran  hacienda, siendo, consecuentemente, el matrimonio el destino esperado de las jóvenes, para cuyo fin eran preparadas. Con sólo quince o dieciséis años ya podían estar casadas y hasta madre de alguna criatura. En muchas ocasiones con maridos que les doblaban o triplicaban la edad. A los diecinueve años eran consideradas solteronas. Los estudios eran elementales, tales como los recibidos por Escarlata. Pero, al menos, según la novela, esta formación bastante elemental era para ambos géneros.

En estos cuatro personajes están sintetizados los valores, positivos y negativos, encarnados por  aquellas gentes.

Empezaré por el para mí más hermoso, y también el que considero más ficticio, la feíta Melania Hamilton, descrita como físicamente insignificante y frágil, pero de  fuerte espíritu, adornada de profundas convicciones religiosas y patrias.   .  La maternidad y los hijos son para ella grandes realizaciones, en tal medida  que a pesar de los peligros ciertos para su vida, anhela traer al mundo nuevas criaturas. Buena esposa y madre. Persona caritativa que no desprecia a su prójimo, cualquiera que sea su raza, condición social o ideología.

Escarlata O´Hara , la protagonista,   representa todo lo contrario, o sea,es  la contrafigura  de Melania. Descrita como mujer práctica,  vital y de singular atractivo físico, al mismo tiempo que un enorme saco de egoísmo. Reúne en sí los fuertes contrastes entre sus progenitores: el físico y belleza de la madre, mujer  de distinguida familia  de Savannah de origen francés. Y el carácter del padre, un ya maduro  “self made man” de origen irlandés que llegó pobre a los Estados Unidos huyendo de su país natal. Estos rasgos del carácter de Escarlata se acentuaran durante y aún más después de terminada  la guerra En esta posterior etapa los hechos narrados la dibujan  como mujer emprendedora, con visión clínica para los negocios,  rápido cálculo mental, y nada escrupulosa en su afán de acumular mayores y más fáciles riquezas. Peculiaridades, por otra parte,   no muy acordes y más bien en contradicción al idealizado prototipo  y papel de la mujer del sur,  que, a pesar de lo vivido, seguía imperando  entre aquellas gentes.   Escarlata, sin embargo, no ha olvidado la miseria, las tribulaciones y el hambre sufridas  y   vive obsesionada por tener mucho dinero, para ella garantía de felicidad y sosiego, y no tiene reparos para conseguirlo. La maternidad y los hijos, contrariamente a Melania, le son un gran estorbo. Es dibujada con nulo instinto maternal. De los hijos habidos, que ella bien hubiese evitado tener, el primero le tiene miedo, la segunda, Elle, es una criatura que evidencia la elevada ingesta de alcohol de su madre durante su gestación. Y de la habida con Rhett, Bonnie, ha dejado que el padre la malcriase en sobremanera. La autora pone en su boca  la siguiente frase que estimo le define (p. 713):

“¡La muerte, los impuestos y los hijos! ¡Todo viene siempre cuando menos falta hace!”


Las virtudes simbolizadas  en este personaje por la escritora son, creo, su tenacidad y una  fortaleza de ánimo muy superior,  empleados primeramente para sobrevivir, y luego para salir de la miseria económica en que la guerra civil les había sumido, a ella y a “todos los suyos”, es decir, su padre, su hijo, sus dos hermanas, Melania y su bebé,  Mamita, la despistada Prissy, Dilcey y Pork. En resumen, un viejo que ha perdido la cabeza, un niño pequeño, dos adolescentes criadas en la abundancia, una enferma con su recién nacido, y los cuatro servidores que dada su condición de esclavos, se explicita que no están acostumbrados a tomar decisiones y de pocas iniciativas propias. Esperan que se les diga lo que han de hacer.    

Me resultó entrañable el pasaje que narra la entrega  a Pork, hondamente afligido por la muerte de “su amo” el viejo O’Hara,   al que quería mucho, cuidaba, atendía y con el cual estaba muy unido, por parte de la poco sensible Escarlata, del reloj que había sido de su padre, porque entendía era el máximo merecedor.  Objeto para Pork de inconmensurable valor.  ¡Un bello pasaje, testimonio de afectos sinceros!


Continúa.


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(*)Antes de leer el libro había visto la película, que, por cierto, me encantó.  Posteriormente, a lo largo de estos años, y en varias ocasiones, la he visto de nuevo. Un largo film de casi cuatro horas de duración, cuya visión,  siempre ha sido con agrado. A pesar de lo antes dicho, yo siempre prefiero el libro,  o sea, la versión escrita, a la  cinematográfica, por buena  y bien valorada que ésta esté, tal y como en este caso. Porque sólo conociendo los múltiples detalles de las acciones de la  singular pareja, Escarlata-Rhett, explicados  con tanta elocuencia y detalle por Mitchell en su voluminosa novela, puedes esperar el    final dado por la escritora  para dos que han vivido tan alejados de Dios, y, en especial, la bella Escarlata, ser cuya belleza y egoísmo eran tan superiores como su avaricia.

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