Los nuevos aristócratas, Michel de Saint-Pierre. Círculo de Lectores. Título del original francés, “Les nouveaux aristocrates”. Traducción, Rafael Sarró. Publicada en 1963.
Hace ya unos años la leí por primera vez. Ahora, la he vuelto a leer y me
doy cuenta que hay cuestiones de interés que antes me pasaron desapercibidas.
Michel de Saint-Pierre está considerado como escritor tradicionalista,
conservador y católico. Entre sus otras novelas más conocidas están “Los nuevos
curas” y “Los escritores”. Esta última la leí hace unos años y desearía volverla a leer.
La sociedad descrita por Saint-Pierre en su obra es la
clase alta francesa, de mediados del siglo pasado. El protagonista,
Denís, un jovenzuelo de diecisiete años, pertenece a una familia adinerada. El
padre es un prestigioso cirujano del corazón. El muchacho se educa en un colegio de jesuitas, donde asisten otros
muchachos de también elevado estatus social y económico. Un magno centro dotado de biblioteca,
capilla, amplios jardínes, etc., donde asisten ochocientos alumnos.
Denís es descrito como un engreído
personajillo muy pagado de su talento. En la práctica, debido al ambiente
familiar, un pobre niño rico que tiene y le dan todo en cuanto al orden
material, pero no lo que él necesita y reclama que es, simplemente, “Amor”, cariño, y, además, que se le
demuestre. Como resultado de esta
estéril búsqueda, el muchacho se ha
vuelto rebelde, rechaza y ataca todo lo convencional que le rodea. Principalmente
las creencias religiosas, su fe en Dios y en Jesucristo, porque las identifica
con la de sus mayores.
El padre Maubrun, profesor de Filosofía en Bachillerato Superior, junto al
director del colegio, el Padre Dalival son otros dos personajes principales de esta
obra. A través de sus diálogos y reflexiones personales, el autor expone sus opiniones
en materias de educación, morales, religiosas y evolución social.
Entre ellas quiero resaltar las siguientes:
Mundo sin cultura.
“…caminamos hacia un mundo sin cultura (…) se
sacrifica todo a la enseñanza de las ciencias y las técnicas. Y no se hace nada
para exaltar el humanismo, el florecimiento armonioso del conocimiento. Fijaos
que digo del conocimiento y no de los conocimientos.”(…) ¿Y sabéis cómo se
aprende a conocer? Aprendiendo a decir. De tal forma que nunca se llegará a hacer una cultura que
tenga como base las Matemáticas o la Economía, lo cual está contra la
naturaleza del hombre. Ni con cualquier otra ciencia tampoco. Una cultura
humana se hace con la “lengua materna, que es nuestro “humus” profundo (…)Nuestra moderna sociedad no quiere conocer, sino hacer. Esta es la razón de que se deshaga… (pag.91 y 92)
Invasión de Occidente.
“Es (…) un complot que prepara la gran
invasión: la de Occidente por un materialismo científico lleno de vitaminas, de
insolencia y de salud…” (pág. 94)
El ideal cristiano.
El ideal cristiano es la única arma que
hemos tenido siempre al alcance de la mano los alumnos de colegios religiosos.
Pero el cristianismo, bajo su forma actual, nos parece sospechoso, débil,
objeto de vuestras controversias, pasado de moda, carcomido(…)educados(más bien no educados)por padres
que tenían siempre algo más importante que hacer que ocuparse de sus hijos
– o temían pasarles sus complejos, entregados sin defensa a una literatura
confusa, debilitante y sin ideal…(págs.119 y 120)
Retribución de un médico:
…le parecía monstruoso que el oficio de
médico pudiera reportar al que lo practicara tanto dinero, tanto bienestar
refinado. Pensó : “Un cirujano no debería cobrar más que un sacerdote!” (pág.
136)
La moral
”no existe moral personal que valga. La moral debe ser
divinamente exigente o no es nada. Debe elevarse hasta el sacrificio total y
hasta la última caridad. No se mide según las fuerzas; exige más allá de las
propias fuerzas. No es una receta de
higiene individual, familiar o social. Porque la única moral es de la misma naturaleza que la fuente: la palabra de
Dios. ¡Y nadie puede encontrarla en otra parte”.(pág.219)
Visiones, en fin, pienso,
anticipadas sobre la problemática de la juventud, así como de su
adecuada formación y educación
intelectual y moral, en las sociedades
occidentales del presente. Están perdidos, vacilan entre el modelo marxista y
el capitalista o burgués. La familia tradicional se ha roto( divorcios,
separaciones, infidelidades), los padres están más preocupados por otras
cuestiones que no por ser guía y tutor real de sus hijos, y , en muchísimas
ocasiones, han dejado esta función al centro religioso al que van sus hijos,
creyéndose con ello ya cumplidas sus obligaciones. El resultado es finalmente
malo. Para ellos y para la sociedad en su conjunto.
Con la primera lectura disfruté, con ésta aún más.
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