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martes, 19 de marzo de 2024

El Jugador, Fedor Dostoievski.

 El Jugador, Fedor Dostoievski. Salvat Editores, 1969. Colección Biblioteca Básica Salvat—Libro RTV, nº 5. Traducción del ruso por José Laín Entralgo.


Tiene, como todas las obras de esta Colección de Libros RTV, un espléndido prólogo de Carlos Pujol que nos habla del autor y de esta novela, escrita por Dostoievski en sólo tres semanas y a la que llamó Ruletenburgo, aunque, posteriormente, fue publicada con el título de “El jugador”,  con la que, según explica Pujol, trató de “liberarse de una pasión funesta”, o sea, de su adicción al juego.

Existen varias adaptaciones al cine, entre ellasThe Great Sinner, con Gregory Peck y Ava Gardner.

La obra está ambientada en una ficticia ciudad alemana, famosa por su casino y su balneario, en la segundad mitad del XIX. Los hechos principales transcurren en un lujoso hotel y en el casino del lugar. El entorno descrito es el propio de gentes de distintas nacionalidades europeas, de elevado estatus social y económico.  El protagonista es Alexei Ivánovich, un joven tutor empleado por un antiguo general ruso, de cuya hijastra, Polina, está prendado. Personaje en el que Dostoievski se reflejó.

Tras los primeros capítulos, como la trama no acababa de “engancharme “, la reemplacé por “Cuerpos y Almas”, de Maxence Van Der Meers. Pero, pronto, desistí y volví a “El jugador”. A poco de retomar la lectura de la novela, apareció en la historia Antonida Vasílievna Tarasévicheva, ¡la abuela!, una anciana muy singular, rica terrateniente y señora de Moscú. Personaje crucial. Su entrada en escena torció radicalmente mi ánimo en relación a la trama novelesca. A partir de entonces leí con avidez las páginas del libro con el fin de conocer el final, especialmente el referido a esta figura de la abuela.

La temática, el ambiente descrito y el propio personaje protagonista, a mis ojos bastante insulso, no fueron de mi agrado, pero la obra, finalmente, me gustó. Muchos de los pasajes y situaciones aquí descritos son autobiográficos. Y la descripción de los personajes rusos, como apasionados, extravagantes, orgullosos, y hasta ridículos, corresponde, al parecer, con la imagen que de éstos se tenía en las ciudades alemanas por ellos frecuentados. Época ya histórica, es decir pasada, pues hablamos de mediados del siglo XIX, antes de la Revolución Rusa y  caída de los zares, y muchos y enormes son los cambios habidos en aquella sociedad. Pero lo que no ha cambiado y constituye el mejor acierto de esta novela es el reflejo fiel del mundillo de un casino de juegos con los crupieres, los jugadores empedernidos, los que se inician, los fulleros, las apuestas, etc., así como los dramas y tragedias que acompañan a los que caen en las redes de este vicio.