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domingo, 27 de octubre de 2024

Tristana, Benito Pérez Galdós





 Tristana, Benito Pérez Galdós . Colección “Obras Selectas. Carroggio Ediciones, 1973. Introducción de Federico Carlos Sainz de Robles.

En 1970 fue llevada al cine  por el célebre cineasta Luis Buñuel , con Catherine Deneuve, Fernando Rey, Franco Nero y Lola Gaos en el elenco artístico y la incorporación de nuevos personajes y distinto final.


 La leí hace muchos años, y casi la había olvidado.

 La novela está ambientada en Madrid, siglo XIX. Tristana, fémina con mentalidad anticipada a su época, don Lope un maduro mujeriego,  y Horacio, un joven amante de pinturas y pinceles, son los principales personajes sobre los que se desarrolla la trama argumental, con unos conflictos y situaciones que entiendo difíciles que se dieran hoy, al menos en nuestras modernas sociedades de cultura occidental, en las que, en líneas generales, existe igualdad entre géneros, y las chicas estudian y trabajan en parecidas condiciones y oportunidades que  sus congéneres masculinos.(1)

Sin embargo, cuando Galdós escribió su novela no era así y esta obra brinda al lector el cuadro, triste cuadro, de las costumbres y usos de aquellos tiempos, en los que existía una gran diferencia entre géneros y sus respectivos roles en la sociedad. El de la mujer de subordinación y ceñido al hogar en los papeles de honrada esposa y madre de familia, con escasa o nula formación académica y un trato de franca desigualdad en relación a los hombres, tanto en el plano familiar y social como en el legal. Entonces, la sociedad española y por ende la madrileña, en líneas generales, era de tipo patriarcal y muy machista. Los devaneos y aventuras amorosas se reservaban al varón, mientras a la mujer , tal como dice el dicho, "en casa y con la pata quebrada"

Este es el marco en el que se desarrolla la historia, una entretenida trama de un mujeriego sesentón, que vive amancebado con una joven huérfana, a la que ha seducido.  Tristana, la huérfana, es un alma inquieta, un verso libre, que no está conforme con su destino. Esta percepción aumentará al conocer al joven Horacio y surgir el amor entre ambos jóvenes.

Al mismo tiempo de los amores y desamores de la historia, Galdós nos va pintando el Madrid de aquella época, y de los prototipos humanos que lo componían, de los cuales el vejete, don Lope, es una representación del individuo, mujeriego empedernido para mayor burla, que en su día tuvo, pero que en la actualidad vive de las apariencias y de los sablazos que pega a los próximos y a sus parientes.

La lectura es una gozada por las descripciones de los personajes y ambientes, así como por las reflexiones que incorpora el escritor canario y a las que induce al lector. 


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(1)    España es el cuarto país de la Unión Europea más avanzado en igualdad entre hombres y mujeres, tras escalar dos posiciones en 2023 y superar a Francia y Finlandia, según el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE). (España ocupa por primera vez el cuarto puesto en igualdad de género en Europa | Sociedad | EL PAÍS)

sábado, 17 de enero de 2015

La de los tristes destinos, de Benito Pérez Galdós

Libro editado por Historia 16 - Información e Historia, S.L. con el patrocinio de Caja de Madrid, Madrid, 1995, dentro de los Episodios Nacionales,  es de las pocas obras de Galdós que no me ha gustado y  hasta pensé en dejarlo. Pero acabé su lectura para ampliar mi escaso conocimiento  sobre el período histórico allí abordado.

La de los tristes destinos”(*) es Isabel II, de España. Hija de Fernando VII, el rey felón, que murió sin descendencia masculina y aunque había sido abolida la ley sálica que impedía que una fémina asumiera la corona,  los españoles se enfrascaron en  tres sucesivas guerras civiles, las denominadas guerras carlistas, durante el siglo XIX,  divididos entre los llamados liberales, partidarios de Isabel y de una monarquía constitucional;  y los carlistas o tradicionalistas, partidarios de que el hermano del difunto rey Fernando, Carlos María Isidro de Borbón,  fuera él o alguno de sus legítimos descendientes varones, el que asumiera la Corona de España, y con ello la permanencia del absolutismo.
Esta soberana española fue, desgraciadamente, mujer de costumbres disolutas que ha pasado a la historia por su ineptitud para regir los destinos de un país, porque no supo, y además-  mejor y más preciso decir -   no pudo rodearse de personas aptas que le ayudasen en su labor de gobierno.
Así las cosas, no puedo estar de acuerdo con Galdós con lo de "la de los tristes destinos". No, en absoluto.  El de los tristes destinos fue su pueblo, sus súbditos, el pueblo español.

Pero no me parece justo con Pérez Galdós el dedicarle tan poco espacio a una de sus obras. Este prolífico escritor español, nacido en Canarias pero “hecho” en Madrid, junto con el británico Greene, fueron los dos autores más leídos por mí durante buena parte de mi vida. Cuyas obras despertaron en mí la costumbre de buscar en los libros -determinados libros, obviamente – los hechos reales y las verdades no contadas por otros.

Las dos obras de Galdós cuyo recuerdo tengo más claro son “Tormento” y “Misericordia”. Sus protagonistas son mujeres. La de “Misericordia” una sesentona. Una criada vieja. Un personaje entrañable, tanto como el “morito” (un sefardí marroquí) que comparte cierto protagonismo con ella. Me agradaría volver a leerlas.

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(*) Recomiendo la lectura del artículo “Isabel II: 'la de los tristes destinos' firmado por L. REGINO MATEO DEL PERAL (QUINO) aquí enlazado.

sábado, 31 de mayo de 2014

Marianela, de Benito Pérez Galdós


Marianela”, de Benito Pérez Galdós, “Ediciones Rueda, J.M., S.A.”, 2001, Colección “Obras escogidas de Pérez Galdós”. Hacía mucho tiempo que no leía nada de este autor nacido en Canarias, amante de su patria, España, y en cuya  capital, Madrid, escenificó muchas de sus novelas.  Este libro, “Marianela” lo compré por "Sant Jordi", en el 2009, pero no sentí deseos de leerlo hasta después de haber leído la novela “El Camino”, de Delibes, ese otro afamado escritor español y,  al igual que Galdós,  narrador de historias simples y casi siempre ambientadas en la geografía común española. Galdós , curiosamente, falleció el mismo año, 1920, en que nació Delibes.

Como he dicho antes,  tras la lectura de la novela “El Camino”, y también algo sobre su autor, vino a mi memoria este otro gran y prolífico escritor del XIX que fue Pérez Galdós. Recuerdo que cuando me iniciaba en esta afición de la lectura, fueron  sus libros y los del británico Graham Greene, los preferentemente seleccionados, entre ellos “Tormento”, “Tristana”, “Halma”, y  El caballero Encantado”.  Estas tres últimas novelas recogidas en un volumen de “Obras Selectas”, editado por Carroggio, edición 2ª, año 1973,  con prólogo de Federico Carlos Sainz de Robles. Posteriormente tuve ocasión de leer algunos de sus Episodios Nacionales, como “Trafalgar”, “La de los tristes destinos”, “EspañaTrágica” y “Cánovas”, pero no me agradaron tanto como sus novelas. Cerraré esta introducción con unos párrafos copiados del ya citado prólogo de Sainz de Robles, porque entiendo definen bien no sólo al autor, sino también la trascendente inmortalidad de su obra:

“Era Galdós físicamente alto, enjuto, nervioso, desaliñado, muy premioso para hablar; tenía sagaz la mirada, incansable observadora, y compasivo el corazón. Mantenía sus ideales y sus ideas con la mejor buena fe. Gran señor del espíritu, desistía de las alegres añagazas de la vida con esa sonrisa melancólica que ya tuvieron impresionantes antes que él, Cervantes y Felipe II.” (pag.12)

“Cervantes y Galdós son los dos novelistas geniales de España. Aquél, la cumbre de la literatura, más intenso. Galdós más extenso. Cervantes, hondo como un mar. Galdós ancho como un paisaje ilimitado y vario, contemplado desde una altura. Es, además, Galdós el novelista más novelista de su tiempo en el mundo, si se le compara con los geniales Balzac, Dickens, Tolstoi, Dostoievski…La obra de Galdós es imperecedera,…Sus novelas contienen…una verdadera población de tipos diversos, tan reales, que nos parece haber tratado familiarmente y  cuyas penas y dolores, goces y fortuna nos han conmovido.”(pág. 12)

                                                     

oooOOOooo

Pero dejémonos de recuerdos y pasemos al comentario de la novela.

Esta novela se publicó en 1878. De entonces para acá ha llovido mucho y mucho también, desde luego, han sido los cambios experimentados en las gentes en cuanto a costumbres, condiciones laborales, ocio, formas de vida, gustos, etc. Hay cosas, sin embargo, que no han cambiado ni cambiarán como son los tipos humanos y sus acciones, algunos  fielmente reflejados  en esta novela.

La historia contada por Galdós es muy simple, la de una mocita huérfana y pobre que vive en la explotación minera, donde ha crecido  cual flor silvestre (más bien perro flaco y pulgoso), “al amparo santo y al azul del cielo,” que canta la linda canción mejicana de “Dos arbolitos”, cuya desnutrición crónica le da apariencia de niña. Sus orígenes e historia familiar son tan tristes como su aspecto. No es bonita, aunque ella siempre dice que antes lo fue. Un ser, no obstante todo lo antes dicho, agradecido, benevolente, generoso y entregado. Mal vive y deambula feliz, muy feliz por aquellos lares, porque es el lazarillo, los ojos del joven Pablo, un ciego de nacimiento, de una acomodada familia del lugar. La trama se desarrolla en una explotación de mineral de hierro, perdida entre las montañas del norte peninsular.
Pablo, junto con Teodoro Golfín(*) y Marianela constituyen el trío de personajes principales alrededor del cual  se teje la trama argumental. El doctor Teodoro es un médico oculista, un forastero que cual  Ananías providencial llega hasta aquel lejano rincón del mundo para dar luz a la contemplación del mundo real a los ojos ciegos de Pablo. Este personaje, Teodoro Golfín, es crucial.  Galdós muestra a través suyo  los perfiles humanos presentes en la obra, así como los fuertes contrastes existentes entre los pobladores del aquel cerrado mundillo de la mina; y al mismo tiempo verter algunas de sus críticas (las de Galdós) sobre la sociedad española de aquel momento. Un buen ejemplo  lo  hallamos en la pág. 71, en el diálogo entre Teodoro y  su cuñada, en el que el médico defiende la comprensión y la compasión para los  que se suicidan, así como la necesidad de indagar sobre las causas que los indujeron a tal extremo de desesperación; también reprocha con acritud la actitud   de inhibición (abandono) que muestran los que tienen por los más necesitados, en este caso concreto, por los huérfanos. Reproduzco un trozo:

“Estáis viendo delante de vosotros, al pie mismo de vuestras cómodas casas, a una multitud de seres abandonados, faltos de todo lo que es necesario a la niñez, desde los padres hasta los juguetes…; los estáis viendo, sí…, nunca se os ocurre infundirles un poco de dignidad, haciéndoles saber que son seres humanos, dándoles las ideas de que carecen; no se os ocurre ennoblecerlos, haciéndoles pasar del bestial trabajo mecánico al trabajo de la inteligencia; los veis viviendo en habitaciones inmundas, mal alimentados, perfeccionándose cada día en su salvaje rusticidad, y no se os ocurre extender un poco hasta ellos las comodidades de que estáis rodeados…

Otra de las críticas leídas en esta narración es la que hace Galdós, , a la que él denomina codicia del aldeano. Veámoslo:

“Se ha declamado mucho contra el positivismo de las ciudades…pero hay una plaga más terrible, y es el positivismo de las aldeas, que petrifica millones de seres, matando en ellos toda ambición noble y encerrándolos en el círculo de una existencia mecánica, brutal y tenebrosa.

Hay en nuestras sociedades enemigos muy espantosos; a saber: la especulación, el agio (usura), la metalización del hombre culto, el negocio; pero sobre éstos descuella( …) la codicia (...) Para el (…) codicioso no hay ley moral, ni religión, ni nociones claras del bien; … toma el gusto a los ochavos y sueña con trocarlos en plata, para convertir después la plata en oro, es la bestia más innoble que puede imaginarse; tiene todas las malicias y sutilezas del hombre y una sequedad de sentimientos que espanta. Su alma se va condensando hasta no ser más que un graduador de cantidades... es capaz de reducir a números todo el orden moral, la conciencia y el alma toda.

Intencionadamente he puesto en negrita determinadas partes de las frases escritas por Galdós, resaltando las referidas exclusivamente a la codicia y a los codiciosos. Que antes, en tiempos de Don Benito Pérez Galdós, pero también ahora, último tercio del XX e inicios del XXI,   toda la sociedad española( y mundial)  padece sus malignos efectos.


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(*) Teodoro Golfín, en este tipo de denominación dada por Galdós a determinados personajes suyos, evidencia, según creo,  la misma  o parecida intención que la  observada en la obra "Las Tierras flacas" del célebre escritor mejicano Agustín Yáñez, de simbolizar mediante el nombre, el papel  asignado a la criatura de ficción por ellos creada .








sábado, 17 de mayo de 2014

Misericordia, de Benito Pérez Galdós


Misericordia” novela de Benito Pérez Galdós, colección “El libro de Bolsillo”, Biblioteca Pérez Galdós, Alianza Editorial, 2ª reimpresión, año 2000. Ya la había leído. Esta es la segunda vez y, como en tantas otras ocasiones, detalles y personajes entonces pasados por alto, cobraron inusitada validez e importancia.


Galdós se caracterizó por el realismo de sus novelas. En este caso la realidad que nos describe es la de un Madrid del XIX y los personajes principales pertenecen a  las clases medias bajas y pobres, concretamente mendigos que, al parecer, debían ser elemento ordinario en aquella sociedad. Muchas son las cosas allí descritas como realidad cotidiana que hoy, afortunadamente, creo,  o quizás debiera decir "espero", hayan quedado superadas.

La protagonista es Benigna, Nina, un bello personaje de ficción, cuya humanidad, magnanimidad, altruismo, conmiseración, bondad y caridad justifican el título “Misericordia” de la novela. Una vieja criada de una ama, Doña Paca, venida a menos por “estirar más el brazo que la manga” y, además, vivir de espaldas a la dura, durísima, realidad. Los otros personajes dignos de mención son el ciego Almudena, así como los hijos y nuera de doña Paca y, esta vez no me olvidaré, de Don Frasquito Ponte Delgado, otro que vivía en su nube de ilusiones vanas.  A través de estos personajes Galdós nos describe el Madrid de aquella época, en que la moneda común estaba representada por reales, pesetas y duros, la beneficencia y la asistencia a los más necesitados corría a cargo de la Iglesia o de algún espontáneo benefactor,  y las casas de empeño y montes de piedad sacaban de apuros económicos a los muchos que a ellos acudían, y les dejaban en prenda (empeñados) objetos tan simples como unas usadas prendas de vestir. Mucho ha cambiado todo, desde luego, pero no el argumento de la novela,  éste sigue vigente, pues siempre habrá ingratos, egoístas y aprovechados, como, también, excelentes almas, que aman a los suyos, se sacrifican por ellos sin recibir, ni tan siquiera esperar, contrapartida alguna, y su corazón se contrita ante la necesidad y el dolor ajeno. En suma, me gustó antes y ahora también.
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26 de mayo de 2014: He hallado en el blog "A la luz de la Biblia", de Sergio Alonso, un comentario dedicado a la Misericordia, cuya lectura íntegra recomiendo. Espléndido, al igual de los otros que he leído de este bloguero mexicano.