domingo, 17 de noviembre de 2013

Privilegio, narración corta de Frederick Forsyth

Las faltas contra la reputación del prójimo deben ser reparadas. A este respecto dice el Catecismo:
“Toda falta cometida contra la justicia y la verdad entraña el deber de reparación aunque su autor haya sido perdonado.( …) reparar un daño públicamente, (…)si el que ha sufrido un perjuicio no puede ser indemnizado directamente, es preciso darle satisfacción moralmente, en nombre de la caridad. Este deber de reparación concierne también a las faltas cometidas contra la reputación del prójimo. Esta reparación, moral y a veces material, debe apreciarse según la medida del daño causado. Obliga en conciencia” CEC 2847.

Esta cita del Catecismo Católico me ha hecho recordar otra de las lecturas de estos últimos años, pendiente de comentar. Su título “Privilegio” y su autor Frederick  Forsyth. Es una de las ocho narraciones que componen el libro titulado “El Emperador”, editado por Plaza&Janes, 1982, título original “The Emperor”, traducción de J. Ferrer Aleu, portada de Domingo Álvarez. Narraciones cortas  acerca de diversidad de cuestiones que despiertan el interés del lector. Al igual que los últimos libros comentados, éste lo leí hace ya unos cuantos años, en el 2009. Los ocho cuentos me agradaron, son cada uno de ellos buena muestra  del  dominio de Frederick Forsyth en sus ficciones para narrar  actitudes y hechos humanos verosímiles aunque insólitos para los comunes mortales como yo.

Pero no divagaré más y me meteré en las enseñanzas que la lectura de “Privilegio” me ha proporcionado:

“En todas partes cuecen habas”. Según este relato, la Justicia del Reino Unido tiene, en líneas generales, los mismos graves defectos que la de aquí, la española. Es burocrática, consecuentemente lenta, pero principalmente costosa y por lo tanto inaccesible para la mayoría. Y, además, con jueces que no buscan dar razón al que la tiene, ni justa satisfacción al agraviado, sino la aplicación literal de  normativas y leyes, cuyo espíritu en ocasiones, se aleja del sentido común o derecho natural, de dar a cada cual lo que le corresponde, que eso es, en definitiva, la Justicia, con inicial mayúscula y como sinónimo de Equidad.

La extensiva mala praxis periodística aquí descrita, y tema de fondo de la narración,  en la que se nos cuenta cómo un afamado periodista, de un acreditado medio, hace un artículo con afirmaciones graves pero sin verificar sobre una persona. Tanto al medio como al periodista en cuestión les importa un ápice de las consecuencias para la persona o entidad de lo publicado. En el caso inglés, quiero decir en el cuento de Forsyth, las empresas periodísticas cuentan con seguros, amén de asesorías jurídicas con expertos en litigios por adulteración de la verdad o difamación.


3º “Beber de la misma medicina” En este punto es donde, particularmente, más me agradó el cuento. De cómo  la simple y desamparada víctima agraviada no se desanima, y con mucho ingenio y esfuerzo personal, en solitario, le da al prepotente periodista una buena cucharada de su maléfica poción informativa. ¡Me encantó el final!