¿Dónde están los niños?, novela de Mary Higgins Clark, escrita en 1975. La versión por mí leída corresponde
a una edición del Círculo de Lectores, 1999, traducción del inglés de Anna
Muria. Diseño de Emil Troger e ilustración de Ramón González. Título de la
edición original: “Where are the Children?
En corto
espacio de tiempo he leído tres obras de la escritora estadounidense Mary Higgins Clark.
Afamada autora de novelas de intriga y policíacas, género que- aclaro- no me gusta,
pero que con las tres obras leídas de esta escritora, he hecho amplia concesión,
basada esta licencia en el tratamiento tan refinado (fino, suave) que considero
hace de temas para mi gusto o parecer más bien escabrosos. Argumentos que, por el contrario,
son aprovechados por otros autores de reconocida fama para dar
rienda suelta a los pasajes más licenciosos. Higgins Clark,
estimo, aborda estas situaciones con sutileza y el comportamiento de sus
personajes principales es de seres de rectitud moral, comprometidos con la
sociedad, los cuales son impulsados por el amor al prójimo a luchar con profesionalidad por el
esclarecimiento de la verdad. La verdad pura y dura Perseverancia que
propicia el resultado final del triunfo de los buenos y desenmascarar al
pérfido y malo. Bonito ¿verdad? ¡Como desearía fuera así en mi realidad
inmediata!
Con ¿Dónde están los niños? MHC alcanzó su primer gran éxito de ventas
en 1977, según leí en las tapas de alguno de los dos otros libros que de esta
escritora he leído. El libro consta de unas doscientas páginas que se leen con
fluidez. La protagonista es una sencilla ama de casa con dos hijitos que cuida
amorosamente. Quiere a su marido y su marido la quiere a ella. Pero detrás de
esta idílica estampa del presente hay otra –oscura y confusa –que corresponde
al pasado inmediato de la protagonista.
Si bien la pedofilia, ese abominable vicio, subyace en el fondo argumental, en esta novela la escritora enaltece los beneficios del amor, del amor sincero entre los cónyuges,
capaz de superar juntos las más difíciles situaciones.
Tengo en mi poder, pendientes de su lectura, otras tres o cuatro
novelas de esta misma autora, pero pienso que no las leeré. Prefiero las que
versan acerca del lado bueno y mejor del ser humano, y no éstas que, aunque con
discreción, nos hablan de la parte más mala y peor de la triste condición
humana.
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