Todo modo, Leonardo
Sciascia. Colección Millenium, las 100 joyas del milenio. Publicada por El
Mundo, Unidad Editorial, 1999. Título original: Todo modo. Traducción de
Joaquín Jordá. Prólogo de Francisco J. Satué.
La obra se publicó en 1974. Para
mí es una segunda lectura. Entonces
me gustó más que ahora.
Narración en primera persona cuyo
protagonista principal, un afamado y ya bien situado pintor llega por azar a
una recóndito lugar donde hay un hotel-ermita donde comenzarán de inmediato unos
ejercicios espirituales (1) destinados a personajes masculinos de lo más
selecto de la sociedad italiana entre los cuales hallamos dignidades
eclesiásticas, ministros, banqueros, industriales, altos funcionarios y hasta directores
de periódicos.
Compartiendo protagonismo con el
pintor narrador está el padre Gaetano,
enigmático personaje y un sacerdote-
pienso- muy sui géneris. Es el promotor
y director de los ejercicios así como del negocio hotelero. Particularmente no
me ha quedado claro el papel real jugado en esta trama. Si ¿ víctima o verdugo?
En cuanto al título alude a la
frase de San Ignacio
de Loyola, “Todo modo, todo modo
para buscar y hallar la voluntad divina”.
Lo antes dicho no debe llevarnos
a engaño, pues estamos ante una
narración de intriga, con muertos incluidos y con la particularidad de un final
muy abierto. Y lo que realmente quiero decir, sin saber quién, quiénes o el por
qué. (2)
La trama novelesca brinda un panorama nada halagüeño de la élite social allí congregada. Círculo de privilegiados en el que priman las envidias, la hipocresía y la doble moral. Los asistentes están lejos de buscar una conversión o espiritualidad superior. Parece más bien un club social de alto standing en el cual se ejercitan las influencias personales y donde los sacerdotes, por cierto, tampoco quedan bien conceptuados.
___________
(1)
Ejercicios espirituales: San Ignacio los define
así:
“Por este nombre se entiende todo modo de examinar la conciencia, de
meditar, de razonar, de contemplar; todo modo de preparar y disponer el alma,
para quitar todas las afecciones desordenadas (apegos, egoísmos, ...) con el
fin de buscar y hallar la voluntad divina.”
(2)
En aquella ya citada primera lectura se me pasó
por alto la alusión del prólogo al asesinato de Aldo
Modo. Incluso se llega a hablar del título “Todo Modo” y su relación eufónica
con el político de la Democracia Cristiana.
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