Acabo de releer “El
Miserere”, la hermosa leyenda de Bécquer, leída ya hace unos cuantos años,
pero cuyo recuerdo siempre he conservado porque, en esta sencilla composición
literaria, el universal poeta andaluz supo plasmar una cuestión trascendental:
la de las almas que mueren en pecado, sorprendidas por una inesperada muerte, en este caso como fruto de una acción criminal... Almas, pues, que no tuvieron oportunidad de
reconciliarse con Dios, agravando la acción criminal.
Esta vital cuestión del alma sorprendida por la muerte, ha sido
contemplada, en distintas épocas y países,
por muchos autores literarios, como recuerdo hace Shakespeare en su “Hamlet, el Príncipe de Dinamarca”, o Yáñez, en sus “TierrasFlacas”, pero muy especialmente, según creo, por Bécquer en esta
hermosa leyenda que versa sobre un músico penitente que da melodía a un inacabado
Miserere. Cuya música le ha sido inspirada por las almas penitentes de unos
monjes que fueron asesinados por unos bandidos, en la noche del Jueves Santo.
La narración es muy corta , cuya
lectura íntegra recomiendo.
Sólo transcribiré (copio y pego)
aquellos párrafos para mí más significativos, sobre los que apoyo mi consideración.
(…)-Lloraba yo (...) cuando un día se fijaron mis ojos por casualidad sobre un libro santo. Abrí aquel libro y en una de sus páginas encontré un gigante grito de contrición verdadera, un salmo de David, el que comienza ¡Miserere mei, Deus! (…) lo que mantiene más viva su memoria es que todos los años, tal noche como en la que se consumó, se ven brillar luces a través de las rotas ventanas de la iglesia; se oye como una especie de música extraña y unos cantos lúgubres y aterradores que se perciben a intervalos en las ráfagas del aire. Son los monjes, los cuales, muertos tal vez sin hallarse preparados para presentarse en el tribunal de Dios limpios de toda culpa, vienen aún del purgatorio a impetrar su misericordia cantando el Miserere.(…), vio los esqueletos de los monjes, (...)salir del fondo de las aguas, (...)diciendo con voz baja y sepulcral, pero con una desgarradora expresión de dolor, el primer versículo del salmo de David: ¡Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam!(...)
In iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.
Al resonar este versículo (...)se levantó un alarido tremendo, que parecía un grito de dolor arrancado a la Humanidad entera por la conciencia de sus maldades, un grito horroroso, formado de todos los lamentos del infortunio, de todos los aullidos de la desesperación, de todas las blasfemias de la impiedad; concierto monstruoso, digno intérprete de los que viven en el pecado y fueron concebidos en la iniquidad.
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El recuerdo de los que el pasado 24 de julio,
la víspera de Santiago
Apóstol, Patrón
de España, hallaron inesperada muerte, promovió mis deseos de leer de nuevo esta
inmortal obra de Bécquer. A continuación copio y pego una traducción del Misere meu, Deus( Salmo 51 de David):
[3] Miserere
mei, Deus,
secundum magnam
misericordiam tuam
et secundum multitudinem miserationum tuarum dele iniquitatem meam. |
[3] ¡Oh Dios, apiádate de mí!
según tu gran misericordia y según tu inagotable compasión, borra mi iniquidad. |
Miserere mei, Deus.
[4] Amplius lava me ab iniquitate mea
et a peccato meo munda me.
Miserere mei,
Deus.
[5] Quoniam
iniquitatem meam ego cognosco,
et peccatum meum contra me est semper.
|
¡Oh Dios,
apiádate de mí!
[4] Lávame completamente de mi iniquidad y límpiame de mi pecado. ¡Oh Dios, apiádate de mí! [5] Pues yo reconozco mi iniquidad y tengo siempre presente mi pecado. |
Miserere mei, Deus.
[6] Tibi soli peccavi et malum coram te
feci,
ut justificeris
in sermonibus tuis,
et vincas cum judicaris.
Miserere mei, Deus.
[7] Ecce enim in
iniquitatibus conceptus sum,
et in peccatis
concepit me mater mea.
|
¡Oh Dios,
apiádate de mí!
[6] Solo a ti ofendí e hice lo que para ti es malo, pues has sido justo en tu sentencia y eres excelso cuando juzgas. ¡Oh Dios, apiádate de mí! [7] Pues he aquí que fui concebido en iniquidad y en el pecado me concibió mi madre. |
Miserere mei, Deus.
[8] Ecce enim veritatem dilexisti
incerta et occulta sapientiae tuae
manifestasti mihi.
Miserere mei, Deus.
[9] Asperges me, Domine, hyssopo,
et mundabor;
lavabis me, et super nivem dealbabor.
|
¡Oh Dios,
apiádate de mí!
[8]Pues he aquí que amaste la verdad, me manifestaste lo desconocido y lo oculto de tu sabiduría. ¡Oh Dios, apiádate de mí! [9] Empápame, Oh Señor, con el hisopo, y estaré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve |
Miserere mei,
Deus.
[10] Auditui meo
dabis gaudium et laetitiam,
et exultabunt ossa humiliata.
Miserere mei, Deus.
[11] Averte faciem tuam a peccatis meis,
et omnes iniquitates meas dele.
|
¡Oh Dios,
apiádate de mí!
[10] Darás gozo y alegría a mis oídos y exultarán los corazones humillados. ¡Oh Dios, apiádate de mí! |
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24 de julio de 2014: Recientes trágicos sucesos vuelven a traer a mi memoria la preciosa leyenda de Bécquer. Me refiero al avión derrumbado por un misil asesino sobre territorio ucraniano, y a la contienda bélica entre los judíos de Israel y los palestinos de Hamas en la zona de Gaza, que tantas inesperadas muertes está produciendo, que una vez más me lleva a implorar la Infinita Misericordia de Dios para con la criatura humana.
---------------2 de noviembre de 2014: Conmemoración de los Fieles Difuntos, corto y pego explicación hallada en Wikipedia:
"
La Conmemoración de los Fieles Difuntos, popularmente llamada Día de Muertos o Día de Difuntos, es una celebración que tiene lugar el día 2 de noviembre, cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.
El Día de los Difuntos [...] el día designado en la Iglesia Católica Romana para la conmemoración de los difuntos fieles. La celebración se basa en la doctrina de que las almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales, o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado, no pueden alcanzar la Visión Beatífica, y que se les puede ayudar a alcanzarla por rezos y por el sacrificio de la misa. [...]
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27 de mayo de 2020: Inicio de los diez días de luto oficial por todas las víctimas mortales de la Pandemia del Covi-19.
Descansen en Paz.