Como el libro fue publicado en 1965,
me llamó mucho la atención la para mí acertada previsión acerca del residual
número de los practicantes católicos previsto para los inicios del XXI.
Porque en esta España de hoy, y concretamente en esta Cataluña de mi corazón,
el panorama es- creo- poco halagüeño. Sólo hay que echar un vistazo a la
iglesia (templo) más cercana, cualquier domingo o fiesta de guardar, a las horas de la misa dominical. Los fieles allí presentes, casi todos, son personas
mayores y en su mayoría ancianos. El elemento infantil y juvenil escasea, y las
bancadas están semi vacías o vacías.
Y cuando el templo o capilla está repleto
con ocasión de funerales, comuniones o bautizos, es contrastable entre el
público asistente, el desconocimiento general de los rezos y ritos más
elementales de la liturgia católica. En cuanto a la función
principal del o los pastores de almas, destinados a las parroquias- insisto que es
la visión que tengo yo, mía
particular - se reduce, muchísimas veces, principalmente a la gestión
de Cáritas, o sea, de administrar ayuda económica
y/o alimentaria, a los más necesitados de la zona, que acuden en demanda de
este tipo de donativos. Peticionarios que, además, ni tan siquiera suelen
comulgar con la fe cristiana-, pero cuyas confesiones o convicciones
religiosas, según se ha impuesto en nuestros hábitos sociales y cívicos, hay
que respetar, del mismo modo que sus usos, hábitos sociales o vestimenta, y,
consecuentemente, si no olvidar, si dejar a un lado, la misión de apostolado
del mensaje evangélico.
¡Esto es lo que desgraciadamente-creo- que
tenemos! Pero, me pregunto, ¿acaso hoy, como ayer, la criatura
humana de esta esquizofrénica sociedad moderna, no necesita quién le eche una mano en sus
dudas de fe religiosa, en sus desesperanzas, en sus angustias vitales, en sus
soledades, injusticias …en su, en fin, atribulada vida terrenal?¿
No precisa una guía espiritual, que de modo sosegado le lleve por el buen
camino, le haga ver sus posturas erradas, malas tanto para él mismo como para
con los demás, y, sobretodo, le acerque o anime a buscar a Dios?
Particularmente, pienso que sí y que la figura del sacerdote sigue siendo vital
e imprescindible.