El elegido, de Maxence Van Der
Meersch. Ediciones G.P., 1963, Libros Plaza. Título original: ”L´Elu”. Versión española de Luis
Horno Liria. Portada de R. Cobos.
Días atrás, volví a leer esta obra
de Van Der
Meersch y reflexiono cuán lejos estuve antes, cuando la leí por
primera vez, de captar el fin espiritual
que esta novelita tiene. Me costó, he de
reconocerlo, percatarme que el meollo o fondo argumental está en la crisis anímica a la que el cúmulo de
desgracias en su entorno familiar induce a su protagonista a buscar a
Dios para dar sentido a su existencia. De ahí, su título “El Elegido”.
En la novela se dibuja un trágico
cuadro familiar, cuyo principal protagonista, Simeón Bramberger, ingeniero y director de una fábrica de
explosivos, ha consagrado su existencia a trabajar duro con el fin de
asegurarle a los suyos una sólida prosperidad material. Objetivo que cree
haber alcanzado debido a su estatus social e ingresos económicos como
alto ejecutivo. Se le describe como persona ecuánime y escéptica, tanto
en cuanto a creencias religiosas como ideologías políticas.
Vhuilst será el humilde vaso de
honra utilizado por el Creador para confortar al desolado matrimonio en sus
desdichas, pero, principalmente, otorgarles el
don de la fe salvadora.
En mi primera lectura, en el 2005,
otro aspecto que pasé por alto fue la amplitud con que es abordado el tema de la “eutanasia”, (“eliminación”, “liquidación”, “inmolación”, “suicidio”).
Términos, de algún modo, sinónimos, en
cuanto a modos de poner fin a la vida humana. En la trama son planteados un “suicidio”, y, posteriormente, la patética solicitud
de un ser muy querido, aquejado de
dolorosa enfermedad mortal, de poner
de inmediato fin a sus sufrimientos. (*)Pasaje
de la novela –pienso- de hondo calado emocional y moral, especialmente si te
pones en el lugar de cualquiera de las partes.(**)
Cierro el comentario resaltando mi admiración por el autor
francés, muerto en 1951, por su visión anticipada
de la realidad socio económica, así como
de las negativas perspectivas para el colectivo humano como consecuencia de
la pérdida de valores y de las tradiciones. (***) De los que esta pequeña obra es buena muestra. Fue publicada
en 1937.
___________
(*)Curiosamente,
el pasado martes, 11 de febrero de 2020,
en el Congreso Español fue aprobada por amplia mayoría una proposición
de Ley de Eutanasia, apostillada como “Muerte Digna” presentada por los
socialistas. Cabe señalar que el significado etimológico es “Buena
Muerte”.
He hallado en
relación a esta controvertida cuestión un interesante artículo en elmundo.es, de agosto del 2019, cuya lectura
íntegra recomiendo:
“Eutanasia, muerte digna, suicidio asistido ¿cuál es la
diferencia?”
(**)Visión cristiana de la muerte, he hallado esta
catequesis del Papa Francisco, cuyo contenido íntegro se puede leer en el
siguiente enlace:
Me permito resaltar aquellos párrafos desde mí modesto
entender más esenciales:
“En este horizonte se comprende la invitación de Jesús a estar siempre
listos, vigilantes, sabiendo que la vida en este mundo nos es dada también
para preparar la otra vida, aquella con el Padre celestial. Y para ello hay
un camino seguro: prepararse bien a la muerte, estando cerca de Jesús. Ésta es
la seguridad: yo me preparo a la muerte estando cerca de Jesús. ¿Y cómo se está
cerca de Jesús? Con la oración, con los Sacramentos y también en la práctica
de la caridad. Recordemos que Él mismo se identificó en los más débiles y necesitados. Él mismo se
identificó con ellos en la célebre parábola del juicio final, cuando dice:
«tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber;
estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me
visitaron; preso, y me vinieron a ver... Les aseguro que cada vez que lo
hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». (Mt
25,35-36.40). Por lo tanto, un camino seguro es el de recuperar el
sentido de la caridad cristiana y del compartir fraterno, cuidar las llagas
corporales y espirituales de nuestro prójimo. La solidaridad en el compartir el
dolor e infundir esperanza es premisa y condición para recibir en herencia ese
Reino preparado para nosotros. El que practica la misericordia no teme la
muerte. .. Y ¿por qué no teme la muerte? Porque la mira a la cara en las
heridas de los hermanos y la supera con el amor de Jesucristo.”
(***) Seguidamente reproduzco algunos de los párrafos de
la página 105 que recogen las reflexiones del protagonista en relación al
trabajo y las réplicas de Vhuilst a sus argumentaciones:
Simeón: “Con el progreso, el trabajo, ese trabajo necesario, se hace cada vez más raro e inútil. Hasta aquí el gran remedio de la miseria moral del hombre ha sido esa necesidad de ganarse el pan y de vivir. Pero hoy el progreso y la máquina le quitan ese consuelo.¡ Y decir que Simeón había creído también en el progreso y en el avance infinito de la ciencia!
- ¿Progreso?- se burlaba Vhuilst cuando oía hablar así a Simeón-. ¡Tú bromeas! Mira a tu alrededor, amigo. Fábricas llenas de gente esclavizada, tabernas, huelgas, una holgazanería incurable y creciente…¡ Y la estandarización del ser humano!¡Ante las seis u ocho horas obligatorias de la fábrica, todos somos iguales, todos resultamos semejantes, hombres y mujeres, viejos y jóvenes! Esta es una humanidad reducida a una serie de piezas intercambiables! ¡Nada de tradición familiar, nada de hogar, nada de hijos! ¡Unos grupos sociales frenéticamente ocupados en agotar la riqueza terrestre y la riqueza de las razas, en espera de morir por la despoblación!¡Bonito está tu progreso! ( II Parte, Capítulo IV)
24 de febrero de 2020: Detallo enlace con mi comentario realizado en 2006, tras mi primera lectura. Como se puede observar, son muchas y muy básicas las cuestiones que entonces pasé por alto.
https://silvialeyendo.blogspot.com/2008/03/el-elegido-por-maxence-van-der-meersch.html