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domingo, 15 de noviembre de 2020

El hombre del traje gris, de Sloan Wilson.

 El hombre del traje gris, de Sloan Wilson. Editorial Bruguera, edición especial, abril 1978. Título original: “The man in the grey flannel suit”.  Simon &Schuster, 1958. Traducción: Baldomero Porta, cubierta Miguel Ángel Giménez.

Lo leí por primera vez hace ya unos cuantos años. (*) Pero entonces  la figura de Tom Rath, y su particular drama no atrajeron mi atención, aunque en ambas ocasiones, reconozco, he disfrutado con esta amena lectura. La historia de un norteamericano común de los años cincuenta del pasado siglo, de treinta y tres años, doce años de casado y con tres pequeños. Vive en  Westport (Connecticut) y diariamente, en tren, acude a su  trabajo en Nueva York,  en una gran empresa de radio-televisión. Su incorporación a esta empresa es muy reciente. Antes trabajaba para una fundación y se cambió  por ganar más dinero para atender las crecientes necesidades familiares al mismo tiempo que disfrutar del tiempo libre con ellos.

Estas son las bases del relato  en el  que nos son planteadas  cuestiones, opino,  universales de eterna vigencia, a saber:

En primer lugar, el dilema  personal de la conciliación de trabajo y familia, es decir, trabajar para vivir o vivir para trabajar. Conflicto que se agudiza si , como en el caso del protagonista, el ascenso al que se aspira conlleva desplazamientos del lugar habitual de residencia, horarios inagotables de trabajo  incluidos los fines de semana y festivos, así como la plena disposición,  es decir, “full time”. Ese término en inglés que bien podríamos traducir como “siempre a disposición de la empresa y olvídate de tu familia, de tus diversiones o entretenimientos personales, de tus obligaciones de otra índole que no sean las laborales, etc. etc., y en síntesis, fuera vida privada”. (1)

También dentro del ámbito laboral, en la novela se nos describe el modus vivendi de un alto ejecutivo, el presidente de la compañía, el Sr. Hopkins, un individuo con un sueldazo extraordinario, lujosas oficinas en la planta más noble del edificio, vistosas secretarias, coche con chófer, y, en su entorno y de obligado  paso previo a él, uno o dos también altos ejecutivos de la organización. Las manos derecha e izquierda, y de algún modo, herederos, al menos eso creen ellos, del puesto del tal Hopkins. En la práctica, éstos suelen ser peores con sus subordinados que el jefazo. Pues, al parecer, “estrujar “al que tienes debajo es un mérito.

Considero que el cuadro pintado por Wilson en su novela es muy real, tanto en cuanto al escenario como a la descripción de los tipos humanos allí trazados. Especialmente en relación al presidente de la compañía, el Sr. Hopkins. TODO PODEROSO dentro de la United Broadcasting  pero un ser insignificante, en el más amplio sentido, fuera. Un individuo cuyos éxitos profesionales van en correlación negativa a los de su vida privada, tanto en la pasada como en la presente. Ni objeto ni objetivos fuera del mundillo de la empresa. Aquí, un dios donde se le venera. Fuera y mayormente en su hogar,  ¡un pobre diablo! Ni buen padre, ni buen esposo, y sólo, en algunos casos, un magnífico proveedor de recursos económicos.

Siguiendo dentro del mundillo empresarial expuesto en esta novela- , a mi entender, reitero, muy acertadamente, -  quiero resaltar cómo Sloan Wilson a través del presidente de la compañía, Sr. Hopkins, señala “la responsabilidad fundamental de los que trabajan en los medios de comunicación de ofrecer a la atención del público cuestiones de gran importancia”.(pág.345)(2)

Otro de los aciertos de esta novela, según creo,  es el dilema de conciencia que arrastra su protagonista, Tom Rath, quien recién casado, tras el estallido de la SGM, se incorporó al ejército y fue desplazado a Europa, en el cuerpo de paracaidistas. De aquella etapa han quedado recuerdos de amargas experiencias protagonizadas y un hijo. Esta situación encarna, según creo, esas particulares historias que cualquier persona, corriente y vulgar, en apariencias gris, puede arrastrar consigo. Cada persona un mundo. Un mundo ignoto.

Hay otras dos cuestiones allí abordadas que son la justicia y la escuela pública. Según leí en una de las biografías del escritor estadounidense, fue un tenaz defensor de la escuela pública. (3)

_________________ 

(1) Full time(horarios laborales): En la novela, escrita por Wilson, en los cincuenta del pasado siglo y en relación a los Estados Unidos de Norteamérica, la excesiva dedicación exigida a Tom Rath obedece a ser  un puesto superior, tanto en cuanto a remuneración como  dentro del organigrama empresarial, en colaboración directa con las máximas jerarquías , concretamente con el presidente de la compañía; pero esta odiosa exigencia , desafortunadamente, en España, a partir de los 90, ha sido una práctica impuesta al personal especialmente entre las grandes empresas. Yo hablaré del sector financiero, los grandes bancos nacionales, donde las categorías profesionales, los sueldos y la distinción de trabajos y faenas según categoría alcanzada fueron eliminadas, junto con el cobro de  las horas extras, imponiendo los llamados sueldos cerrados con un fijo corto y un variable muy largo a gusto del empleador.  Y también el “full  time”, siempre allí, en el lugar del trabajo, aunque como en el caso de muchos de los jefecillos sólo fuera para leer el periódico e informar si los otros estaban. El tradicional horario de 8 a 3 bancario, en su día gran logro  laboral, quedó como muchas otras cosas en “lo que el viento se llevó”.   Y los sindicatos  cantando el “Pío , pío”

(2) Los medios de comunicación y las cuestiones que ofrecen al público: La novela de Wilson se publicó a mediados del pasado siglo XX y además, reitero,  en relación a los EEUU. Así que en este punto yo me situaré en España, concretamente en Cataluña, y en este siglo XXI, y lo que aquí observo es el sistemático lavatorio de cerebros por parte de los grandes medios de comunicación, especialmente a través de las televisiones, programas basura, mucho “reality show”, donde brillan personajillos carentes de especialidad profesional  y menos aún de valores éticos, encaminados a ponderar lo imponderable y a resaltar como virtud lo que en algunos es defecto y en otros vicio, banalización de las normas, costumbres y tradiciones e imposición de nuevos modelos de comportamiento donde priman la indefinición  de género, la promiscuidad , el desafecto familiar, la falta de creencias religiosas, ridiculización de las buenas costumbres, la chabacanería y grosería constante en el lenguaje, etc. etc.  . Programación en las que las series y películas, en su mayoría, son unos bodrios con tramas en las que el sexo,  el crimen y la violencia, se reparten la base argumental. Historias sencillas en las que se ponderan la fraternidad, la solidaridad, el amor sincero y desinteresado entre un hombre y una mujer, la superación mediante el esfuerzo personal, …todo eso es pasado, y un pasado que hay que borrar , olvidar o tergiversar.

Pero donde observo  el mayor mal uso de la acción de los medios de comunicación es en los niños y jóvenes, con una programación zafia, aquella más tolerable, y en su mayoría, con unos modelos a seguir realmente tendenciosos y pervertidores de los valores vigentes.

Y unido a todo lo antes expuesto, no hay que olvidar el papel, superior e inestimable, jugado por los medios de comunicación en la creación de opinión pública. Y más concretamente aquí en Cataluña, donde la TV3, la en teoría, mucha teoría, televisión pública ha sido sólo y exclusivamente un instrumento al servicio de los gobiernos de la Generalitat y sembradora de consignas partidistas y segregadoras. Ayudados muy eficazmente, sin duda, por los medios privados, tal como el grupo Godó, los de La Vanguardia; el hasta hace relativamente poco, grupo Z(Asensio) de  El Periódico de Cataluña”, los Carulla de “Ara”, y etc. etc., destinatarios TODOS de pingües subvenciones.

 (3) Escuela pública. El planteamiento de esta cuestión en la novela  me ha hecho reflexionar sobre el tema. Más en estos momentos en los que según he leído la ministra de Educación, Isabel Celaá, está “negociando” con los grupos que les permitieron formar gobierno a los socialistas de Sánchez, una nueva ley de educación, en la que, creo,  se sigue  despreciando e ignorando la voluntad de los padres y tutores de los niños en cuanto a la elección de centro , elimina el castellano como lengua vehicular, tal como se ha venido haciendo en Cataluña desde hace ya muchos años,   introduce disciplinas como “Memoria de la democracia”( ¿? ), quita las subvenciones o ayudas a la educación diferenciada, y ataca a la concertada, entre otras medidas,  llamémoslas estridentes. Es decir, se reincide en la politización ideológica de tan trascendental tema.

¡Que poco, nada, les importa a estos gobernantes la educación y formación de nuestros niños y jóvenes! Pero, ¡qué pasividad tan absoluta la nuestra! Es la quinta o quizás sexta de las leyes de  educación implantadas en este país, España, desde 1978. Y todas ellas, salvo una, la vigente, fueron  fruto de  los del PSOE. Materia, por otra parte, que fue transferida a las Comunidades, y que ha servido para que, como aquí, en Cataluña, la escuela sirviera de instrumento eficaz al nacionalismo cerril.

Me pregunto, pues,  qué pasaría si los hijos, nietos y allegados cercanos de todos estos individuos, de modo obligatorio, por ley, tuvieran que mandar a sus deudos a la  escuela pública por ellos pergeñada.  ¡Que probasen buena porción de su maléfica medicina!

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Me remito a mi comentario tras la primera lectura de esta interesante novela de Sloan Wilson:

https://silvialeyendo.blogspot.com/2008/03/el-hombre-del-traje-gris-0-los-chicos.html

 

 

 

 

 

miércoles, 19 de marzo de 2008

El hombre del traje gris. ( “los chicos de oro”) Sloan Wilson, octubre 2004


Es una edición de Editorial Bruguera, año 1978, traducido por Miguel García Giménez. Título original:"The man in the grey flannel, suit”.  Basada en el libro hay una película de igual título, protagonizada por Gregory Peck y Jennifer Jones. La trama principal acontece en 1953, aunque entremezclada con  recuerdos e historias del pasado del protagonista referido a la II Guerra Mundial, en Italia.

Lo que más llamó mi atención de esta novela fue que la situación descrita allí, a mediados de los años cincuenta,  en los Estados Unidos, acerca de los dilemas laborales a los que se enfrentan los altos ejecutivos   de una gran empresa radiofónica, United Broadcasting Corporation, también describe, según creo,  la de los empleados  ejecutivos de una gran empresa española del presente.

El problema crucial planteado al protagonista, Tom Rath,  es que si quiere progresar y ascender en la empresa debe renunciar a su vida personal y familiar, a su tiempo libre y también a su identidad.  Cosa que no le apetece porque tiene claro que el trabajo no es un fin en sí mismo, sino sólo un medio. Postura contraria a la de su todopoderoso jefe y presidente de la compañía. Un dios para los suyos; pero nada ni nadie fuera de este entorno. Un ser bastante mediocre que se ha buscado a otros dos más simples que él; pero muy obligados con él porque le deben todo lo que son y tienen .

Me agradó el personaje del juez Bernstein. Un ser justo, que aplica el sentido común para aplicar justicia. De todos los personajes descritos, según creo, el más ficticio. Porque, desgraciadamente, no se dan esta clase de personas en el mundo real. Pienso yo que no; acaso me equivoque.

En "El hombre del traje gris", queda bien reflejado el mundillo de la alta ejecutiva empresarial, encarnado en la novela  por Hopkins, el presidente de la compañía, otros dos directivos  y los empleados más inmediatos. Pienso que quien trabaje o haya trabajado en una gran empresa sabe cuán ciertas son las anécdotas y los hechos expuestos en la obra. Sloan Wilson no inventó nada. Su mérito ha consistido en dar cuerpo a esa realidad de la mediocridad usual en los que ocupan los más altos puestos en las grandes corporaciones. Cuyo haber principal, en la mayoría de casos, radica en estar donde están; comportándose como reyezuelos absolutos. Se rodean de un séquito de seres similares a sí mismos; caracterizados todos por una común desmedida ambición de riquezas y de poder. No escatiman esfuerzos para conseguirlos. Subir, escalar puestos, ese es el único objetivo verdadero. Detrás, caídos o abandonados a su suerte, dejan familia, amigos, valores, dignidad...todo. Para contrastar lo dicho, sólo hay que fijarse en cualquiera de esas tan conocidas empresas como, por ejemplo, los grandes grupos financieros, telefonía, grandes constructoras, etc.. Se advertirá que sus más altos directivos (presidentes, consejeros delegados, directores generales…) como el Hopkins de la novela, al mismo tiempo que presidente, o vicepresidente, o consejero delegado de un grupo de empresas, lo son también de fundaciones, agrupaciones gremiales, artísticas o de clubs de fútbol. Todo a la vez. Cuando se celebra la junta general de accionistas, momento y lugar para que estos señores rindan la debida cuenta, en muchas ocasiones (al menos, aquí, en España) es un apaño, donde el quórum preciso está asegurado por la obligada asistencia de los más allegados de la plantilla. Por lo demás, una representación teatral para que la figura de sus altos directivos brille tanto como el lucero del alba, aunque, la más de las veces, sea tan opaca como Luna Nueva.

Los privilegios que ostentan estos ejecutivos son un rosario de agravios comparativos con el resto de los empleados de la empresa. Quizás el mayor o más ostentoso, sea su retribución. Es decir, sus sueldos anuales de cifras millonarias, a los que hay que añadir las opciones sobre acciones, fondos de pensiones multimillonarios, seguros en paraísos fiscales, etc. etc. No pongo nombres concretos, porque es práctica generalizada en este tipo de compañías.

Otro monopolio arrogado es poder envejecer en el sitio de trabajo. Quede claro que no digo trabajando. Muchos superan los sesenta y puede que hasta los sesenta y cinco y allí están. Algunos incluso han cambiado los estatutos de la sociedad para prolongarse ad infinitum en el poder. Para los escasos casos de cese, el abandono de la poltrona conlleva el embolso de multimillonarias cantidades.
Por último, no quiero dejar de mencionar la impunidad que disfrutan, ya que si las estrategias y decisiones empresariales por ellos tomadas para el grupo empresarial resultan equivocadas, con consecuencias económicas graves, pues… ¡no pasa nada! Siguen tan airosos en el cargo. Aquí el mejor ejemplo lo tenemos en las fabulosas inversiones en Iberoamérica llevadas a cabo por las multinacionales españolas, de cuyas consecuencias y trascendencias prácticas la opinión pública española no tenemos información precisa.Por todas estas razones, pienso que un título alternativo para la novela podría haber sido “Los chicos de oro”

Tal como se ve (lee), nada he dicho del común de los mortales “Tom”, el protagonista, ni de sus problemas familiares, contados en la novela. Me fui, como tantas otras veces, por los Cerros de Úbeda.



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En 2020 volví a leer esta novela. Aquí detallo dirección del comentario hecho tras esta nueva lectura.

https://silvialeyendo.blogspot.com/2020/11/el-hombre-del-traje-gris-de-sloan-wilson.html