"Los cipreses creen en Dios" (1) es un libro de setecientas
veinticinco páginas de letra menuda,
escrito entre abril de 1949 a marzo de 1952 por José María Gironella (*), Editorial Planeta, 1987.
En el prólogo,
fechado en el verano de 1952, el autor advierte que la elección de la ciudad de
Gerona (Girona), es sólo un recurso literario y no implica que muchos de los
acontecimientos descritos hayan tenido allí su escenario real. Al respecto, el
autor literalmente dice: ... "lo que me ha importado no es el inventario, sino
la vida. Ahí sí desearía no haber errado. Consecución de una atmósfera y
creación de unos personajes. Que una y otros sean auténticos: esto es lo que
primordialmente me interesa".
Su lectura me resultó muy
interesante, pero sufrí porque muchos de los hechos aquí narrados fueron verdaderos (reales) y los personajes descritos o desarrollados en ella son verosímiles . Así, pues, el mayor valor e interés de este grueso libro, se halla – al menos para mí - en su papel de testimonio de la realidad de una época. Desde luego, ¡una triste realidad !
Aclaro que mis comentarios acerca de esta
interesante novela se han centrado en determinados personajes, aquellos que he considerado más peculiares de la época descrita pero, al mismo tiempo, prototipos del comportamiento humano. Personajes muy verosímiles y otros menos
creíbles, entre los cuales los hay buenos, malos y menos malos. Sus protagonistas
indiscutibles son los Alvear, los
miembros de una modesta familia que vive en Cataluña, proveniente de otros
lugares de España, y su lengua materna es el castellano. La componen, los padres ( un madrileño y una vasca) y sus tres hijos,
dos chicos y una chica. En el año 1931,
fecha a partir de la cual se inicia la narración, son todavía unos niños. Las historias en torno a este grupo familiar hasta el final de la novela, en 1936, en los primeros meses tras el estallido de la guerra civil, constituirán el núcleo de la ficción.
SOBRE ALGUNOS DE LOS PERSONAJES Y PROTOTIPOS DE LA NOVELA:
Los Alvear, representan
a un tipo medio de la familia española de entonces: el padre , sostén único de
la familia; la madre una fiel creyente cristiana, buena cocinera y buena ama de casa, que vela y cuida por sus
hijos tal gallina clueca a sus polluelos, indiferente a la cuestión política
o ideológica, porque
entiende, está convencida de ello, que lo suyo, su parcela, es cuidar de su familia y del
hogar, tanto en lo material como en lo espiritual , a cuyo objetivo ha encaminado sus desvelos y afanes con total entrega y dedicación plena. ¡Una madre!
César, el pequeño de los hijos de la familia
Alvear, considero, es el más inverosímil, o sea, el más ficticio de todos los personajes de la novela, y también el más difícil con el cual identificarse. (Bueno, así
lo creo yo). Porque es un santo, un alma humilde y pura. Ama todo lo por Dios creado:
su familia, los animales, la Naturaleza... San Francisco y Santa Clara son
sus grandes referencias. Criado en un ambiente de arraigada cristiandad, el muchacho
muestra una vocación temprana hacia el sacerdocio y con trece años pide a su
familia se le permita ir al seminario para ser cura. La modestia de los
ingresos familiares hace que el muchacho ingrese como fámulo (criado) en el Seminario del
Collell, en donde a la par que trabaja estudia. Más lo primero que lo
segundo. Su aspecto físico, tal como es descrito en la novela, es ridículo:
cabeza rapada, grandes orejas, muy alto y flaco, lo cual le dota, por otra
parte, de singularidad. Distintivo que
no termina en su aspecto, sino que crece con su manera de obrar. El chaval es
bueno, y bueno con y hacia todo el mundo. Su madre, "escuchándole, veía en
cada una de sus palabras la gracia de Dios". Todo corazón y no cerebro. Le
era más fácil rezar que argumentar. No es el personaje al que más capítulos y
párrafos se hayan dedicado, pero, creo, que es crucial para el entendimiento
del fondo argumental de la novela. En
julio del 36 cursaba el tercer año del Seminario. Es realmente un personaje
candoroso.
En la novela aparecen otros dos religiosos u hombres de Dios, a saber:
Mosén Alberto, director del museo diocesano, con gran ascendente espiritual sobre la
madre de los Alvear, pero también entre las
capas altas de la sociedad descrita en la novela, con cuyos miembros alterna
maravillosamente, pues es amante de dignidades y de las comodidades mundanas. Sacerdote, el cual - por lo que en la trama se cuenta - está
más por las cuestiones materiales y "lo catalán" que por divulgar y,
sobretodo, cumplir las enseñanzas evangélicas. Es la imagen de un mediador de
Dios que, creo, no ha comprendido
bien la importancia ni el significado real de su papel en el grupo social. Cuestión , al parecer, si no olvidada sí algo rezagada en
algún recoveco de su mente y de su corazón . Está más con los de arriba
que con los de abajo, con los que tienen y les sobra, que con los que no tienen
nada y aún les falta para comer. Descrito, no obstante, (- ¡qué paradoja!- ) como buen conocedor de
los dogmas del Catolicismo pues se ocupa de la confección de catecismos.
Rudimentos de fe que cuando creyó propicios los tiempos hizo imprimir sólo
en lengua catalana. Tal vez porque entendía que su sacerdocio( su labor como sacerdote de la Universal Iglesia de Cristo) se limitaba al cuidado de las almas de los catalanes, pero no de todos, sino tan sólo de los de habla catalana, y en mayor medida de los ricos e influyentes.
Los sucesos posteriores llevarán a
este sacerdote a una reflexión seria sobre sus acciones pasadas.
El tercer religioso que aparece en esta novela es Mosén Francisco,
un verdadero sacerdote cristiano. Es decir, un hombre
de Dios que está con los que sufren, con los que han errado, con los
pecadores,... luchando, sin parar, para conciliar a la criatura humana con su
Creador.
Julio García, policía amigo de la infancia del padre de los Alvear y como éste natural de Madrid, de igual humilde origen familiar, similares convicciones republicanas y anticlericales y funcionarios ambos, uno del cuerpo de Policía, y el otro de Telégrafos, con destino en Girona. Prototipo humano que se da en cualquier grupo social a todo lo largo y ancho de este Mundo. Encarna al individuo surgido como quien dice de la
nada, hipócrita a la par que oportunista, calculador hábil de ilimitada
ambición personal y sin ningún tipo de escrúpulos morales. No cree en nadie ni
en nada. Él y sólo él. Estas son las características que le adornan, pero que con
habilidad disimula bajo la apariencia de un ser campechano, muy bien
relacionado y con numerosos conocidos influyentes, amigo de favores y de camaleónica adaptación
a las circunstancias y al momento. Representa al malo, malísimo, contrafigura del bueno e irreal César.
La modestisima situación económica de los
Alvear, que " hacen encaje de bolillos” con
el sueldo del padre, única fuente de ingresos de la familia, contrasta con la
del policía, propietario de un espléndido piso bien acondicionado y un tren de
vida elevado. Lo cual es un misterio para muchos. Transcribo a continuación un párrafo que bien muestra cómo se desenvuelve el
personaje:
"Lo cierto era que el
policía resolvía siempre las situaciones con sutil precisión psicológica. El
problema de la hostilidad catalana no le afectaba, por madrileño que fuera. Su
actitud había sido radical: dárselas de más
catalanista que los propios catalanes. En la Rambla bailaba sardanas hasta
quedar exhausto y pronunciaba el nombre de Maciá en tono de visible
emoción".(2)
Sin embargo, no son las cualidades
personales de Julio,(2) el policía, las que me han hecho calificarlo de
"malo", sino por el papel desempeñado en la novela que es la de un servidor público que usó su
cargo, en este caso concreto de responsable de la seguridad ciudadana, en
momentos tan críticos para el colectivo protagonista de la historia, no en su favor, sino en su contra. Y
cuyo mal hacer originó los sucesos
descritos por Gironella en su novela,
ubicados por el escritor en la ciudad catalana de Girona, escenario
principal en el que se desarrolla la trama novelística, en los días inmediatos
al levantamiento militar contra el gobierno legítimo de la República, el 18 de julio de 1936. Personaje que en
lugar de emplear su autoridad para guardar el orden y la integridad de la
totalidad de la población, con
programada intencionalidad, es decir, mala fe, dejó que los ánimos de la chusma
se exacerbaran hasta provocar los desmanes y
muertes de los sucesos trágicos que ponen fin a esta larga ficción.
Descripción cuya lectura deja una huella amarga. Sentimiento que crece cuando, acudiendo a los libros de Historia, lees que
sobre el veintitantos de agosto del 36, en Madrid, ocurrió acontecimiento
similar a la ficción contada por
Gironella. (“La Historia se confiesa”,
de Ricardo de la
Cierva,
Ed. Planeta, tomo 3, pág.10).
Conclusiones
( y fin)
Después
de leer este vasto libro reflexiono que todos
los seres humanos y más aún los que formamos parte de colectivos humanos con
diferencias culturales, raciales, ideológicas y/o de fe religiosa, pero dentro
de un mismo entorno geopolítico e histórico, no deberíamos dejarnos arrastrar
por las diferencias en materia de nuestras ideas políticas, o de nuestras
particulares creencias religiosas, o de los métodos y formas que conlleva
determinada praxis política hasta extremos tales como los, lamentablemente,
acontecidos en el pasado siglo XX, en la historia de España, novelados
magistralmente por Gironella en este libro; quien supo reflejar en su obra ese
espíritu de contienda y disensión que se había apoderado de las gentes de
España. En resumen y para terminar, la novela me gustó. En ella están bien reflejados,
al menos desde mi modesto entender, a través de la multiplicidad y variedad de
los personajes junto a la proliferación
de anécdotas y pasajes , algunos tomados de los periódicos de la época,- la
situación y el ambiente de la España de 1931 a julio de 1936, inicio de la
Guerra Civil.
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(*) Entonces(primer semestre del 2006) no busqué datos sobre el autor del libro. Lo dejé intencionadamente para el final, para cuando hubiera acabado mi tanda de comentarios. En este caso concreto, no quise dejarme influenciar por la biografía o perfil del autor, aunque conocía que era un afamado escritor, autor de varios libros acerca de la Guerra Civil Española.
31 de agosto de 2016: Tenía pendiente de leer acerca de la biografía del autor, José María Gironella. Seguidamente copio y pego información sacada de la web biografiasyvidas.com en relación a las características principales de sus obras:
"Autor de éxito en los años que precedieron al tardofranquismo, sus obras pretendían ser una crónica objetiva de los acontecimientos históricos de la España reciente(... )alcanzó la popularidad gracias a la trilogía Los cipreses creen en Dios (1953), Un millón de muertos (1961) y Ha estallado la paz (1966), en las que recurrió a las fórmulas narrativas tradicionales para reflejar a través de tramas cruzadas la impresión personal sobre unas realidades intensamente vividas. La primera de ellas aborda los antecedentes inmediatos de la Guerra Civil, mientras que la segunda se centra en los años de la contienda y la tercera versa sobre la época de posguerra. A pesar de su enfoque simplificador y maniqueo, estas obras tienen interés por su vocación testimonial y la capacidad del autor para entrelazar lo novelesco y lo histórico, seleccionando hábilmente tipos, rasgos y situaciones pintorescas que alcanzan la categoría de documento
http://laplumaviperina.blogspot.com/2016/03/los-cipreses-creen-en-dios.html. En este enlace he hallado esta reseña sobre el libro, cuya lectura recomiendo.
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(1) Seguidamente, señalo lo que quizás Gironella quiso plasmar a modo de síntesis de su obra cuando la bautizó con- al menos para mí- tan enigmático título "Los cipreses creen en Dios". Sugerencias halladas en http://www.imaginaria.org/def.htm, "Simbología del Ciprés" :
- Unión entre el Cielo y la Tierra.
- Del simbolismo universal y primitivo de las coníferas que, por su resina incorruptible y su follaje persistente, evocan la inmortalidad y la resurrección.
(2)La descripción de los modos y las maneras de esta figura literaria, Julio García, me recuerdan las de algunas de las figuras de la actual realidad política catalana que siendo ellos mismos, o sus progenitores, de otras zonas de España,al igual que el policía García, se han convertido en paladines de la causa de sacar adelante el controvertido - llamémoslo así- nuevo estatuto catalán, y montan numeritos públicos de esteticidad catalanista para así, supongo, ganar méritos y no les tengan en cuenta sus orígenes "xarnegos"(léase “charnegos”, expresión peyorativa hacia los que no son catalanes de origen).
Estatut catalán , : enlazo con interesante artículo publicado en 2006, en elpais.com, titulado "La evaporación política del charnego" , cuya lectura recomiendo., pero del que he seleccionado el siguiente párrafo, por considerarlo significativo :
"El personaje del charnego avispado y rozagante tiene brillantes elaboraciones novelísticas desde hace varios decenios, pero todo indica que ya no tiene muchos referentes actuales, si es que alguna vez fue un retrato fiel de la colectividad. Hace treinta años que no llega a Cataluña virtualmente ningún inmigrante del resto de España, por lo que los más jóvenes tienen ya más de cincuenta años de edad, muchos se han retirado y bastantes han vuelto a sus tierras de origen. Sus hijos, nacidos y educados en Cataluña, se consideran tan catalanes como los demás y quieren ser reconocidos como tales, aunque sigan hablando en castellano con sus progenitores. Lo último que desearía la inmensa mayor parte de los catalanes de origen inmigrante es convertirse en sospechosos de anticatalanismo. Incluso la palabra charnego, que suele considerarse ofensiva, había desaparecido del vocabulario habitual hasta que fue reintroducida hace unos meses por un ministro socialista, precisamente en referencia a Montilla. Así pues, los abstencionistas diferenciales entre las elecciones generales y las elecciones autonómicas han continuado absteniéndose, incluso más que en ocasiones anteriores, pese a haber innovado con un candidato de origen andaluz o más bien precisamente por eso."