Julián Marías
murió a finales del 2005. Desde
aquel entonces tenía el propósito de
leer alguna de sus muchas obras. Propósito que
mantengo, pero mis últimas
lecturas me han guiado a los dos artículos del epígrafe.
Primero de todo es menester
recordar, o más bien refrescar la figura de Julián Marías y lo que representó :
Fue un hombre de pensamiento, un
prolífico y erudito escritor español, en cuya larga vida le tocó vivir la Guerra Civil, la dictadura
de Franco, y, posteriormente, la
Transición y restauración democrática.
Una larga existencia la de este pensador
católico que se distinguió siempre por su lealtad a sus convicciones,
las cuales defendió con firmeza e
independientemente de que éstas fueran contrarias a lo tenido por políticamente correcto de la época o del
momento. De cualquier época y momento,
resalto. Defendió siempre la verdad pura y dura. Ello le
hizo un personaje incómodo.
Nació en Valladolid el
17 de junio de 1914(…) En 1931 obtuvo el título de Bachiller, en Ciencias –con
Premio Extraordinario– y en Letras, en el Instituto
Cardenal Cisneros. Entre 1931 a 1936 cursó Filosofía y Letras
(especialidad de Filosofía) con premio de licenciatura en 1939, en la Universidad
Complutense de Madrid, en la cual fue discípulo de Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, José Gaos, Manuel García
Morente, etc. (…)Lector precoz, formó una biblioteca que le
permitiría, con apenas 26 años, escribir una Historia de la filosofía citando textos originales que
tomaba de entre sus libros. Aprendió griego … perfeccionó el alemán (…) Su
primera publicación de cierta entidad es su participación en el libro Juventud en el mundo antiguo, editado
en 1934 (recogía textos de Marías, Carlos Alonso
del Real y Manuel Granell) narrando el crucero universitario que
en 1933 realizaron estos estudiantes por el mar Mediterráneo, y en el que
también participaron Salvador Espriu, Enrique
Lafuente Ferrari, Luis Díez del
Corral, Antonio
Rodríguez Huéscar, etc.). Marías obtuvo la licenciatura en junio de
1936. Un mes después estalló la Guerra Civil. Marías se alistó en
las filas republicanas, pero por su miopía no se le destinó al frente, quedando
en el servicio de traducción, dados sus conocimientos de francés, alemán e
inglés, entre otras lenguas. Durante la guerra, participó en revistas
como Hora de España. Tras el desastre del Ebro y la rápida ocupación de Cataluña,
Marías apoyó la constitución del Consejo
Nacional de Defensa propugnado por quien fue maestro en su
Facultad Julián
Besteiro, así como por José Miaja, Cipriano Mera y Segismundo Casado en las páginas del ABC republicano, mediante editoriales que aparecieron sin
firma. (…)Acabada la guerra fue supuestamente denunciado por uno de sus
mejores amigos, Carlos Alonso del Real. La denuncia fue
apoyada por un profesor de arqueología, Julio Martínez Santa-Olalla, y contó con el
testimonio del novelista Darío Fernández Flórez. Marías pasó unos
meses en la cárcel y pudo haber sido fusilado de no ser por la asimismo supuesta
intercesión de Salvador Lissarrague Novoa, Camilo José Cela, Manuel Mindán Manero y la familia de
Ortega. Quedó vetado por
el régimen de Franco y no pudo obtener el doctorado
hasta 1951 (su tesis sobre el padre Gratry, presentada en 1942,
había sido suspendida). Como en otros muchos casos se le ofreció
integrarse en la Universidad, pero rechazó el ofrecimiento por
negarse a jurar los Principios Fundamentales del Movimiento. Tampoco
pudo publicar en prensa hasta entrados los años cincuenta, y durante mucho
tiempo sobrevivió traduciendo libros … 1941 contrajo matrimonio con Dolores
Franco Manera (1912–1977)(…), compañera de Marías en la
Facultad de Filosofía y Letras, profesora y escritora. Con ella tuvo cinco
hijos (…) y tres hijas(…).En ese mismo año publicó su primer libro: Historia de la filosofía(prologado
por Zubiri, y en ediciones posteriores con epílogo póstumo de Ortega), (…)A
este libro seguirán más de setenta: Marías, que no pudo cumplir su vocación de
maestro en España, se volcó en la escritura para suplir esta carencia
(…)Católico practicante, Marías participó en las sesiones del Concilio
Vaticano II. En 1982 pasó a formar parte del Consejo
Internacional Pontificio para la Cultura, creado por Juan Pablo II.(…)Falleció en Madrid el 15 de
diciembre de 2005, a la edad de 91 años. El 5 de abril de 2011 se le concedió
la distinción a título póstumo de Hijo Adoptivo de la ciudad de Soria, ciudad donde
transcurrieron sus últimos veranos y que permaneció presente en los recuerdos
del filósofo: «En ella se puede asistir a lo que está pasando en España y gran
parte del mundo; y se puede prever lo que podría ser el porvenir si no se
renuncia a lo que es inexorablemente la vida humana».
Fue
autor de numerosos libros, ensayos y artículos periodísticos. Uno de ellos, “¿Por qué mienten?(ABC, 16-enero-1997), al que tuve acceso a través de la página web aquí
enlazada conoZe.com_Julián Marías.html., me llevó a la lectura de otro artículo suyo de fecha anterior, sobre la misma temática,
titulado ”La vegetación del páramo”, publicado en 1976, en los
periódicos La Vanguardia y El País.
La idea defendida por Julián
Marías en estos dos escritos es que durante
el franquismo hubo una buena y extensa producción literaria, iniciada en los
primeros años de la dictadura, con espléndida representación. Argumento
de fácil demostración con sólo
enumerar a los autores junto a sus respectivas
obras en dicho periodo ( 1940 al 1975). Esta evidencia, no obstante, se niega, y con mayor énfasis –señala Marías- desde
el año 1956. A partir de
entonces, de modo creciente, ante la
pasividad de los muchos, unos por ignorancia y otros con plena conciencia, la
falsedad no sólo se instala, sino que de
modo pertinaz y contundente se promueve.
Empiezo por el más
antiguo, “La vegetación del páramo” ,1976,
que resalto fue publicado pocos meses después de la muerte del dictador, en su cama, un 20 de noviembre de 1975.
“Se trata —no hay que decirlo— del
famoso “páramo cultural” español de los últimos decenios. La imagen ha sido moneda corriente desde poco después
de la guerra civil. Primero circuló fuera de España; se suponía que en ella no quedaban más que “curas y
militares”, y ni rastro de vida intelectual, refugiada en la emigración (…) ¿Cómo es posible que pueda usarse —y prosperar— la
imagen del “páramo”? Los jóvenes tienen ante los ojos, sobre todo, las instituciones
en las cuales estudian, a las cuales tienen acceso (…) Se les ha dicho además, incansablemente, que no han
tenido maestros( …
)Se ha tratado de
inculcar en sus mentes la idea de que solo en los últimos años —a lo sumo desde
1956— ha habido intentos de resistencia a la falta de libertad, de afirmación
de las opiniones discrepantes, de ejercicio de la inteligencia. (…)
Todo lo anterior —y, en definitiva, todo durante cuarenta años— ha sido el
páramo intelectual de España .La
verdad ha sido muy distinta. (…) voy a limitarme a recordar algunos
hechos, algunos datos, todos ellos anteriores a la muerte de Ortega a fines de
1955, es decir, en el apogeo del supuesto “páramo”. La guerra civil —en
ambas zonas— significó la ruptura de la continuidad, la casi total extinción de
la vida intelectual, el dominio de la propaganda, la persecución de la verdad,
el triunfo del partidismo. Sin embargo, en la zona republicana, en Valencia y luego en Barcelona, se publicó la revista mensual Hora de España, (…) La noble pluma de Antonio Machado honraba todos los números
de la revista, y a su sombra colaboramos muchos que no hemos tenido nunca
que avergonzarnos ni arrepentirnos de lo que allí escribimos. No sé si en la
otra zona hubo algo comparable —no ha llegado a mi noticia—, pero hay que hacer constar que, terminada la
guerra, desde 1940 y durante los dos años de dirección de Dionisio Ridruejo y
Pedro Laín Entralgo, Escorial significó un esfuerzo de reanudación de la convivencia intelectual y de
los derechos de su ejercicio. Y, en forma ya más independiente, no se olvide lo que fue Leonardo en Barcelona,
y desde 1946 Ínsula en Madrid
(…). Tres son los elementos que
pueden distinguirse en los años posteriores a la guerra: 1) La exclusión de los disidentes por el
Estado y las fuerzas políticas que lo respaldaban, su recuperación por el resto
de la sociedad. 2) La reanudación de la
continuidad intelectual por parte de los grandes escritores. 3) La aparición de otros nuevos, de las
generaciones posteriores a la guerra. Tan pronto como fue posible, (…) se
empezó a hablar de los escritores emigrados. Mientras la censura proscribía sus
obras (…), Ínsula
fue el órgano principal de su difusión y comentario. En el Diccionario
de Literatura Española de la Revista de Occidente (1949) hablé de Alberti, García Lorca, Salinas, Guillén,
Antonio Machado, Azaña, Gómez de la Serna, Casona, José Gaos, y allí
aparecían igualmente otros muchos, sin otro criterio que la calidad y la
información disponible. Los grandes
autores de la generación del 98, de las dos siguientes, empezaron muy pronto a
escribir, y una parte esencial de su obra corresponde a los años que estoy
recordando. Menéndez
Pidal publica Los Españoles en la historia y Los
españoles en la literatura —tan independientes, tan contracorriente,
que tanto rencor oficial provocaron—; …. Azorín,
Españoles en París, Pensando en España, (…). Baroja, en los mismos años, publica sus
memorias, (…)Los títulos de Ortega se
suceden: Historia como sistema, Ideas
y creencias, (… )Zubiri publica Naturaleza, Historia, Dios; Morente, Lecciones preliminares de filosofía y Ensayos; Dámaso Alonso, La poesía de
San Juan de la Cruz, (…). García
Gómez, después de las Qasidas de
Andalucía, (…). Vicente Aleixandre,
nada menos que Sombra del Paraíso(…).
Gerardo Diego, Alondra de verdad y otros libros de poesía. Miguel Mihura estrena en colaboración Ni pobre ni rico sino todo lo contrario (…). José López Rubio, Alberto,
Celos del aire, (…). Fernando Vela publica El grano de pimienta, Circunstancias, Los
Estados Unidos entran en la historia. Marañón
da una larga serie de libros admirables: Ensayos
liberales, (…).¿Y los nuevos?
(…), hasta 1941 no empieza ese nuevo brote de pensamiento, narración o
poesía. Casi toda la obra poética de Gabriel Celaya es de ese periodo(…).
Casi lo mismo podría decirse de Luis
Rosales: después de Abril, anterior a la guerra, (…) De Dionisio Ridruejo
(…). La obra de Leopoldo Panero, José Luis Hidalgo, Carlos Bousoño, Eugenio de
Nora, Blas de Otero, se condensa o al menos se inicia y madura en estos años. Zunzunegui, anterior a la guerra,
publica con fecundidad tras ella (…). Pero es
Camilo José Cela el que inicia la novela de su generación, a fines de 1942:
La familia de Pascual Duarte; (…). Y tras él
Ignacio Agustí
(*)con Mariona Rebull y El viudo Ríus. Carmen
Laforet con Nada. Gironella con
La marea y Los cipreses creen en Dios.
Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada, (…).
Todavía en ese plazo empiezan a aparecer cuentos de Ignacio Aldecoa (…) del economista y novelista José Luis Sampedro; y Gonzalo Torrente;
y el comienzo de la obra teatral de Buero
Vallejo, desde Historia de una escalera hasta Irene o el tesoro. ¿Cómo
olvidar la obra ingente de Pedro Laín Entralgo, …Menéndez Pelayo, … Enrique
Lafuente Ferrari da … ¿Y los innumerables libros de Camón, Juan Antonio Gaya
Nuño, Sánchez Cantón, Angulo, María Luisa Caturla, María Elena Gómez Moreno?
Añádase la obra de Fernando Chueca, … los estudios de geografía social de
Manuel de Terán, los ensayos de patología psicosomática y psicología de Juan
Rof Carbalo, y tantas obras originales. Los libros de historia de las ideas de
Antonio Tovar, Luis Díez del Corral, José A. Maravall, Enrique Gómez Arboleya,
Lapesa, Blecua, Díaz-Plaja… Y la aparición un poco tardía de Aranguren. Y no puedo omitir mi nombre, porque, si no
me equivoco, mi Historia
de la Filosofía (enero de 1941) fue el primer libro nuevo de autor nuevo,
que invocaba la tradición filosófica española anterior a la guerra para seguir
adelante con otros libro: …Repare el lector en que esto es una fracción de
http://barricadaletrahispanic.blogspot.com.es/2012/04/por-que-mienten-julian-marias.htmllo
que se ha publicado en España después de la guerra civil y hasta 1955.
“Reconozco que tengo una aguda sensibilidad para la mentira. (…)me
deprime y entristece. Por desgracia, su frecuencia es inquietante, y en
personas individuales o grupos ha adquirido un carácter que se podría llamar
"profesional": se puede contar con la mentira con la seguridad de que
no falte.
La historia es objeto preferente de esa operación…La voluntad de mentir se concentra especialmente en la presentación del
pasado cercano y del presente, sobre todo en sus dimensiones intelectuales,
culturales en general. Casi todo el mundo considera necesario decir que España,
durante cerca de medio siglo –o más– ha sido un desierto, y se ha acuñado la
expresión "páramo cultural". Hace veinte años escribí un largo
artículo titulado "La vegetación del páramo" (..). Era un recuento
fragmentario, sin rebuscas ni propósito exhaustivo, de lo que se había hecho,
en medio de grandes dificultades, en esos quince años. Resultaba una larguísima
lista, impresionante, de "libros libres", fruto de vocaciones
admirables; se veía la continuidad, no interrumpida, de los autores existentes
antes del feroz corte de la guerra, y la aparición de promociones nuevas, de
sorprendente fecundidad, y en la mayoría de los casos, capaces de innovación e
independencia. La vegetación del páramo, concluía yo, es bastante frondosa.…,
cada vez que se habla de lo que ha sido la realidad cultural de España después
de la guerra civil, se acumulan las mentiras más evidentes, más contrarias a la
irrefragable realidad(…)
¿Por qué lo hacen? Tengo una irrefrenable propensión a
intentar entender. Hay que distinguir de edades o generaciones. Los jóvenes –y
en esta categoría, para estos efectos, son los que no han llegado a los
cincuenta años– mienten, diríamos, en nombre de otros. Su motivo principal es
la ignorancia: no saben nada, aceptan pasivamente lo que les han dicho y lo
repiten como cosa propia.
Hay un curioso grupo, formado por los que empezaron a actuar hacia
1956 –fecha muy significativa–. Tuvieron, ya desde entonces, la voluntad de
dar por nulo todo lo que se había hecho antes –es decir, todo lo que se
enumeraba en el artículo de que hablo–, para dar la impresión de que con ellos, y sólo con
ellos, se iniciaba una resistencia a las presiones oficiales y un intento de
independencia.
Finalmente, los decididamente mayores, los que vivieron y escribieron en
ese ya lejano periodo, con frecuencia se pliegan a las presiones dominantes,
temen ser acusados de complacencia con ellas si afirman y valoran lo que muchos
hicieron precisamente para no aceptarlas, pagando por ello el precio necesario. Algunos tuvieron en efecto esa complacencia para buscar una vida más
fácil, lo que al fin y al cabo es humano; otros no. Todos contribuyeron a que
no se rompiera la continuidad de una cultura que data ya de un siglo largo –y
me refiero a la que es "actual", no a la dilatadísima que constituye
el patrimonio milenario de todos los que hablan español a ambos lados del
Atlántico–.En España, desde hace veinte años, han sucedido muchas cosas, buenas
y malas, con evidente predominio de las buenas…. Lo que sigue
faltando, y me preocupa extraordinariamente, es el triunfo de la veracidad. La
verdad fue, como en todas las guerras, la primera víctima en 1936. Una crisis
previa de la veracidad fue la causa últimamente decisiva de la discordia que
llevó a la guerra civil; se buscan las causas de su origen, y rarísima vez se
piensa en esta. La verdad fue evitada, perseguida
durante los decenios siguientes, por el partidismo, la obsesiva politización de
los que mantenían su versión interesada de las cosas y los que aspiraban a
sustituirla por otra opuesta pero igualmente tendenciosa y deformadora. Esto es
comprensible, pero ¿lo es la perduración de tales actitudes cuando se ha
cancelado lo que de siniestro ha tenido una larga época, cuando se puede decir
la verdad? Es gravísimo que no se haga, que no se quiera usar la libertad para
lo que debe ser su finalidad primaria. (…)mentir descalifica al que lo hace,
y debe tener la consecuencia inmediata de su desprestigio. Cuando alguien lo
hace, los que lo saben deben tomar nota y obrar en consecuencia. Hay que tener
en claro a quién se puede estimar, en quién se puede confiar. (…) La
proporción es variable según las edades y las regiones españolas, pero el
peligro es muy amplio.
Con diversos pretextos,
hay gentes dedicadas a lo que llamo la "calumnia de España". Ningún
pretexto me parece aceptable para ello; no sólo en nombre de España, sino,
todavía antes, en nombre de la verdad. Julián Marías ABC, 16 enero 1997
22 de agosto de 2016: Enlazo con artículo de Julián
Marías, publicado por “Labotellademar.com”, Buenos Aires(Argentina), titulado “EL PODER
CORRUPTOR DE LA MENTIRA IMPUNE”,
cuyo contenido me parece muy oportuno para los tiempos que nos ha tocado vivir.
Tras su lectura reflexiono sobre el gran conocimiento del alma humana del
universal escritor. Aquí van unas aseveraciones suyas recogidas en el citado
artículo:
“(...) En la actualidad la mentira es demasiado frecuente y demasiado
inquietante. No me refiero a los errores, …, sino a la falsedad deliberada,
buscada, difundida con grandes recursos, lo cual puede producir una intoxicación
de la sociedad, una especie de septicemia que puede poner en peligro la salud
colectiva. Se miente a sabiendas, como un programa, como un arma que es sin
duda desleal y muy peligrosa. La enorme difusión y la eficacia de los medios de
comunicación permiten que el cuerpo social quede contaminado por la mentira.”
¡Qué verdad, verdad! ¡Una gran verdad!