jueves, 23 de abril de 2020

“Un forastero en la ciudad”, de Georges Simenon


“Un forastero en la ciudad”, de  Georges Simenon. (*) Luis de Caralt, 1971. Colección “Las Novelas de Simenon”. Núm. 3. Versión española de Julio Gómez de la Serna. Título de la obra original: “Un nouveau dans la ville”, 1951.

La novela me gustó, y ello a pesar de que el protagonista de esta historia, una historia sencilla  que nos lleva a una pequeña ciudad norteamericana, es uno de esos seres malo, muy malo, que disfruta haciendo el mal y con los males ajenos.  Este personaje es Justin Ward. Compartiendo protagonismo con él está Charlie, el propietario del bar en donde  y alrededor del cual acontecen los principales hechos. Un tipo humano del montón, cuya vida transcurre en su negocio, compartiendo con su mujer la atención de la clientela.  Clientela fija compuesta por gentes del lugar.

Simenon en esta novela demuestra ser “el profundo analista de los móviles más recónditos y de las más tenebrosas pasiones del alma”, tal como se señala en la contraportada del libro. ¡Un maestro!


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(*)   Es seguramente uno de los pocos si no el único autor de literatura policial reconocido como gran autor literario. Como grafómano que escribía todo el tiempo –no solo las historias de Maigret sino también las llamadas novelas duras, que son magníficas– constituye una especie de anomalía. Era un hombre que vivía para la escritura y su capacidad para escribir tanto y tan bien todo el tiempo le convierte en una especie de genio”, resume a EL PAÍS Stéfanie Delestré, editora de la Série Noire de Gallimard. "(   https://elpais.com/cultura/2019/03/30/actualidad/1553977532_979419.html )

miércoles, 8 de abril de 2020

Un caso de urgencia, (2) de Jeffery Hudson


8 de abril de 2020: Posteriormente a mi última entrada sobre este libro, hallé traspapeladas las cuatro que originalmente, en el 2006, le dediqué . Comentarios que he decidido incorporar  sin ninguna enmienda o corrección porque  allí abordé la cuestión básica, fundamental, de la conducta ética del buen profesional de la Medicina, cuya función es sanar, curar; y, en esta dirección y objeto, deberá emplear hasta agotar todos sus conocimientos, así como los recursos médicos a su alcance.  No le compete juzgar a quién debe asistir y tratar de curar de su afección. Al menos, según creo, lo prescrito por el código deontológico de su profesión.  Es un sanador, alguien que cura a seres con alma, y no un simple matarife, cuyo oficio es matar y descuartizar animales, criaturas sin alma.

Seguidamente resalto, copio y pego, algunos de los artículos del Código Deontológico por el cual se deben regir, según creo,  los profesionales de la Medicina en España.

Capítulo II PRINCIPIOS GENERALES Artículo 5   1.‐ La profesión médica está al servicio del ser humano y de la sociedad. Respetar la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad son los deberes primordiales del médico.   2.‐ El médico debe atender con la misma diligencia y solicitud a todos los pacientes, sin discriminación alguna.   3.‐ La principal lealtad del médico es la que debe a su paciente y la salud de éste debe anteponerse a cualquier otra conveniencia. El médico no puede negar la asistencia por temor a que la enfermedad o las circunstancias del paciente le supongan un riesgo personal.   4.‐ El médico jamás perjudicará intencionadamente al paciente. Le atenderá con prudencia y competencia, evitando cualquier demora injustificada en su asistencia.  

Artículo 6   1.‐ Todo médico, cualquiera que sea su especialidad o la modalidad de su ejercicio, debe prestar ayuda de urgencia al enfermo o al accidentado.   2.‐ El médico no abandonará a ningún paciente que necesite sus cuidados, ni siquiera en situaciones de catástrofe o epidemia, salvo que fuese obligado a hacerlo por la autoridad competente o exista un riesgo vital inminente e inevitable para su persona. Se presentará voluntariamente a colaborar en las tareas de auxilio sanitario






Este libro puede catalogarse como del género policíaco.- Hay crimen, presunto culpable, intriga, y un investigador aficionado que es el protagonista de la novela, un médico especialista en Patología. La novela está escrita en primera persona. En ella a la par de la historia se nos explican determinados términos médicos o enfermedades, algunas en el propio texto o nota a pie de página y con siete apéndices al final del libro para los temas más complejos. En ellos se habla del presumible origen del blanco de las batas y paredes de los hospitales, de la desconfianza entre médicos y policías, argumentaciones en pro y en contra del aborto, etc. etc.; dignas de agradecer por todo aquel que, como a mí, el tema de hospitales, médicos, medicina, terapias , etc. le sean algo distantes.

Hay que especificar que el mundillo médico y hospitalario descrito en el libro es el de Boston (EEUU), por los años sesenta del pasado siglo XX. La intriga se mantiene hasta el final. Pero lo que de este libro despertó mi interés fue la temática de fondo sobre el aborto provocado y la ética profesional médica. Como conclusión diré que si tuviera la obligación de clasificar a sus personajes principales no designaría a ninguno como sano o benéfico. ¡Qué colectivo! Supongo que el autor de esta novela quiso personificar el bien, bueno, correcto o justo en la figura de John Berry, el patólogo narrador de la historia e investigador aficionado, pero me resulta difícil darle buena calificación a un profesional de la medicina que con el fin de ocultar las prácticas delictivas de un colega amigo, adultera y falsea las muestras clínicas por él analizadas, así que...repito, ¡menuda panda!
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Este libro va de médicos y hospitales y de la potencialidad de aquéllos de emplear sus conocimientos en curar o matar. Es decir, la capacidad de sanar y dar vida enfrentada con la de matar o ayudar a morir.

En estos momentos, cuando inicio el comentario de la novela, desconozco quién es su autor y tampoco tengo referencia alguna sobre el libro. Lo escogí al azar de la estantería y puedo decir que desde el comienzo hasta el final de su lectura me acompañó cierta sensación de pesadumbre, consecuencia de la trama argumental desarrollada en torno a los médicos y al empleo por algunos de éstos de sus facultades y conocimientos para enfermedad y muerte en lugar de para vida y salud. Así como el debate acerca de las limitaciones o prejuicios de orden moral y del corporativismo extremo que existe entre la clase médica.
El escenario escogido está en Boston, Estados Unidos y el mundillo que se cuece es el de los grandes hospitales de aquella ciudad. Por otro lado, famosa por su avanzada práctica médica e importantes centros de medicina.
El libro es una edición para el Círculo de Lectores, cedida por Ediciones Grijalbo, 1970. Título del original en inglés, "A case of need", traducción de Margarita García de Miró y cubierta de Marigot. No suelo hacer mención a este dato que, sin embargo, entiendo es importante cuando, como en este caso, la imagen o dibujo diseñado es capaz de tan completa y sintética ilustración del contenido del libro.
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La conclusión que saco de la actuación de los médicos protagonistas de esta novela, es la de unos profesionales de conducta poco Ética  que se han extralimitado de modo pernicioso en sus funciones. Tanto en cuanto a las normas propias e intrínsecas de su profesión médica - basadas sustancialmente en los principios contenidos en el juramento de Hipócrates, médico de la Grecia antigua y pagana, que rigen de modo generalizado por todo el mundo civilizado desde hace muchísimo tiempo; como  en lo referente a las normas legales de la nación en que viven, cuyo respeto y cumplimiento es obligado a todos los ciudadanos del lugar. Me pregunto, pues,  ¿por qué ellos no las han de acatar y cumplir como el resto de mortales comunes y corrientes? ¿Acaso ellos están por encima de los principios morales y de las Leyes? ¿Por qué sus criterios han de ser más válidos o prevalecer ante los comúnmente aceptados y vigentes entre la mayoría? ¿Se creen acaso dioses? Son mortales, viles mortales, quizás, incluso más viles que la media- que ya es decir - y por lo tanto se les debe exigir hacer y respetar lo mismo que estamos obligados todos los demás.

Es fácil intuir que no sólo me estoy refiriendo a la clase médica, sino a cualquier tipo de actividad o profesión que implique y afecte al bien común general y especialmente a los altos cargos y puestos públicos que cuando toman posesión de ellos lo hacen bajo juramento y luego... tararí que te vi, y hago lo que me viene en gana... y entre mayor sea el cargo, más difícilmente se ciñen al cumplimiento fiel de lo jurado. Sin embargo no les pasa nada.
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domingo 9 de marzo de 2008
A continuación reproduzco parte del Juramento de Hipócrates:

“Y me serviré, según mi capacidad y mi criterio, del régimen que tienda al beneficio de los enfermos, pero me abstendré de cuanto lleve consigo perjuicio o afán de dañar. Y no daré ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso, y del mismo modo, tampoco a ninguna mujer daré pesario abortivo, sino que, a lo largo de mi vida, ejerceré mi arte pura y santamente.
Y cada vez que entre en una casa, no lo haré sino para bien de los enfermos, absteniéndome de mala acción o corrupción voluntaria,...
Así pues, si observo este juramento sin quebrantarlo, séame dado gozar de mi vida y de mi arte y ser honrado para siempre entre los hombres; mas, si lo quebranto y cometo perjurio, sucédame lo contrario".


Decía en mi último comentario que ninguno de los médicos de la novela me había convencido. Hoy trataré de explicarme. En esta obra se  plantea lateralmente la importante cuestión de la licitud moral de ciertas prácticas médicas. Considero que en la obra  se defiende o al menos se justifica, aunque solapadamente, que algunos médicos contravengan sus promesas o Juramento Hipocrático, universalmente aceptado por esa clase profesional, y, consecuentemente, hagan cosas moralmente ilícitas según su propio código moral o de conducta.

A esta cuestión, por otra parte, primordial, del quebrantamiento de unas normas de conducta a las que está obligado por un juramento, se añade el hecho de que su acción es ilegal; es decir, fuera de la Ley, y, por ende, delito objeto de castigo(sanción).

He averiguado que Jeffrey Hudson es uno de los dos seudónimos empleados por Michael Chrichton, autor del libro Parque Jurásico, en sus comienzos como escritor.
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martes, 7 de abril de 2020

Un caso de urgencia, de Jeffery Hudson (Michael Chrichton)


Encontré los  comentarios realizados en el 2006 sobre esta novela,pero no recuerdo  si los quité intencionadamente y por ello decidí volverla a leer. Lectura que ha coincidido con la Pandemia del Covid19, y su particular azote sobre España.

Tuve serias dudas de continuar leyéndolo. El autor, Jeffery Hudson, seudónimo utilizado por Michael Chrichton, hace gala de sus conocimientos de Medicina, y, a lo largo de toda la obra, ilustra al lector sobre enfermedades, síntomas, medicamentos, técnicas, usos, terminologías, y un larguísimo etcétera, que, en ocasiones, tanto detalle en la descripción de, por ejemplo, la disección de un cuerpo humano, o de una cobaya de laboratorio, te anima a cerrar el libro. Es desagradable, al menos para mi gusto. Pero mis motivos reales estaban en el   lamentable y muy sombrío cuadro que esta novela policíaca ofrece en relación al mundo de la Medicina, en el que prima el corporativismo sobre la dignidad y la profesionalidad. Y entre muchos de  sus colegiados no hay vocación,  sólo ven su profesión como una buena y segura fuente de ingresos y de estatus socialY muchos de los de mayor rango y prestigio están endiosados, y  dan muestras  escandalosas de su soberbia.

Aún menos edificante es el cuadro de las costumbres sociales y familiares  allí reflejadas, que nos dibuja una sociedad farisaica y clasista, con unas clases altas entre cuyos miembros domina la promiscuidad sexual, el consumo de drogas, el racismo, etc. etc. Sociedad, sin duda,  enferma, al menos moralmente.

Considero, en suma,  que la cruenta trama novelesca está encaminada a justificar, solapadamente, la legalización del aborto, con el argumento de defender la salud física de las mujeres. Muestras de ello son el  olvido de las consideraciones de índole moral y psíquicas para la propia mujer ; pero, fundamentalmente, el absoluto olvido del humano embrión y de sus derechos(*). Ni él, ni sus derechos, cuentan para nada en toda esta obra.  La novela se publicó en 1968 , teniendo como escenario  la ciudad estadounidense de Boston, y sus hospitales .

Libro cuya lectura no recomiendo.No obstante, como bien dice el dicho: ”Para gustos se han hecho  los colores, y para colores, las flores”. Yo me inclino por éstas.



(*) Los derechos del embrión humano me ha traído a la memoria una vieja novela, "El Derecho de Nacer", un enternecedor culebrón, de inmortal contenido.Su autor,  Félix B. Caignet

miércoles, 1 de abril de 2020

La vuelta de Don Camilo, de Giovanni Guareschi( Ayudando a morir en Paz)

Hoy, 1º de abril de 2020, comentaré “El viejo Tirelli”, la IV dentro de las “Historias del destierro y del regreso”, narración en torno a  un anciano, con muchos años sobre sus costillas, aquejado de una afección pulmonar y ya desahuciado  por el médico, quien a pesar de ser conocedor de su inmediato fin y precisar conciliarse con el Creador,  se obstina en hacerlo   sólo mediante Don Camilo.  Es una entrañable historia. El fondo gira en torno a la administración del hoy llamado Sacramento de la Unción de los enfermos, así conocido desde el Concilio Vaticano II, y antes como Sacramento de la Extremaunción, pues sólo se administraba en caso de muerte más o menos inmediata.
Seguidamente, copiado de Wikipedia, detallo los beneficios para el enfermo de recibir dicha unción:

  • Un don particular del Espíritu Santo. La primera gracia es de consuelo, paz y ánimo para vencer las dificultades propias de la enfermedad o la fragilidad de la vejez. Es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, como el desaliento y la desesperación.
  • El perdón de los pecados. Se requiere además el arrepentimiento y confesión de la persona que recibe el sacramento.
  • La unión a la Pasión de Cristo. Se recibe la fuerza y el don para unirse con Cristo en su Pasión y alcanzar los frutos redentores del Salvador.
  • Una gracia para la Iglesia. Los enfermos que reciben este sacramento, uniéndose libremente a la Pasión y Muerte de Jesús, contribuyen al bien del Pueblo de Dios y a su santificación.
  • Una preparación para el paso a la vida eterna. Este sacramento acaba por conformarnos con la muerte y resurrección de Cristo como el bautismo había comenzado a hacerlo. La Unción del Bautismo sella en nosotros la vida nueva, la de la Confirmación nos fortalece para el combate de la vida. Esta última unción ofrece un escudo para defenderse de los últimos combates y entrar en la Casa del Padre. Se ofrece a los que están próximos a morir, junto con la Eucaristía como un "viático" para el último viaje del hombre.

Lectura que nos muestra cómo  los  más inmediatos familiares, cura y médico incluidos, del viejecito,  se afanan porque se le pueda administrar  a éste el Sacramento de la Unción, de efectos saludables tanto para el alma como para el cuerpo, elementos ambos que conforman toda criatura humana.

 Esperemos que  los muchos enfermos que esta pandemia del Covid-19 nos trae, también tengan parecidos afines a los del viejo Tirelli que se afanen y luchen por paliar sus males y sufrimientos últimos, al mismo tiempo que ayudar a prepararlos para su encuentro con el Creador.



11 de marzo de 2021: Llevamos ya un año de Pandemia y muchos son los que se fueron. Con exactitud no sé cuantos. Algunos dicen que rondan los cien mil . En las residencias de ancianos hizo estragos. Como  tantas otras cuestiones , ésta se politizó.  Pero muchos, tristemente, murieron en condiciones muy lejanas a las del protagonista de esta entrañable historia de Guareschi, sin los suyos ni asistencia espiritual.  

Al presente, un día de éstos, el Gobierno socialista-podemita última en el Senado sacar una ley que han denominado de "prestación de ayuda a morir", que es simplemente legalizar la eutanasia

Detallo enlace con artículo publicado por ABC en relación a esta cuestión:


viernes, 28 de febrero de 2020

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, de Martin Niemöller


Comúnmente se le atribuye a Bertolt Brecht ,el famoso pasaje que más adelante transcribo, copiado de Wikipedia, pero su autor fue el pastor luterano alemán y antinazi, Martin Niemöller .

Original
Traducción
Als die Nazis die Kommunisten holten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Kommunist.

Als sie die Sozialdemokraten einsperrten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Sozialdemokrat.

Als sie die Gewerkschafter holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Gewerkschafter.

Als sie die Juden holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Jude.

Als sie mich holten,
gab es keinen mehr, der protestieren konnte.
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

Acabo de leer que el pasaje formaba parte de un sermón , titulado ¿Qué hubiera dicho Jesucristo?, pronunciado en la Semana Santa de 1946 . Y especifica  Wikipedia que  " trata acerca de las consecuencias de no ofrecer resistencia a las tiranías en los primeros intentos de establecerse".  

Desconozco el contenido íntegro del sermón, pero mi consideración particular sobre el famoso pasaje acerca de lo que quiere decirnos y transmitirnos, es acerca de los oídos sordos a los dictados de nuestra propia conciencia que, por regla universal, los seres humanos hacemos, mientras que las villanías, las manifiestas mentiras, los reiterados y flagrantes abusos y transgresiones de normas y leyes, etc. etc., que los poderosos de turno hacen, perjudican o afectan a los demás, a los otros. 

Porque el Creador, que no tiene acepción de personas, dotó a cada uno de nosotros de esa guía, nuestra conciencia, esa bombillita que se enciende y se apaga, y que nos indica por sentido común, lo que es correcto, lo que debe ser, lo que es justo e injusto, bueno o malo,... Esa poderosa arma que ni el más poderoso régimen podría acallar, estando ésta despierta. Y por ello, hay que adormecerla por los más diversos modos, mediante la permisividad en el consumo de drogas, la promiscuidad, la relajación y hasta perversión de las costumbres  con imposición del todo vale, adoctrinamiento sistemático desde la más tierna infancia  a través de la imposición de escuela y tipo de educación, la propaganda mediática con exaltación de prototipos humanos muy lejanos a los hasta ahora convencionales en los que primaban las virtudes y los valores éticos, ... En fin, que lo que entonces ocurriera en la Alemania Nazi, lo más probable, seguro, hoy se repite porque, según creo, las adormideras proliferan.



domingo, 16 de febrero de 2020

El elegido, de Maxence Van Der Meersch.


El elegido, de Maxence Van Der Meersch. Ediciones G.P., 1963, Libros Plaza. Título original: ”L´Elu”. Versión española de Luis Horno Liria. Portada de R. Cobos.

Días atrás,  volví a leer esta obra de Van Der Meersch  y reflexiono cuán lejos estuve antes, cuando la leí por primera vez, de captar  el fin espiritual que esta novelita tiene.  Me costó, he de reconocerlo,  percatarme que el meollo  o fondo argumental está en  la crisis anímica a la que el cúmulo de desgracias en su entorno familiar induce a su protagonista a buscar  a Dios para dar sentido a su existencia.  De ahí, su título “El Elegido”. 

En la novela se dibuja  un trágico cuadro  familiar,  cuyo principal protagonista, Simeón Bramberger, ingeniero y director de una fábrica de explosivos, ha consagrado  su existencia a trabajar duro con el fin de asegurarle a los suyos  una sólida prosperidad material. Objetivo que cree haber alcanzado debido a su  estatus social e ingresos económicos como alto ejecutivo.   Se le describe como persona ecuánime y  escéptica, tanto en cuanto a creencias religiosas como  ideologías políticas.

Con Simeón,   tienen protagonismo especial Francisca, su esposa, y  Vhuilst, otro ingeniero de la fábrica, de arraigadas convicciones cristianas, que ha pasado por similar crítica situación que los Bramberger,  y que su fe  en Dios le ha permitido superar. Personaje esencial  en esta trama porque a  través  suyo, tanto  de sus creencias, pero principalmente  de sus acciones,   vemos  la ejemplaridad de vida de una persona realmente cristiana. Un ser que ama a su prójimo, especialmente al desvalido, al enfermo, al necesitado,  “al que tiene sed, al que tiene hambre, al que sufre cárcel …” y le atiende en su necesidad material , al mismo tiempo que procura por aquella más transcendental , la espiritual, es decir, por su alma. Ese componente de nuestra humana naturaleza, que hoy, según creo,  en nuestras modernas sociedades occidentales, desafortunadamente, muchos ignoran y otros tantos, si no despreciamos, sí la dejamos en un muy segundo plano, casi olvidada, y damos valor sólo a lo tangible y material. Y, por cierto,  ¡así nos va!


Vhuilst será el humilde vaso de honra utilizado por el Creador para confortar al desolado matrimonio en sus desdichas, pero, principalmente, otorgarles el don de la fe salvadora.  


En mi primera lectura, en el 2005, otro aspecto que pasé por alto fue la amplitud con que es abordado  el tema de la “eutanasia”, (“eliminación”, “liquidación”, “inmolación”, “suicidio”). Términos, de algún modo,  sinónimos, en cuanto a modos de poner fin a la vida humana. En la trama son planteados  un “suicidio”, y, posteriormente, la patética solicitud de un ser muy querido,  aquejado de dolorosa enfermedad mortal, de poner de inmediato fin a sus sufrimientos. (*)Pasaje de la novela –pienso- de hondo calado emocional y moral, especialmente si te pones en el lugar de cualquiera de las partes.(**)
Cierro el comentario resaltando mi admiración por el autor francés, muerto en 1951,  por su visión anticipada  de la realidad socio económica, así como  de las negativas perspectivas  para el colectivo humano como consecuencia de  la pérdida de valores  y de las tradiciones. (***) De los que esta pequeña obra es buena muestra. Fue publicada en 1937.
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(*)Curiosamente, el pasado martes, 11 de febrero de 2020, en el Congreso Español fue aprobada por amplia mayoría una proposición de Ley de Eutanasia, apostillada como “Muerte Digna” presentada  por los socialistas. Cabe señalar que el significado etimológico  es “Buena Muerte”.
He hallado  en relación a esta controvertida cuestión un interesante artículo en elmundo.es, de agosto del 2019, cuya lectura íntegra recomiendo:
“Eutanasia, muerte digna, suicidio asistido ¿cuál es la diferencia?”
(**)Visión cristiana de la muerte, he hallado esta catequesis del Papa Francisco, cuyo contenido íntegro se puede leer en el siguiente enlace:

Me permito resaltar aquellos párrafos desde mí modesto entender más esenciales:
“En este horizonte se comprende la invitación de Jesús a estar siempre listos, vigilantes, sabiendo que la vida en este mundo nos es dada también para preparar la otra vida, aquella con el Padre celestial. Y para ello hay un camino seguro: prepararse bien a la muerte, estando cerca de Jesús. Ésta es la seguridad: yo me preparo a la muerte estando cerca de Jesús. ¿Y cómo se está cerca de Jesús? Con la oración, con los Sacramentos y también en la práctica de la caridad. Recordemos que Él mismo se identificó en los más débiles y necesitados. Él mismo se identificó con ellos en la célebre parábola del juicio final, cuando dice: «tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver... Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». (Mt 25,35-36.40). Por lo tanto, un camino seguro es el de recuperar el sentido de la caridad cristiana y del compartir fraterno, cuidar las llagas corporales y espirituales de nuestro prójimo. La solidaridad en el compartir el dolor e infundir esperanza es premisa y condición para recibir en herencia ese Reino preparado para nosotros. El que practica la misericordia no teme la muerte. .. Y ¿por qué no teme la muerte? Porque la mira a la cara en las heridas de los hermanos y la supera con el amor de Jesucristo.”

(***) Seguidamente reproduzco algunos de los párrafos de la página 105 que recogen las reflexiones del protagonista en relación al trabajo y las réplicas de Vhuilst a sus argumentaciones:
Simeón: “Con el progreso, el trabajo, ese trabajo necesario, se hace cada vez más raro e inútil. Hasta aquí el gran remedio de la miseria moral del hombre ha sido esa necesidad de ganarse el pan y de vivir. Pero hoy el progreso y la máquina le quitan ese consuelo.¡ Y decir que Simeón había creído también en el progreso y en el avance infinito de la ciencia!
- ¿Progreso?- se burlaba Vhuilst cuando oía hablar así a Simeón-. ¡Tú bromeas! Mira a tu alrededor, amigo. Fábricas llenas de gente esclavizada, tabernas, huelgas, una holgazanería incurable y creciente…¡ Y la estandarización del ser humano!¡Ante las seis u ocho horas obligatorias de la fábrica, todos somos iguales, todos resultamos semejantes, hombres y mujeres, viejos y jóvenes! Esta es una humanidad reducida a una serie de piezas intercambiables! ¡Nada de tradición familiar, nada de hogar, nada de hijos! ¡Unos grupos sociales frenéticamente ocupados en agotar la riqueza terrestre y la riqueza de las razas, en espera de morir por la despoblación!¡Bonito está tu progreso! ( II  Parte, Capítulo IV)


24 de febrero de 2020: Detallo enlace con mi comentario realizado en 2006, tras mi primera lectura. Como se puede observar, son muchas y muy básicas las cuestiones que entonces pasé por alto.

https://silvialeyendo.blogspot.com/2008/03/el-elegido-por-maxence-van-der-meersch.html

martes, 31 de diciembre de 2019

¡Feliz 2020!


Ríe
Relájate
Perdona
Haz un favor
Pide ayuda
Delega tareas
Di lo que piensas
ROMPE UNA COSTUMBRE
Sal a pasear. Haz un favor
Permítete huir. Mira fotos viejas
Pinta un cuadro. Sonríe a tu hijo
VETE A CORRER CON ALGUIEN
Lee un buen libro. Canta en la ducha
Oye a un amigo. Acepta un agradecimiento
Se niño otra vez. Escucha la Naturaleza
ACABA UN PROYECTO DESEADO
Ayuda a un anciano. Cumple tus promesas
Muestra tu felicidad. Escribe en tu diario
Trátate como un amigo. Permítete equivocarte
HAZ EL ÁLBUM DE TODA LA FAMILIA
Mira una flor con atención. Pierde un poco de tiempo.
Hoy procura no estar preocupado. Deja que alguien te ayude
Apaga el televisor y habla. Escucha tu música preferida
DI A LOS TUYOS QUE LOS QUIERES MUCHÍSIMO
Llama a tus amigos por teléfono. Haz algún pequeño cambio en tu vida
Haz una lista de todo lo que haces bien. Ve a la biblioteca y escucha el silencio
Cierra los ojos e imagina las olas de la playa. Haz sentir bienvenido a alguien
COGE AQUELLO QUE SIEMPRE HAYAS SOÑADO
Ponle un nombre a una estrella
Sabes que no estás solo
Piensa en lo que tienes
Hazte un buen regalo
Planifica un viaje
Respira hondo
CULTIVA EL AMOR