lunes, 20 de octubre de 2014

El Abogado del diablo, Morris West (IV) (Los axiomas de la santidad reconocible)


Intentaré poner fin a mis comentarios en relación a esta espléndida novela de Morris West, pero tengo la seguridad que me dejaré muchas cosas en el tintero, pues muchas, muchísimas, son las cuestiones por él  abordadas en su novela como, por ejemplo las críticas a la Iglesia (pág. 45) y los contrastes de la misma(49); la concomitancia de intereses mundanos (79) ; la pugna con la conciencia, ( 86); la política debe estar fuera de la Iglesia, cuyo interés debe estar en las cosas de Dios(86), mano de Dios que escribe claramente y con sencillez(108); la gracia(110); trabajar con el corazón(149); la pobreza económica(151); la objeción de conciencia(172); los axiomas de las santidad reconocible(189); la influencia temporal de la Iglesia en un país latino(268); la Iglesia como una teocracia con un propio lenguaje hierático(77) frente al lenguaje de Cristo, corriente, lengua vulgar(79) y, etc. etc.

Muchos etcéteras y todos, a mi modesto entender, son tratados sabia y con  amenidad.  La trama principal gira en torno a la figura de Nerone,  el presunto santo e hilo conductor de la narración. Un desertor inglés cuya biografía está llena de sombras y actitudes fuera de los convencionalismos sociales y las prácticas de la religión católica.

En mi primera lectura, me sorprendió que  alguien  tan controvertido  pudiera ser santo y ello se debió a que  pasé por alto las explicaciones sobre los axiomas de la santidad reconocible, espléndidamente citados por West  en la novela (pág. 189) que son los siguientes:

 

1) El elemento de conflicto. “Es un axioma en la Iglesia que una de las primeras señales de la santidad es la oposición que despierta, aun entre las personas buenas. Cristo mismo fue el signo de contradicción. Su promesa no fue la paz, sino la espada. Ningún santo del Calendario pudo hacer el bien sin luchar. A ninguno faltaron detractores y calumniadores.”

 

2) “El bien o el mal tangible que surgía de la vida, obras y prodigios de un candidato a los altares. Aquí también existe un axioma; el axioma bíblico de que un árbol se conoce por sus frutosLa santidad de un hombre queda impresa como un sello en el corazón de otros hombres. Una buena obra se reproduce, lo mismo que crece la semilla de un fruto hasta convertirse en otro fruto.”