Reflexiones y comentarios muy personales sugeridos por la lectura de los libros leídos.
viernes, 21 de febrero de 2014
Lirio Silvestre, por Ricardo de Beobide, S.S.
domingo, 2 de febrero de 2014
Los curas comunistas, José Luis Martín Vigil
Los curas comunistas, por José Luis Martín Vigil, editor Richard Grandio, Oviedo, décima edición, mayo 1966.
Libro relativamente grueso de 430 páginas cuya lectura he “devorado”.
El título así como el nombre de su autor me sonaban mucho, pero ambos me eran desconocidos. Iniciada su lectura, el interés despertado por los planteamientos y la problemática allí esbozados me indujo enseguida a buscar información sobre el autor y su obra, y hallé este artículo del Padre Lambert, en “El Mundo”, dedicado a Martín Vigil por su fallecimiento.
De cuya lectura deduzco que fue un prolijo escritor con importante producción literaria y títulos algunos de mucho éxito, especialmente “La vida saleal encuentro”, obra en la que reflejó sus experiencias como educador en un colegio de Vigo, y fue, entonces, años sesenta-setenta del pasado siglo XX, un verdadero “best-seller” (libro más vendido), que dejó positiva huella en sus lectores, en su mayoría, adolescentes y jóvenes, a los cuales marcó muy favorablemente, según pude leer en muchos de los comentarios al pie de la información.
En cuanto al libro objeto de mi comentario debo resaltar que la historia contada en torno a un sacerdote católico, Francisco Quintas, me “enganchó” y conmovió. Hallé muy interesantes las muchas controversias allí expuestas a través de los sustanciosos diálogos entre sus personajes sobre tan trascendentes cuestiones como las siguientes:
1) La diferencia entre marxismo y comunismo.
2) La caridad, (*) o sea, el amor al prójimo sin distingo y como virtud más esencial del auténtico cristiano.
3) La necesidad de una evolución, al menos en la formas, de la Universal Iglesia de Cristo con el fin de acercarse a la clase obrera, colectivo que, según señala el autor en su obra, ya ha desertado de esta Iglesia.
4) La justicia social en las actuales democracias.
5) El interés general o común frente a los intereses privados o “lo particular”.
6) El valor absoluto de los testimonios vivos, reales, cuyos actos, sin palabras, muestren, testifiquen su fe, es decir, su creencia en Dios.
(7) Y la ardualucha del comunismo por acallar la conciencia.(**)
Lectura, resumiendo, muy sugerente que impulsa al lector a la reflexión y puede que hasta al auto examen de conciencia, - aclaro - de una concienciacristiana. (***) Pero, principalmente, en esta novela se habla de Dios y de sus mediadores, los sacerdotes.
Señalada la temática general, toca hablar del relato en sí y de sus protagonistas. El principal, como ya cité, es Francisco Quintas, un cura joven que a imitación de los llamados curas comunistas franceses, en la España franquista, puesto que el libro está publicado a mediados de los sesenta, se viste el mono, vestidura propia de los obreros y, de incógnito en cuanto a su ordenamiento sacerdotal, se mete a trabajar como peón, en una fábrica del ramo siderometalúrgico. Y no sólo trabaja como un asalariado más, sino que, también, dispensado por su obispo, vive en una modestísima vivienda en el propio barrio obrero en que se ubica la fábrica. Este es el escenario donde se desarrolla la trama argumental.
En la novela hay otros sacerdotes de diferentes rangos eclesiales: un obispo y su vicario, un párroco de iglesia con dos coadjutores, y un fraile abad. Todos ellos, junto con el cura Francisco, son los medios utilizados por Martín Vigil para hacer llegar a los lectores, las posturas y doctrinas imperantes, así como las tendencias y los debates suscitados dentro de la Iglesia, después del Concilio Vaticano II. Controversias presentadas, principalmente, a través de los diálogos entre Quintas, el cura obrero, y el padre Sergio, coadjutor parroquial. En estas discusiones, en apoyo de sus consideraciones, son citadas figuras y autores célebres del mundo católico-cristiano, como, por citar algunos ejemplos: Morris West(“El abogado del diablo”), Michel de Saint Pierre(“Los nuevos curas comunistas”) y los cardenales Suhard y Lercaro, citas de estos dos últimos que preceden al texto de la novela.
También el mundo industrial está ampliamente representado, tanto por la parte empresarial (patronal) como por la de los trabajadores. Entre los primeros tenemos al empresario capitalista, al jefe de personal y a Felipe, un acaudalado hombre de negocios, de mentalidad abierta, y muy instruido en cuestiones empresariales. Mientras que por la parte productiva han quedado representados casi todos los principales estamentos, desde el aprendiz, el encargado, los especialistas u oficiales, los sindicalistas y hasta la política con los comunistas y sus tejes manejes en la oscuridad, tratando siempre de pescar en aguas revueltas.
Particularmente, me parecieron muy oportunas las razones, de eterna vigencia, expuestas en el informe elaborado por el padre Quintas, en relación a los turnos y sus perjuicios en la vida del trabajador, tales como impedir la conciliación de la vida laboral con la familiar, o, su negativa incidencia en la salud, por la imposibilidad física de adecuar el ritmo biológico del cuerpo humano a los alternativos cambios horarios impuestos por la necesidad del proceso productivo empresarial; circunstancias que, consecuentemente, y en justicia, deberían tener proporcional incremento en el sueldo del productor afectado. Efectos negativos que al presente, creo, en muchas empresas, no se ven debidamente compensados.
Pero, lo que más me impactó fue la homilía en forma de carta al Niño Jesús(págs. 277 al 284), por su verdad, cruda y eterna allí recogida, en la que, según creo, están sintetizadas las críticas que el autor de la novela quería hacernos llegar de la ya secular actuación de los que nos llamamos cristianos, cargada de contrastes y contradicciones entre lo que es y lo que hubiese debido ser desde un criterio honradamente cristiano.
Interrumpo, pero me queda alguna cosa qué decir.
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(*) 4 La caridad - dice San Pablo - es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 La caridad nunca acaba...( 1 Co 12,31-13,13)
(**) http://www.revistainterforum.com/espanol/articulos/062401artprin2.html . Artículo suscrito por Soledad Morillo, titulado "Se puede acallar voces, no conciencias" año 2001, en relación a la situación de la libertad de expresión en Venezuela bajo Hugo Chávez.
(***) Conciencia cristiana: En relación a esta cuestión transcribo (corto y pego) algunos de los párrafos del sugerente artículo de Pedro Trevijano, titulado "Conciencia cristiana y libertad", publicado en religionenlibertad.com:
"Dios expresa su Ley, es decir lo que espera de nosotros, en el Antiguo Testamento por medio del Decálogo, y en el Nuevo, por las Bienaventuranzas, y en ambos Testamentos, por la Ley del Amor. Dios es el Dios que se nos revela a través de Cristo, fundamentando así la Moral y la conciencia cristiana. Para discernir la voluntad de Dios, es decir lo que Dios pretende de nosotros, debemos tener en cuenta a la vez la ley exterior y la ley de la conciencia. La conciencia es la voz interior que exige hacer el bien y evitar el mal. Es en nuestra conciencia, sola ante Dios, pero iluminada por la fe y el amor, donde Dios nos habla y donde la razón intentará discernir cómo actuar la ley externa en función de nuestras circunstancias concretas."
"La conciencia cristiana toma sus decisiones buscando la conformidad con el Evangelio, porque sabe que está implicada en la Historia de la Salvación y debe colaborar en su desarrollo. "oooOOOooo
sábado, 4 de enero de 2014
Unos muchachos – (Contrastes) III ( Cuentos de Ana María Matute)
Mucho he hablado de la escuela y de los maestros de antes y de los de ahora. Pero he olvidado hablar del crucial papel de la familia - ayer, hoy y siempre - en la formación del niño, intelectual y humanamente con la transmisión de las creencias y valores propios. Porque a los primeros que les corresponde velar y procurar, material y espiritualmente, por sus hijos, es a los padres. Premisa universal.
El progreso en nuestra moderna sociedad, en suma y según creo, se ha centrado en tan sólo acumular bienes materiales y en atiborrarnos de comida. Obviamente, algunos más que otros. Parece que nos hayamos olvidado que no sólo de pan vive el hombre, aludiendo a ese otro componente de nuestra naturaleza llamado alma( espíritu, conciencia). A la que también, por supuesto, es preciso alimentar.Por otra parte, hemos permitido la intromisión del Estado en los ámbitos más estrictamente privados, sin escandalizarnos, ni tan siquiera ofrecer resistencia alguna. Y prueba de esta afirmación es la sumisión tan absoluta con la que hemos dejado que, en estos años transcurridos desde la muerte del dictador Franco, el campo de la educación haya ido por los derroteros actuales de total regresión, absurdos y kafkianos que únicamente favorecen a los de siempre; es decir, a esos pocos que tienen mucho y quieren más. A ellos no les afecta, pueden pagar exclusivas escuelas y si no les basta, hasta mandar a sus hijos al extranjero. Pero, para los ciudadanos de a pie, como dice la canción de Julio Iglesias, “La vida sigue igual”, y puede que hasta peor, mucho peor, y sin trazas de mejorar, al menos en el corto plazo.
Unos muchachos… (Contrastes) II
Me llamó mucho la atención la situación de miseria y precariedad en que viven muchos de sus personajes, pudiéndose contemplar la gran diferencia entre ricos y pobres. Unos nadan en abundancia y desahogos mientras los otros ni tan siquiera alcanzan la comida y vestido básicos. Por tanto, menos aun, la educación, formación o conocimientos para los más jóvenes y pequeños.
Muchos de estos cuentos revelan una marcada diferenciación entre los seres humanos según la clase social a la que se pertenece. Así como un polarizado reparto de riquezas entre las gentes de entonces. Distribución de los recursos que, por otra parte, eran, sin lugar a dudas, realidad y reflejo de la España de aquella época. Con toda esta palabrería lo que quiero decir es que por aquel entonces, años 30, ir a la escuela y recibir una buena educación, era privilegio de unos pocos. El resto, a trabajar desde que se ponían de pie. El conocimiento era un privilegio de clase, de una élite. Iba al colegio aquel cuyos padres tuvieran recursos y medios. Lo de la capacidad intelectual individual no contaba para nada.
Ahora, por ley hasta los 16 años, todos tienen obligación de estar escolarizados, más sigue vigente lo de hacer valer para nada la capacidad intelectual individual. Puesto que, una mayoría de centros escolares, especialmente de la enseñanza llamada pública- la de todos – se ven limitados a sólo “guardar” a toda esa chiquillería.
Sigue:
5 de enero de 2014: Debo añadir al pesimista cuadro descrito por Matutes para los muchachos de las clases más desfavorecidas españolas a los cuales no le cabía otro remedio que el ponerse a trabajar desde que prácticamente nacían, que ahora, al presente, siglo XXI, después de casi cuarenta años de democracia y luego de un período excepcional-mente largo de bonanza económica, a nuestra muchachada, ni siquiera este recurso les queda. No hay trabajo, eso dicen. Los centros fabriles y manufactureros fueron "deslocalizados", están en Bangladesh, Marruecos,Turquía, China y/o en cualquier lugar del Mundo donde por salarios de hambre, y en condiciones cercanas o propias de regímenes esclavistas, millones de seres luchan por sobrevivir.¡Perro Mundo!
Unos muchachos… (Escuelas y maestros)
La situación económica del maestro también es diferente. Antes existía una correlación directa entre miseria, hambre y maestro escuela. Hoy ésta no se da. Los profesionales de la enseñanza - denominación que a muchos de éstos les agrada más que la archiconocida de maestro - concretamente los de la enseñanza pública son unos funcionarios más de la Administración Pública con todas las ventajas comparativas que estos trabajadores tienen respecto al resto de “empleados”. ¡Qué son bastantes!
Las escuelas, los centros, han aumentado y mejorado mucho sus condiciones e instalaciones. Sólo hay que echarle una mirada a los, en su mayoría, espléndidos centros públicos de enseñanza: edificios grandes, espaciosos, con numerosas aulas, salones, comedores, varios patios, interiores y exteriores, etc. Y, en muchas poblaciones, con dos o tres de ellos (Los IES y CEIP). Acaso debo aclarar que este es el panorama que tenemos aquí en esta parte de España llamada Cataluña.
Sin embargo, frente a todas estas bondades que por lógica debían haber contribuido a una mejora substancial en el nivel general de enseñanza, por razones de arbitrariedades y contiendas políticas e ideológicas entre los partidos que han gobernado a partir de la muerte de Franco, se ha experimentado un claro retroceso hasta llegar a los niveles del presente , con modelo de escuela pública que es sólo un centro donde se recoge a la chiquillería, casi desde su nacimiento(guarderías) hasta los 16 años; cambiando de curso según año de nacimiento e independientemente de aptitud, actitudes ni de conocimientos.
Resumiendo, de los maestros de la escuela pública descritos por Matute a los de hoy existen grandes diferencias. Múltiples e indiscutibles diferencias. Ya cité los avances de sus condiciones económicas como muestra de mejora en algunos aspectos. Sin embargo, en otros, concernientes al respeto, autoridad y disciplina, el retroceso experimentado es inaudito, digno de inmediata, URGENTE, consideración para tratar de poner fin y solución al tema. Cosa difícil porque la causa principal, creo, está en la aplicación de leyes injustas, muchas veces francamente desastrosas; elaboradas y aplicadas con pretensiones partidistas o políticas. Leyes creadas prescindiendo del recto criterio de aquellos maestros y educadores que son respetuosos con los niños. Creadas, pues, de espalda a una sana educación que favorezca el crecimiento del ser humano, libre de condicionamientos, discriminaciones y prejuicios; formadoras de individuos aptos, tanto en conocimientos como en formación ética o moral. Seres respetuosos de la dignidad propia y ajena. Idóneos para sí y para la sociedad en la que se van a desenvolver como ciudadanos.
Sigue:
5 de enero de 2014: Guardaba en "Borrador" estos tres comentarios sobre el libro de recopilación de cuentos de Ana María Matutes. Comentarios hechos hace ya unos años, y que , como en tantas otras ocasiones, más que hablar del libro en cuestión, me sirvió de medio para expresar mis particulares razones e ideas sobre temas o cuestiones para mí importantes en relación a la realidad nacional del presente que me ha tocado vivir.
El extraño caso del Dr. Jekyl y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson, julio 2005
"...el mito del hombre honrado y digno que se transforma en su otro yo, malvado y despreciable...cuenta a su favor, en el inconsciente colectivo, con la fascinación que siempre ejercen los comportamientos degenerados y los hundimientos morbosos en la ignominia y la perversión, sobre todo si se producen desde las alturas más o menos llamativas y ejemplares del éxito y la respetabilidad."
"Stevenson...se aproxima...al misterio del alma humana: somos luz y oscuridad, claridad y sombra, misterioso recinto en el que se libra la eterna lucha entre el bien y el mal."
El relato trata una sencilla historia con moraleja clara: los peligros ciertos que pueden derivarse de los experimentos incontrolados realizados por supuestos científicos, en apariencia honorables y honestos, cuando en realidad son individuos mezquinos sin ningún tipo de orden moral ni freno personal. Gentuza que usa su prestigio y buena fama para la realización de las más abyectas e inhumanas pruebas. Lo más positivo de esta ficción es que el inventor acaba siendo víctima de su propio invento.
Con la figura del en apariencias honorable doctor Jekyl me ha pasado exactamente lo mismo que con aquella otra figura literaria también creadora de un monstruo, el doctor Frankestein que no me fue nada simpática. Creo que me han dado más lástima, muchísima más, las odiosas criaturas por ellos creadas.