“Los Vagabundos” incluye
seis narraciones de Jack London, editado
por S.A. De Promoción y Ediciones Club Internacional del Libro, Colección
Grandes Genios de la Literatura Universal, prologado por Emilio Gascó Contell, bajo el sugerente título
“Jack London, el narrador que contó sus
propias aventuras”.
Libro cuya lectura comencé, no me gustó y desistí de continuar leyéndolo; pero, posteriormente, no teniendo otro libro a mano, seguí su lectura y me agradó.
Algunos de estos relatos me llevaron a zonas del mundo que antaño eran consideradas como paraísos terrenales. Lugares que tras la llegada del hombre de cultura occidental, sus pobladores originarios, en sus propios territorios, fueron sometidos, considerados inferiores y como bárbaras sus costumbres y tradiciones. Pues los allí llegados , en su afán de conquista de poder y fortuna se convirtieron en los que mandan e impuesto o tratado de imponer sus costumbres, su religión y hasta su lengua. Es decir, su modo de hacer y entender el mundo. Conceptos, por otra parte, diametralmente opuestos a los propios del lugar. Historias , en suma, en su mayoría, que narran miserias, explotación del hombre por el hombre, discriminación racial, y temas parecidos. Y muchos de sus principales personajes son seres odiosos y despreciables.
La primera narración, “Los vagabundos”, que da nombre al libro, es un buen ejemplo de lo antes dicho. Me pareció muy alejada de la realidad, al menos de la
mía: Tres mugrientos personajes de origen y cultura occidental , reunidos
ocasionalmente en un claro selvático, relatan sus respectivas historias personales en diferentes lugares del Pacífico Sur, cuando la
fortuna les sonreía, y aquellas
zonas del mundo aún permanecían vírgenes de lo que llamamos civilización.
El siguiente cuento “El ídolo rojo”, me gustó menos. Es la historia de un naturalista occidental, engreído de su raza blanca y de sus conocimientos científicos, en tierras habitadas
por bosquimanos, a los que considera primitivos e inferiores a él. Su su soberbia, contribuirá a su final.
“Como Argos en los tiempos heroicos”: Aquí el paraje escogido es la zona del Yukón, fronteriza con Alaska y su protagonista un vejete temerario y sumamente obstinado en lograr lo que quiere. Es una bonita historia que recrea actitudes y acciones humanas de esfuerzo común,
camaradería, reconocimiento de la valía del prójimo, el reparto proporcional de
la riqueza obtenida en función de la participación, etc. etc.
“Hawaiana”, como el gentilicio indica, transcurre en Hawai, entonces estado anexado a los Estados Unidos de
Norteamérica, en su capital Honolulú. Relato en apariencias simple que nos cuenta del amor entre un mestizo hawaiano y una norteamericana , cuya unión matrimonial es imposible debido a la diferencias raciales.(2)
En esta narración, “La
Pillastrona”(*), Ecuador es el escenario escogido por London para las aventuras protagonizadas por un buscavidas australiano asentado en Canadá. Aquí son todas las
gentes allende al Río Grande, las objeto de los comentarios racistas. Reproduzco
uno de ellos, significativo de lo que quiero decir:
…sus artículos acerca de Méjico no valen dos centavos…Entre otros, comete el error, tan común entre los gringos, de tomar a los mejicanos por gentes de raza blanca. Y no lo son, no señor. Ninguno, ni los que llaman greasers, ni los spiggoties, ni los hispanoamericanos, ni el resto de la ganadería. Le aseguro a usted que ni son, ni piensan, ni obran como nosotros.
Y la última de las narraciones,
titulada “El chinito de Honolulú”, es desenfadada y didáctica. Su protagonista, tal como se infiere
del título, es un asiático chino, descrito por London así:” El aspecto de Chun Ah Chun no tenía nada de particular; un poco menudo
de estatura, como suelen serlo la mayoría de los chinos, algo estrecho de
hombros y un tanto esmirriado de carnes, cosa muy natural en hombres de su raza”.
Este común sujeto de corriente aspecto escondía, sin embargo, a un sagaz y
sabio individuo que se las ingenió para
de esclavo de su tío en su Cantón (China) natal, pasar a ser un poderoso y rico
empresario de incalculable fortuna personal de Honolulú (Hawái). Mutación
lograda gracias a la aplicación de dos principios básicos que su natural perspicacia
y aguda observación le desvelaron: “a saber, que ningún hombre se hace rico con el trabajo de sus propias manos.” Y,
segundo, tan importante como el primero; esto es, “que los hombres se hacen ricos con el trabajo de manos ajenas. El más
opulento de los hombres es el que consigue tener mayor número de semejantes
suyos trabajando para su particular provecho”.
Y yo me digo: ¡Qué verdad, verdad!
(*) Pícara
(1) Jack London, un norteamericano cuya relativa corta existencia la disipó trotando por esos mundos de Dios, ejerciendo los más diversos oficios y trabajos. Experiencias personales que supo plasmar aprovechando su talento natural para escribir, y fue finalmente para él, London, la mina de oro que tan afanosa como baldíamente buscó en alguna etapa de su vida, en la fría Alaska. Fue un personaje muy controvertido.
(2) Hawái: La información que ofrece Wikipedia , pone en evidencia la tradicional labor de explotación y especulación indiscriminada del occidental llevada a cabo en los más recónditos y variados parajes del mundo, en su afán de expansión y dominio.