La Mansión, E.M. Forster. Editorial Planeta,
1977. Colección Infinito. Título original: “Howards End.”
Traducción del inglés por Eduardo Mendoza.
Publicada en 1910.
Es una segunda lectura. Antes, este mismo verano y del mismo autor,
leí “Una habitación con vistas”.
Los personajes principales alrededor de
los cuales se teje la trama son los miembros de dos familias: los Schlegel, y
los Wilcox. Dos familias inglesas de similar condición social pero bien
distintas en cuanto a sus inquietudes, maneras de entender la vida, las
relaciones sociales y sus aficiones. Actitudes muy polarizadas que tienen sus
máximos exponentes en la más pequeña de las hermanas Schlegel, y en el Sr. Wilcox,
el paterfamilias. Una historia urdida
alrededor de una vieja mansión situada en un lugar cercano a Londres y de ambiente
rústico..
Los Schlegel son tres jóvenes hermanos
huérfanos, Margaret, Helen, y Tibby, un adolescente cuando se inicia
la historia. Aunque ingleses, son, tal como por el apellido se
puede intuir, de origen alemán por parte del padre. De cuya cultura y modo de
ser están muy influenciados. Amantes de los libros, de la música y de la
pintura, discrepan de los convencionalismos imperantes en la sociedad inglesa
de principios del siglo XX. Sus ideas políticas parecen estar cercanas a las
corrientes socialistas. También está la tía July, hermana de la madre, especie
de tutora “moral” de sus sobrinos.
En cuanto a los Wilcox, son una familia “muy”
británica formada por el ya citado Mr. Wilcox, su esposa y
sus tres hijos: Charles casado y con hijos, Paul y Evie. Encarnan, justamente,
todo lo contrario; son descritos como muy convencionales, representantes del
más puro espíritu del inglés imperialista de clase media alta de principios del
pasado siglo.
También figuran con un importante papel,
los Bast, marido y mujer, pertenecientes a la clase más bien baja o modesta.
En mi primera lectura, la
novela me gustó mucho más que ahora, quizás porque entonces me centré en la relación entre las dos
hermanas y en el contraste de su forma de ser y formación con los modos y
costumbres imperantes en la sociedad inglesa en la que vivían. Ahora me ha
parecido una trama, en conjunto, poco verosímil, aunque sí el medio empleado
por Forster para reflejar sus particulares ideas y críticas sobre cuestiones
para él vitales de la sociedad británica de su tiempo, es decir, la que le tocó
vivir.
La novela fue publicada en 1910, época en
la que el imperialismo británico estaba en pleno auge y expansión, (1)
con grandes diferencias sociales entre ricos y pobres. La condición de la mujer
en relación al hombre era de
inferioridad y cuyo destino natural era el matrimonio y su ámbito reducido al
hogar. También en el tema de legados y herencias existía una notoria diferencia
a favor del heredero masculino y muy desfavorable para las féminas.
Y en cuanto a costumbres y moralidad eran una
sociedad en la que imperaba la hipocresía (moral victoriana)(2),con una doble
vara de medir según se tratase de un hombre o de una mujer, o de un rico o de un
pobre. Aspectos todos reflejados en la obra y que cuando la leí por primera vez, no percibí, aunque, ahora, los considero como uno de los mayores logros,
y en especial, la caracterización en Mr.
Wilcox del británico enriquecido en negocios oscuros en alguna de las colonias del tan vasto imperio
británico, además de machista empedernido, convencido de la superioridad del
hombre sobre la mujer, consumado elitista y un pragmático ejecutivo
agresivo. El personaje me ha caído mal.
Pero que muy mal.
Basada en la novela existe una versión
cinematográfica, titulada “Regreso a Howards End”.
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(*) El autor: Entre las obras
más señaladas de Forster se hallan las dos novelas que yo he leído, “Unahabitación con vistas”, y “Howards End”, junto con “Maurice”, novela publicada por
deseo expreso de su creador póstumamente, en 1971, aunque había sido escrita
mucho antes. Los motivos fueron que los protagonistas eran homosexuales,
tal como el propio Forster. Entonces ello era muy mal visto y su conocimiento
le hubiera podido ocasionar la expulsión
de la Universidad de Cambridge y exclusión social, tal como a Oscar Wilde, quien tras un escandaloso proceso judicial fue
condenado a prisión.
Forster murió en 1970 con más de noventa años.
Llama mi atención, sin embargo, como al
presente, este aspecto de la personalidad del escritor es nota imprescindible
en todo comentario o escrito sobre el mismo. Y reflexiono cómo han cambiado las
tornas, un giro de ciento ochenta grados. Mientras que sus severas críticas vertidas en sus novelas en relación a
las diferencias sociales, a la exacerbada ponderación del dinero, o la desigualdad entre
hombre y mujer, pasan totalmente desapercibidas.
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(1) Imperialismo
británico : “ Durante las
primeras décadas del siglo XX, el Imperio británico
abarcaba una población de cerca de 458 millones de personas y unos
35.000.000 km², lo que significaba aproximadamente una cuarta parte de
la población mundial y una quinta parte
de las tierras emergidas. Esto lo convierte en el imperio más extenso de la
historia. La época culminante del imperio se produjo durante unos cien años (la
llamada Pax Britannica,
desarrollada entre 1815 y 1914), a través de una serie de fases de expansión
relacionadas con el comercio, la colonización y la conquista,
además de períodos de actividad diplomática. Probablemente, el
punto de máximo auge imperial puede situarse entre los años 1884 (Reparto de África) y 1922 (Independencia de Irlanda).
El Imperio extendió
la tecnología, el comercio, el idioma inglés y el gobierno
británico por todo el mundo. La hegemonía imperial contribuyó al espectacular crecimiento económico del Reino Unido
y al peso de sus intereses en el escenario mundial. En la actualidad, varias de
las excolonias y dominios británicos son potencias mundiales o poseen gran
relevancia política mundial. Entre estas se encuentran Australia, Canadá, Estados Unidos, India y Nueva Zelanda.” ( Sacado de Wikipedia)
(2) Moral
victoriana:. “La industrialización cambió la estructura de las clases sociales en
Inglaterra a finales del siglo XVIII. En esa época existía un rechazo entre las
clases altas británicas y las clases medias y bajas.
La sociedad británica
experimenta un progreso tecnológico y científico constante a lo largo del siglo
XIX, sin embargo a nivel social se produce la llamada época victoriana, que se
conoce por ser la etapa de gobierno de la reina Victoria que gobernó sesenta
años. El gobierno consistía en una monarquía constitucional encabezada por la
reina Victoria. Sólo la nobleza podía gobernar. Este sistema político fue muy
criticado por los filósofos del XVIII y es el momento en que se empieza a
cuestionar el status social de la nobleza inglesa.
Esta etapa está
marcada por un puritanismo exagerado y una tremenda represión sexual, pero al
mismo tiempo significa una infravaloración de la mujer como responsable de
todos los males sociales de la época…” (Artículo publicado en nuevatribuna.es)