Convulsiva época
de aquel país, México,
cuya realidad social, política, económica y religiosa, Yáñez plasmó , en
especial la de los pueblos de la zona rural de Jalisco, en
su novela, para así- estimo- denunciar la práctica de un sacerdocio centrado en el
cumplimiento de los mandamientos 5,6 y 9 del Decálogo, pero olvidado de la síntesis
o resumen del mismo que El Salvador, Nuestro Señor Jesucristo, nos dio: “Amarás a
Dios, y a tu prójimo como a ti mismo”(***) Y,
consecuentemente, alejado de perseguir y corregir otras tan o más graves infracciones
del ordenamiento divino como son , por ejemplo, la avaricia o los abusos y
excesos de los ricos y de los poderosos del lugar, de fatales consecuencias
para el bien común general. Panorama real y ordinario, al
parecer, en amplias zonas rurales del México de principios del siglo XX.
Esta
novela también cumple el papel de testimonio del triste papel asignado a la
mujer en aquella sociedad. Relegada a un muy secundario plano, sin voluntad ni
decisión propia, y sometida, siempre, al capricho o
tutelaje de los hombres de la familia en sumisa aceptación. Primero al padre y
a los hermanos varones, y luego, al marido. Escasa formación y
conocimientos. Perennemente enlutadas y, en casi todas, un
sentimiento arraigado de frustración. Circunstancias éstas espléndidamente
esbozadas a través de cinco de los personajes femeninos, (5) para
mí, claves, que son: las hermanas “Marta y María”, la coqueta “Micaela”,
la frustrada “Merceditas Toledo”, y “Victoria”, la
seductora forastera.
Un muy triste
cuadro, en fin, el dibujado por Agustín Yáñez para la fémina de aquellas zonas
rurales de México. Iniquidad ampliamente consentida, incluso por los ministros
de la secular Iglesia Católica. En uno de cuyos miembros, el Padre Islas, el
Director de las Hijas de María, en aquel recóndito lugar del mundo, tenía, al
más terco guardián para preservar el inicuo orden establecido contra las
mujeres.
La huida hacia
el Norte, hacia los Estados Unidos de Norteamérica, de la población en búsqueda
afanosa por mejorar sus condiciones de vida, es otra de las cuestiones
abordadas por el universal escritor mexicano en su novela. Teniendo en Damián
Limón al personaje representativo. Novela, resalto ,
escrita a mediados del pasado siglo XX.
Me gustó, pero
la lectura de algunos de los capítulos se me hizo farragosa.
La
novela se inicia en marzo de 1909, con la preparación y
la subsiguiente descripción, bastante pormenorizada, de los ejercicios
espirituales (4) cuaresmales, con - cabe ser señalado- sólo la
parte masculina de la población (¡¡¡!!!). Y se cierra en
un día de noviembre de 1910, tras el paso por el pueblo, la noche
anterior, de los sublevados a favor de Madero, con
el cuadro- ¡tristísimo cuadro! - de un muy apesadumbrado padre
Dionisio, consciente de su fracaso como pastor de almas:
– “¡ Miserable pastor que se ha dejado robar las ovejas!
¡Miserable pastor que ha dejado rodar las canicas y no ha podido enderezarles
el camino!- que, como todos los días inicia la
primera misa:
“Introibo ad altare Dei…
Ad Deun qui laetificat
juventutem meam…
Judica me, Deus, et discerne causam meam de gente non
sancta:ab homine iniquo et doloso erue me…”
______________
(1) Compré esta novela en un
mercadillo de ocasión, hace ya unos cuantos años.Había leído “Las tierras
flacas” y conocía la existencia de esta obra, al parecer, una de las más
significativas de Yáñez. Inicié su lectura antes de “Los tres Evangelistas”,
pero la dejé porque me pareció densa y hasta plomiza. Sin embargo, después la
retomé y la leí, con franco interés, hasta el final.
(3) Castro Leal
señala en el prólogo que la novela “es una
serie de cuadros de la vida triste, conventual, hipócrita, estrecha y sombría
de un pueblo del Bajío en que el cura, el jefe político y las
principales familias mantienen la vida de la comunidad dentro de convenciones y
conveniencias que, sin beneficiar a nadie, no hacen tampoco la felicidad de
ninguno. Uno de tantos pueblos perdidos en los valles y las serranías de la
República(México), una religión hecha de supersticiones y una moral erizada de
tabús no han dejado entrar ni la cultura ni la verdad, ni siquiera la vida con
su limpia y gozosa alegría” Y más adelante añade que “el libro viene a ser, sin proponérselo, la
representación de un caso clínico en el campo de la sociología”(…)El
protagonista de la novela es ese pueblo católico e introvertido que va pintando
el autor…obra literaria que puede considerarse un verdadero documento…”
(4) Ejercicios de encierro. Capítulo en
el que se describen el cómo de los ejercicios espirituales practicados
para los hombres en aquella parroquia.
“Para exponer cómo es que la mujer deconstruye al poder
me enfocaré en tres de ellas, quienes definen y abarcan las formas de
reaccionar ante la opresión: Micaela, la coqueta; Merceditas Toledo, celadora
de la doctrina de la congregación de las hijas de María; y María, sobrina de
Don Dionisio, la revolucionaria.
[1] Esto demuestra incluso que aborrece a su
institución ya que el matrimonio es lo más sagrado que existe en la Iglesia
católica.
[2] “Regulares las hiladas de los muros…”; “bien
barridas las calles”; “Enjalbegadas las casas y ninguna, ni en las orillas,
ruinosa” en Agustín Yáñez, Al filo del agua, Pág.4; Esta descripción parece más
la de una prisión que la de un pueblo; analogía acaso exacta: el poder del
Padre retiene prisioneros a sus feligreses.
[3] “Los deseos, los ávidos deseos, los deseos pálidos
y el miedo, los miedos, rechinan en las cerraduras de las puertas, en los
goznes resecos de las ventanas” en Agustín Yáñez, Al filo del agua, Pág. 7
[4] El padre Islas cree que a través del celo extremo
de los cuidados y ejercicios religiosos el pueblo alcanzará un estatuto de
pureza. Pero nunca se da cuenta que por este mismo celo intransigente los
individuos se sienten ahogados al perder su libertad de expresión.”
(*) Marta y María, las dos hermanas
de Lázaro. Y al igual que ellas, la una muy hacendosa y la otra amorosa e
inquieta.
(*) Gabriel (“la fuerza de Dios” o
“hombre de Dios”). Gabriel es un nombre bíblico ya que, junto a Miguel y
Rafael, es uno de los tres arcángeles de la Biblia, cuya misión consistía en
ser mensajeros de Dios. Según la religión católica, Gabriel fue quien anunció a
la Virgen María el nacimiento de Jesús.
(**) Sacerdocio cristiano superior
al levítico: Mediador entre Dios y la criatura humana, "tomado de entre
los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere
(...)para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que
él también está rodeado de debilidad(...) y nadie toma para sí esta honra, sino
el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón(Hebreos 5,1-4)
1. Amarás
a Dios sobre todas las cosas.
2. No
tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás
las fiestas.
4. Honrarás
a tu padre y a tu madre.
5. No
matarás.
6. No
cometerás actos impuros.
7. No
robarás.
8. No
darás falsos testimonios ni mentirás.
9. No
consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No
codiciarás los bienes ajenos.
El
catecismo católico, citando el Evangelio de Mateo (Mt
22;37-40) añade: «Estos Diez Mandamientos se encierran en dos; amarás
a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».