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sábado, 22 de abril de 2023

Napoleón, Emil Ludwig

 Napoleón, Emil Ludwig. Editorial Juventud, 1974, “Libros de Bolsillo Z”, 5ªedición.

Lo leí por primera vez en 2010. Libro de casi seiscientas páginas de letra pequeña, en cuya lectura me he entretenido casi un mes.

Su autor, Emil Ludwig, (1) es un viejo conocido. La primera obra suya que leí fue “Cleopatra”. Me encantó y varios años más tarde lo volví a leer y entonces me agradó aún más, por lo mucho que aprendí sobre la Roma de Julio César y Marco Antonio, amén del Egipto de la última reina que le gobernó. Puede que haya una tercera lectura.

“Napoleón”, según he leído, fue la biografía de Ludwig, de mayor éxito y popularidad. Publicada en 1906. En ella la figura del emperador francés es contemplada desde ángulos tan dispares como el privado o familiar hasta en su faceta de hombre de estado. Una radiografía completa que diríamos antes, y una espléndida imagen en 3D que creo se diría hoy.

Como ya apunté, su lectura me llevó tiempo, porque muchos, complejos y explícitos son los pormenores,  las citas y personajes intervinientes en las diferentes etapas de la vida del singularísimo “Napoleón”.  Segundo de los trece hijos de una familia de hidalgos pobres corsos de origen italiano, los Buonaparte. Bajito y, en su juventud, más bien esmirriado, amante de las matemáticas y de la Historia, en especial de las grandes figuras griegas y romanas, perseverante, ambicioso, audaz estratega militar y consumado estadista europeísta. Estas son algunas de las características que recuerdo le adornaban.

Muchos son  los aspectos del personaje que llamaron mi atención, entre ellos y en un plano más personal su arraigado concepto de familia. Su madre y numerosos hermanos y hermanas, siempre estuvieron presentes en su vida, y figuraron como piezas estratégicas en la Europa unificada que quería forjar, los Estados Unidos de Europa. Los promocionó a todos, aunque, al final, en los malos tiempos, sólo su hermana Paulina y Leticia, su madre, le apoyaron. En cuanto “amores” no fue muy afortunado. Según explica Ludwig, “amor, amor “la única que se lo brindó fue la joven condesa polaca y madre del segundo de sus hijos. Tanto Josefina como María Luisa, las dos legítimas esposas, el interés fue lo que primó en sus relaciones.

Persona y vida, en suma, de enormes contrastes. Enormes contrastes que Emil Ludwig ha expuesto con maestría a la par que con amenidad, pese a los
múltiples y variados personajes, también históricos, que le acompañaron en su periplo vital y  la prodigalidad de hechos fundamentales que caracterizaron la vida de Napoleón, comenzando por su nacimiento en una isla mediterránea, Córcega, en lucha entonces con Francia, hasta su muerte, como prisionero inglés, en uno de los parajes más malsanos de una isla volcánica a más de dos mil millas de Europa, Santa Elena, luego de haber sido un temido Emperador.

No quiero cerrar el comentario sin al menos breve alusión a Talleyrand y Fouché, estos dos nefastos personajes, descritos por Ludwig como ”impresionantes personajes estos dos sacerdotes renegados, a los que Napoleón detesta, que le detestan, y de los que nunca podrá deshacerse. Fouché, al que difícilmente podría asignársele una edad, es un hombre frío, pálido, apergaminado, silencioso, de ojos penetrantes, semejante a una momia en uniforme de corte cuando aparece con el pecho cubierto de condecoraciones.

Talleyrand es el aristócrata; su personalidad múltiple e indómita hace pensar en una bola en movimiento…La afirmación de que traicionó a su amo únicamente para servir los intereses de Francia está ampliamente desmentida por su venalidad y su inmensa avaricia.”

Detallo enlace con mi comentario sobre esta obra realizado en 2010:

silvialeyendo: Napoleón Bonaparte, de Emil Ludwig

__________ 

(1) Emil Ludwig, fue un escritor y biógrafo alemán de origen judío, nacionalizado suizo, famoso especialmente por sus obras sobre Beethoven, Bismark, Goethe y Napoleón Y para quien, según sus propias palabras, pretendía que los lectores encontraran en sus obras,  “una contribución a la historia del corazón humano”.

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Napoleón Bonaparte, de Emil Ludwig


Por dos veces he comenzado el comentario de esta apasionante biografía, leída a finales del 2009, acerca del célebre Napoleón Bonaparte, escrita por Emil Ludwig, Editorial Juventud, Colección “Libros de Bolsillo Z”, núm. 15, 5ª edición, año 1974.

Es una obra concienzuda y muy elaborada como lo evidencian los muchos datos e informaciones aportadas, los detalles personales y los hechos relatados, tanto del protagonista como de su numerosa familia,  así como sobre los innumerables personajes históricos allí citados, algunos famosos y otros menos conocidos, contemporáneos de Napoleón.   Leyendo este libro he conocido figuras y hechos históricos relevantes, principalmente europeos, muchos de los cuales, hasta esta lectura, habían pasado desapercibidos o  ignorados, como, y es sólo un ejemplo, Alejandro II de Rusia.  En esta obra, tal vez por compartir nacionalidad, su autor destaca los testimonios sobre Napoleón de  escritores afamados alemanes como Goethe y Wieland, coetáneos de aquél. De hecho el primer capítulo de la biografía, titulado “La Isla” lleva incorporado a modo de  encabezamiento una cita de Goethe, acerca del célebre corzo, que reproduzco a continuación porque  nos indica, ya de entrada, la dificultad intrínseca del personaje, incluso para el universal escritor alemán:

“La historia de Napoleón me produce una impresión semejante a la del Apocalipsis de San Juan. Todos sentimos como si debiese haber en ella algo más, pero no sabemos el qué. Goethe”


Múltiples fueron los aspectos de la biografía de Napoleón  que me impactaron como su “italianismo” ya que los Bonaparte, originariamente eran “Buonaparte”, es decir,  corsos de lengua y origen italiano; circunstancias  de las que, por cierto, hacían honor. También su más que pequeña talla y su físico. Bien distante de la del flamante caballero sobre un blanco caballo que me viene a la mente cuando pienso en él. De parecido modo a como sucede con muchísimos detalles de su vida privada,  y primordialmente política, donde destacó por su habilidad y también desmedida ambición personal y familiar.  Conocidos, pues, los detalles de la vida privad del general, desconozco por qué, entre las parejas de amantes famosos, se incluye la de Napoleón y Josefina, porque ésta siempre lo utilizó, se valió de él para vivir a su costa. Y, además no le fue fiel. Pienso que esta fama correspondería a la condesa polaca María Walewska.  

Pero volviendo a la cuestión principal, he de decir que singular donde los haya me pareció, en suma, este Napoleón. Singular en muchos aspectos; pero aún más, si cabe, me llamó la atención su amor a los suyos, a su familia, madre y numerosos hermanos y hermanas. A todos los protegió y hablando en tono coloquial, los “colocó” bien. Siempre los tuvo en cuenta a la hora del reparto de sus conquistas. Creo recordar, pero no tengo seguridad ni tampoco el libro a mano, que su gran héroe a quien quiso imitar,  fue el insigne Alejandro y como él, por tanto, ampliar sus conquistas a Oriente. De su capacidad en las estrategias militares y políticas no hablo porque son harto conocidas y a mí me interesan aquellas cosas nuevas leídas en la obra biográfica escrita sobre él por Emil Ludwig, el célebre escritor alemán de origen judío.   Y entre esas cosas ya he mencionado algunas, pero mención especial merece su extraordinaria capacidad de esfuerzo, ser que se crecía en la adversidad, en la que estaba acostumbrado a desenvolverse y se desenvolvió con audacia hasta el final de su existencia.  Existencia  definida por Ludwig como “poema épico, escrito por la mano del Destino” y cierra su biografía de Napoleón con este hermoso final:

Renazca, pues, a los ojos del lector, esta tragedia imperecedera, tal como fue en la realidad. Lo que un hombre puede alcanzar por la conciencia de sí mismo y el valor, por el ardimiento y la imaginación, por el trabajo y la voluntad, Napoleón Bonaparte nos lo ha enseñado.” Y hoy día…la ardorosa juventud europea no podría encontrar ejemplo ni advertencia mayores que la vida de aquel hombre que, de todos los hombres de Occidente, fue el que más tremendas convulsiones creara y sufriera”.  


lunes, 27 de febrero de 2012

Cleopatra, por Emil Ludwig ( Las élites )

 “- ¿Por qué todo el mundo, en esta República, se vanagloriaba de la antigüedad de sus linajes? ¿No eran todos parientes allí? Los hombres y las mujeres de la alta sociedad romana eran cuñados entre sí, cuando no antiguos esposos divorciados y vueltos a casar con otras mujeres, de acuerdo con sus intereses políticos. No era, pues, la inmoralidad de esta sociedad lo que asombraba a la reina, un año después de su llegada a Roma; era que las historias de amor giraban alrededor del dinero,  y las de los divorcios alrededor de la política. 

- Fulvia, …, se había casado ya con tres libertinos, y era madre de cuatro hijos de tales uniones, aunque solo contaba veinticinco años. La alta sociedad romana se preguntaba cuál de sus dos primeros esposos había sido el más vicioso. De todos modos, Curio, el amigo íntimo de Antonio, había perdido por culpa del segundo una fortuna, y luego su mujer. Pero Antonio no se había casado con Fulvia hasta que el tercero de aquellos ilustres borrachos -Dolabella- le había quitado su propia esposa. Todas estas historias tenían en Roma enormes consecuencias porque, una vez aliado a tal o cual familia, se llegaba fácilmente a edil y hasta a cónsul; y, en cambio, una vez divorciado o engañado, se votaba contra el enemigo.

- Cuanto más ahondaba Cleopatra en la vida de las facciones romanas, tanto más despreciaba el origen de un poder que se edificaba con papeletas del voto y que podía comprarse con una serie de herencias, matrimonios, divorcios o adopciones."

He reproducido estos párrafos, sacados del Capítulo 2º (Zeus), parte VII, porque entiendo que su lectura nos da una idea clara del reparto del poder político en la Roma que conoció Cleopatra. Unas mismas familias patricias( los Claudios, Julios, Valerios ,Cornelios, etc.) que, desde bastante tiempo atrás, se venían repartiendo y perpetuando en los estamentos de poder y control de Roma, al mismo tiempo que gozaban  de honores y prebendas. Y cuyas luchas internas, en muchas ocasiones, llevaron a la República a cruentas guerras civiles. 

Pero no es la descripción de  lo que sucedía en la Roma antigua lo que ha llamado mi  atención, sino que, aquí, en Cataluña(España), siglo XXI, la élite, como entonces en Roma, esté toda emparentada bien por vínculos de  sangre, o por vínculos matrimoniales o de negocios comunes. Uniones o rupturas, teóricamente familiares, que en la Roma Antigua conllevaban un cambio en los votos  y apoyos en el Senado y consecuentemente en su mapa político. En este aspecto parece que nuestra élite catalana, los mismos nombres, los mismos apellidos, aprendió la lección y ha sabido mantenerse incólume en lo más alto de los distintos estamentos de poder de la sociedad. Como demostración de mi afirmación me remito al libro o más bien estudio, tantas veces citado por mí, L’Oasi Catalá, de los periodistas catalanes, Pere Cullell y Andreu  Farràs.                                                                                                                                                                       

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https://silvialeyendo.blogspot.com/2012/02/octavio-cleopatra-de-emil-ludwig.html                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

viernes, 24 de febrero de 2012

Cleopatra, por E. Ludwig (El pérfido Octavio)



Como ya dije,  mi visión de Cleopatra, cambió tras esta segunda lectura. En  la primera  me dejé llevar  por la fuerza del personaje, expresada tan espléndidamente por Ludwig, y sólo vi  a la mujer de talento superior en lucha encarnizada por sobrevivir en un mundo, ciertamente, hostil, sin tener para nada en cuenta su falta total de principios y su modo de hacer maquiavélico.  Es decir, no vi a “Cleopatra”,  como lo que fue, un gobernante tiránico y egocéntrico que vivió, y sobre todo reinó, al margen de su pueblo. Porque no se puede obviar lo que para Egipto significó la  derrota de Cleopatra por Octavio, tras la cual “Egipto fue provincia romana, la más grande conquista desde la caída de Cartago, hacía ciento setenta años”.  

Como también soslayé sus aborrecibles métodos, o sea, las intrigas, los crímenes y las traiciones, que dirigió indiscriminadamente contra todo aquel, incluidos sus hermanas y hermanos, que se cruzaron en su camino, en su lucha por el poder .

Pero hoy, no es de la Reina de Egipto de quien quiero hablar , sino de otro buen ejemplar de la misma especie en cuanto a sus ilimitadas ambiciones de poder y su falta total de escrúpulos a la hora de conseguirlos. Me refiero  a  Octavioal heredero de Julio César ;  el futuro César Augusto, personaje que, según cuenta Ludwig, nunca gozó de las simpatías de Cleopatra, guiada, al parecer,  por su agudo instinto  femenino y su exacerbada sagacidad política para identificar a un igual y, consiguientemente, peligroso enemigo. Un personaje este Octavio,  ciertamente odioso, cuyas características morales han quedado en evidencia por  sus hechos más notorios. De los cuales  Ludwig, en la novela,  nos relata unos cuantos de los más significativos . Algunos de los cuales transcribo a continuación, con objeto de poder apreciar la calidad moral del personaje:

(…)Este muchacho de dieciséis años le es antipático. Y, sin embargo, César habla bien de él. Es Octavio (...) ¿Qué clase de atractivo encuentra César en este sobrino suyo? Cleopatra lo examina y comprueba, una vez más, la falta de salud del muchacho, como lo demuestra su palidez y enfermizo aspecto. (...) La pasión que siente por los libros y la inquietud que le produce su endeblez le tienen así. Sus ojos brillan de un modo extraño, como si delataran vicios ocultos. Si su abuelo, el viejo usurero Velletri, no hubiera vaciado tanto los bolsillos ajenos, su padre no habría podido unirse a la ilustre familia de los Julias. (…) Aquel muchacho de dieciséis años, sobrino y protegido de César, solo tiene ojos para el hijo de su tío abuelo(…) No le perdona que viva - piensa Cleopatra contemplando de nuevo a su hijo -. Si sueña con heredar a César tiene que odiar por fuerza a su hijo. ¡Haré doblar la guardia del pabellón!"(págs.81 y 82)
“(...) de Octavio, el sobrino, nunca se hablaba, pues conocía la repugnancia que le inspiraba a la reina… (pág.101) “… A la cabeza de cuarenta y tres legiones, de muchos miles de jinetes y de seiscientos buques, estaba este joven de veintisiete años,(Octavio) que nunca ganó una batalla, que no tenía una gota  de sangre de Cesar, ni un solo rasgo de semejanza con él, ni físico ni espiritual, sino que era en todo igual a su abuelo, el usurero, y que era cruel, avaro y hábil especulador.”(Págs.217-218)“Cleopatra…  lanzó chispas de odio cuando supo que Octavio, que recientemente había hecho colocar el carro de victoria de Antonio en el Foro…dos meses antes había mandado mensajeros secretos al rey de Armenia, para hacer más   honda la caída de su aliado y cuñado…”(pág.219) También en el capítulo V, parte III, nos ofrece Ludwig otra buena muestra de los modos de hacer de Octavio al referirnos su campaña de desprestigio  mediante mentiras propagadas por su  gente de Antonio y Cleopatra.Mediante una propaganda, hija del miedo y de la villanía de la débil alma de Octavio, éste trató de ahogar la popularidad de su contrario, y a esto su gente sumaba cien mentiras sobre Antonio y Cleopatra”  (pág.245) (...)El efecto de estas falsedades – señala Ludwig- “no fue lo suficientemente grande como para perjudicar a Antonio; eran lanzadas por el más impopular de los triunviros al más querido y popular”.(pág.246) 
En su larga carrera de indignidades públicas por hacerse con el dominio  en solitario de Roma y su imperio, alcanzó un nuevo máximo  cuando robó el testamento de Antonio, guardado en el templo de Vesta. A este respecto el escritor alemán escribe: “En Roma no había nada más seguro que el templo de Vesta, y la historia de Roma, llena de delincuentes, no cuenta, por lo menos según nuestras noticias, un caso de robo de los documentos que se colocaban bajo la protección de sus dioses. Octavio rompe la consigna y comete tal felonía para aprovechar las ventajas que la publicación del testamento le  puede valer.”(pág.253)
Entre las villanías más notables del futuro César Augusto, según creo,  está el asesinato de Cesarión, el hijo de César y Cleopatra, y” el único que entre todos los seres que respiraban en este mundo  podía discutirle el poder.” Reproduzco las palabras de Ludwig narrando el suceso: 
…Octavio, que siempre quiere tener un responsable, pregunta al filósofo Arrio si tiene derecho a matarle. Este sabe cuánto le debe a su nuevo señor, y contesta, parodiando a Homero: ”No es bueno que haya muchos Césares”.
Octavio comprende, y el niño, cuando apenas pone un pie sobre la tierra de que es rey, cae asesinado fríamente (…) cae en ponzoñosa noche el último soberano de Alejandría, que un César envejecido engendró en el vientre de una joven reina.”
Con estas pinceladas del “corazón de Octavio” descritas por Ludwig, espero haber dejado clara la talla moral del odioso personaje, el luego conocido por César Augusto.  



martes, 18 de octubre de 2011

Cleopatra, por E. Ludwig (III) (El noble Bruto, un innoble traidor)

Resultado de imagen de imagen de Marco Antonio(Marlon Brando) al pie del cuerpo de Julio CésarHace ya unos cuantos años  vi, en televisión, la película "Julio César",  del cineasta Mankiewicz, basada en la obra de Shakespeare, en la que un brillante Marlon Brando encarnaba a Marco Antonio, cuya imagen  al pie de las escalinatas del senado romano, junto al cuerpo de César, mientras dirigía al pueblo romano un  largo discurso,  quedó impresa en mi memoria.  Posteriormente he sabido que dicho discurso, sacado  de la obra de Shakespeare, es todo un símbolo, paradigma, de   la manipulación  de la opinión pública en persecución de un determinado fin. En la tragedia de Shakespeare, el discurso del personaje Marco Antonio busca predisponer a la opinión pública romana contra los asesinos de César.  Y lo logró.

Mucho después, a finales de los 90, cuando leí el clásico de Shakespeare, “Julio César”,  el personaje de Bruto me conquistó. Consideré que  no era el odio a César, ni tampoco particulares ambiciones políticas,  sino  su amor a la  república, al sistema político republicano,   lo que le había obligado, más bien arrastrado,  a participar  en la emboscada  que culminaría en el cruel asesinato colectivo de Julio César, todavía dictador, pero ya inminente “emperador”. A quien veía como una  amenaza  para la República Romana.  (**) Todo ello unido a la honestidad moral del personaje, descrito con un profundo sentido del deber(obligación)   de defender sus ideales . (*) Tras la lectura del clásico de Shakespeare,  atribuí al sibilino Casio, como pérfido cerebro instigador de la conjura, toda la responsabilidad del magnicio.

Después de esta segunda lectura de la biografía de Cleopatra de Ludwig, algunas de mis impresiones anteriores sobre estos históricos personajes  han sufrido sustancial cambio. De Antonio hablaré  en próximos comentarios.(***)  

Ésta entrada  la destinaré  a los tres  jefes de la conjura, y  de los motivos reales que los impulsaron, que según Ludwig, fueron la envidia y las ansias de venganza personal, si bien estas últimas enmascaradas  de  pretensiones idealistas.  Digno de resaltar es el justo final que, a mi modesto entender,  tuvieron los conjurados , pues finalmente no sólo  fueron desenmascarados, sino que también obtuvieron el público repudio por el asesinato  de César, fueron hostigados ,   vencidos en batalla y , como digno colofón final, la autodestrucción, pues tanto Casio como Bruto terminaron suicidándose. ¡Justo itinerario para todos los como éstos!


A continuación transcribo algunos párrafos del Capítulo Segundo, XI, acerca de la conjura y los conjurados:


“(…) parece que al final había cerca de ochenta senadores conjurados(…)República y la libertad (…)Seguramente entre ellos había algunos que lo hacían por amor a la libertad, pero no los tres jefes.(…), los tres favorecidos con beneficios por César, pero los tres impregnados de envidia; lo hicieron sin dar otro motivo que la venganza idealista, ocultando las ansias de venganza personal. .. (pág. 120) 
Décimo Bruto,  (…), pudo ser el primero en obrar, excitado por el temor de ser superado  (…) César se acercaba a la corona, (...) y cerraba el paso a su ascenso, ...Casio, por su parte, envidioso y desgraciado por naturaleza, perdonado generosamente como antiguo pompeyano, no podía olvidar este acto generoso(…)Marco Bruto(…)era uno de esos hombres de honor, sombríos, que están torturando continuamente sus sentimientos, demasiados humanos, con reconvenciones éticas, a la vez que los hermosean, protegiendo toda mala acción con un buen objetivo que la justifica. Si en las provincias prestó dinero a intereses usurarios, lo hizo por la salud de la República (…) En realidad,  Bruto tenía en César al hombre que quería ser su padre. (… )pero todos estos sentimientos se ahogaban en el corazón de Bruto cuando pensaba que, al matarle, acababa con el seductor de su madre, que había sacado a su padre, Marco Bruto, de la serie de sus gloriosos antepasados(…)Fue uno de los veinte cobardes asesinos que hirieron por la espalda a un hombre que había guiado victoriosamente cientos de batallas. Con eso se hizo despreciable: no hay una medida tomadas por César en contra de la libertad que pueda justificar o disculpar el miserable acto de Bruto.”(págs. 121-123)


Y también  transcribo, seguidamente, algunas de las frases del Capítulo Segundo, XII, con la descripción del asesinato de César por los conjurados. Lo hago  porque entiendo que la lectura de los hechos nos describe también a los asesinos:


(…) Címber se acerca (…)a pedirle perdón para su hermano deportado, y cuando César manifiesta deseos de postergar ese asunto(…)se le acercan varios conjurados para apoyar aquella petición; algunos le besan con respeto el cuello y el pecho para comprobar si lleva coraza(…) Tulio le tira de la toga en tal forma que ésta cae de sus hombros y deja descubierto su pecho bajo fina túnica. Aquél era el signo convenido.(…)salta hacia él Casca(…) y pasa su espada por la garganta bajándola en seguida y hundiéndola en el pecho(…) otro le hundió el puñal por el lado que había quedado al descubierto(…)Casio le hirió en la cara y Bruto en la ingle’Contra los otros- así escribe Plutarco - , César se había defendido (…)pero cuando vio a Bruto con el puñal en la mano, tendió la toga sobre la cabeza y se entregó a la furia de sus asesinos’. Cayó con veintitrés heridas (…) César quedó completamente solo, tendido en la sala (…) (Págs. 126-127). 


En resumen, considero que bien merecido es  que el nombre del patricio romano, Bruto,  haya quedado como sinónimo de cerril, rudo, negado, bestia, animal, etc.;  y “brutal”, derivado de bruto,   de  inhumano, cruel, monstruoso, sanguinario, impío….


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(*) Actualmente me inclino más por la versión de Ludwig acerca de  Bruto y los como Bruto, es decir, la élite romana, conformada por individuos que constituían un mundillo repleto de distinciones y privilegios de clase, ajeno y bien distinto al del resto, los otros, los comunes habitantes de Roma. Situación de privilegio que temían perder; y que en ellos  poco o nada había de ideales y de aspiraciones nobles.

(**) En la obra de Shakespeare, es puesto en boca de Bruto el curioso grito de "Libertad e independencia." Al parecer, es costumbre universal y eterna de las élites parapetarse tras ideas e ideales nobles y en apariencia patrióticos, cuando, en realidad, persiguen sólo mantener y defender sus privilegios de clase, así como la concentración de bienes y riquezas.

(***) Al 28.5.2020 todavía tengo pendiente el comentario sobre la figura de Antonio  .¡Vaya!
 
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22 de abril de 2017: Como en tantas otras ocasiones, sucesos de la actualidad traen a mi memoria pasajes de mis lecturas pasadas. Así me pasó ayer cuando entre las noticias del día era destacada la firma conjunta de todos los miembros del Gobierno catalán(más de 140 altos cargos) asumiendo la responsabilidad de la celebración de la consulta. 
Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont junto al vicepresidente, Oriol Junqueras tras firmar el manifiesto. (EFE)


Recordé el requisito establecido por el ladino Casio, cerebro de la conjura, de que todos y cada uno de los veintitrés conjurados debería herir a Julio César. De este modo todos compartían , eran co-responsables, de su asesinato. Veintitrés puñaladas, veintitrés conjurados. Ninguno pudo luego exculparse. ¡Qué listo Casio!


25 de septiembre de 2017: En nuestra particular tragicomedia catalana,¿quiénes serán nuestros particulares Brutos y  Casios ? ¿Quién nuestro  Marco Antonio y su  oratoria manipuladora? ¿Quiénes el resto de conjurados? Pero, principalmente, ¿ quién el astuto Octavio, el verdadero y único ganador tras el crimen de Julio César?


24 de mayo de 2018:En la actualidad añado la pregunta¿ quién es el que financia?

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domingo, 16 de octubre de 2011

Cleopatra, por Emil Ludwig(Extranjeros en el trono)


De la primera lectura, año 1998, recordaba sólo lo referente a esta histórica mujer, tales como su aspecto físico, su origen griego, los hijos habidos de sus amores con Julio César y Marco Antonio, su superior inteligencia y su extraordinaria capacidad para las intrigas de estado y, desde luego, su final.  

En esta ocasión  JulioCésar, y  Roma con  sus  personajes más influyentes, las intrigas políticas, las  guerras por el poder, etc., fueron los que centraron y atrajeron mi interés. Hechos y actores correspondientes al periodo histórico  desde que Pompeyo huye a Egipto y es asesinado, año 48 A. de C.,  hasta el fin de Antonio y Cleopatra, año 30 A. de C. tras la victoria de Octavio en la batalla de Accio

La biografía es desarrollada en cinco capítulos, cuyos títulos son  : 1º Afrodita (diosa del amor/Cleopatra); 2º Zeus (el mayor de los dioses/Julio César); 3ºDionisio (dios del vino/Antonio); Ares (dios de la guerra) y 5º Tánatos(dios de la muerte no violenta). Aclaro que lo escrito dentro del paréntesis es  propio. Termina con una cronología de los hechos más señalados a partir del  100 A. de C., año probable del nacimiento de Julio César, al 14, D. de C., año en que muere el emperador Octavio Augusto.  
Siguiendo la pauta de Ludwig, en primer lugar, hablaré de Cleopatra y lo haré recogiendo algunas de sus frases  referidas a la última  reina de Egipto
(…) es egipcia solo en el nombre. Conoce la región del Nilo tan poco como sus padres la conocieron (…) Lo que ella siente y el idioma en que sueña, lo que sabe y lo que vale, sus padres, las construcciones, el ajetreo del puerto con sus cientos de razas e idiomas, todo tiene tendencia griega, y cuando camina  con su leve paso por las inmensas salas palatinas, ve los bustos de los Ptolomeos (…)(pág. 17)(…) trece años antes de su nacimiento, un Ptolomeo había donado el Egipto a Roma; pero el Senado no quiso aceptar la herencia (…) ¿No era mucho menos peligroso un débil rey que un fuerte procónsul? Y así fue como entregaron a dos hijos ilegítimos de aquel testador el Egipto y Chipre,confiados en su incapacidad(…)                                                     (…)Muchos sucesos sangrientos hay en la historia de su familia. En doscientos cincuenta años se han sucedido trece Ptolomeos, manejados o perseguidos por sus mujeres o sus hijos (…) Veneno y puñal aparecían en los destinos de sus parientes: hermanos que se arrancaban la vida unos a otros, príncipes que asesinaban a sus padres, reinas que mataban a sus maridos, los cuales eran a la vez sus hermanos: todo por el poder, todo por una vida titilante, muchas veces por no ser eliminados ellos mismos.(pág.20)(…)Nadie estaba ya entre ella y el poder, sino un delincuente agotado, a quien debía llamar padre. Fue un día de triunfo silencioso aquel en que su hermana fue decapitada (Pág. 24)”Educada entre criminales, mujer sin conciencia, ella era capaz de eliminar a cualquiera que obstruyera su camino.” (pág.219)
Cleopatra, como se deduce de estos párrafos, tenía poco, muy poco, de egipcia, tanto por su aspecto físico, pues, al parecer era de cabellos y ojos claros, como por su formación, cultura y lengua griega.  Pertenecía a la dinastía de los Ptolomeos, de origen macedonio como Alejandro Magno.
Después de esta segunda lectura de la biografía de Cleopatra, según Ludwig estoy bien lejos de sentir la simpatía que este personaje histórico me inspiró en la primera. Entonces no vi el ser egoísta, al gobernante cruel alejado de su pueblo, impávido  ante sus necesidades, dilapidador del tesoro público que  actúa guiado sólo por sus ambiciones personales, las suyas, las de los suyos   y de nadie más,  que fue, en suma,   la última reina de Egipto. 
    

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