Tengo serias dudas acerca de mi propia capacidad para describir con palabras el pensamiento de Joyce (preciso, lo que yo creo que Joyce quiso haber dicho) en su penúltimo relato, titulado "La gracia". Este relato fue uno de los más interesantes. Como en muchas de las otras narraciones, hay un consumidor desmedido de bebidas alcohólicas, por no decir, claramente, un borracho empedernido, cuya existencia va camino de la degradación más absoluta arrastrado por este vicio. Mientras los suyos, su familia - esposa e hijos – le asisten, sufriendo con él y hasta más que él, las consecuencias inmediatas de su envilecimiento personal. A través de los diálogos entre los personajes surgen afirmaciones sobre la Compañía de Jesús, la Iglesia Universal de Cristo, la infalibilidad del Papa, del papel de Cristo como Redentor del mundo y su conmiseración para con el pobre pecador, etc.
Este relato es, por otra parte, otro buen ejemplo del modo especial que tuvo Joyce para contar sus verdades. Las de él. Por cierto, muy singular y con desenlaces algo lejanos a lo esperado por el lector cuando inicia la lectura.
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