Este fin de semana acabé de leer este libro con prólogo de Néstor Luján y editado por Salvat Editores, año 1970, de la colección Biblioteca Básica Salvat de Libros RTV. Libro ameno, cuya lectura hay que combinar con la del diccionario, ya que son muchos, o por lo menos para mí lo fueron, los términos nuevos.
Las aventuras e historias contadas por esta comparsa de asesinos difuntos, protagonistas de la novela, resultan divertidas y chocantes. Mientras cada uno de ellos espera hallar su definitivo descanso, se reúnen todas las noches y hacen recuento de sus fechorías y crímenes. No obstante, resultan personajes agradables, incluso entrañables. Principalmente la encantadora y bella señora del grupo, seguida por el escribano; quien suele poner la guinda del pastel con sus sabios y recurrentes comentarios. Me resultó especialmente interesante y divertido- muy divertido- el episodio cuando el cortejo de difuntos, con el sochantre poniendo música de fondo, fue confundido con una esperada compañía de cómicos italianos, viéndose obligados a la representación teatral del drama de Romeo y Julieta, e improvisar diálogos y argumentos con libertad. ¡Muy bueno! ¡Qué truhanes!
Creo que la enseñanza final que brinda la lectura de este libro es que por horrendo y cruel que sea el delito y la villanía de su ejecutor, sabiéndolo contar puede resultar ni tan horrendo ni tan criminal; e incluso, como en la novela, lograr unánime aprobación. ¡Malo!