De igual manera que la muerte de Pinochet me hizo recordar “Las tierras flacas” de Yáñez, las diversas noticias sobre la actualidad nacional me traen a la memoria dos de las obras por mí leídas de Balzac: “Eugenia Grandet “y “Un asunto tenebroso”. En ambas es abordada la cuestión del enriquecimiento personal desde la función pública. Me explicaré:
Grandet – padre, el conocido personaje de ficción balzaciano, es un tonelero que luego de un buen casamiento sabe adueñarse por poco dinero de algunas de las mejores fincas expropiadas a la Iglesia y termina por meterse en la cuestión pública como alcalde de su pueblo. Puesto en el que se mantiene bajo distinto regímenes. En parte, debido a su camaleónico modo de ser, pero, sobre todo, al saber estar con los unos y con los otros y medrar en su particular provecho.
En “Un asunto tenebroso” es donde, a mi modesto entender, Balzac desarrolla de modo espléndido, su conocimiento sobre maniobras ocultas realizadas por individuos de ilimitada avaricia, surgidos de la nada, sin ningún tipo de prejuicios o limitación de índole moral, que con tal de enriquecerse y alcanzar sus objetivos, actúan de modo indolente y empleando el “todo vale”; incluido la destrucción moral, política o económica de sus víctimas inocentes, las inculpaciones falsas, el uso de testaferros, la corrupción policial o de cualquier otro estamento oficial, la distorsión de las leyes en favor del criminal o agresor en detrimento de los derechos de la víctima agredida; y un larguísimo etcétera . En fin, demasiado parecido a la realidad.
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En “Un asunto tenebroso” es donde, a mi modesto entender, Balzac desarrolla de modo espléndido, su conocimiento sobre maniobras ocultas realizadas por individuos de ilimitada avaricia, surgidos de la nada, sin ningún tipo de prejuicios o limitación de índole moral, que con tal de enriquecerse y alcanzar sus objetivos, actúan de modo indolente y empleando el “todo vale”; incluido la destrucción moral, política o económica de sus víctimas inocentes, las inculpaciones falsas, el uso de testaferros, la corrupción policial o de cualquier otro estamento oficial, la distorsión de las leyes en favor del criminal o agresor en detrimento de los derechos de la víctima agredida; y un larguísimo etcétera . En fin, demasiado parecido a la realidad.
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