miércoles, 5 de marzo de 2008

Un asunto tenebroso, (I) por Honoré de Balzac, septiembre 2006

"Un asunto tenebroso", Honoré de Balzac,  Salvat Editores y Alianza Editorial, 1969, libro 37 de la Biblioteca Básica Salvat de libros RTV, prologada por Carlos Ollero. 

Novela, comprendida dentro de “La  Comedia Humana”, muestra al lector  las consecuencias de los hechos políticos en la sociedad francesa, ambientada, principalmente,  en el tiempo histórico del Primer Consulado Napoleónico. Se publicó en forma de folletín entre enero y febrero de 1841, se dice que fue la primera novela policíaca del mundo. Cuando se escribió , pues, los muertos  - metafóricamente hablando- estaban aún calientes y muy cercanos los horrores, errores y las desmesuras de la época del Terror, de sus tribunales y del espíritu jacobino de la moral y de las leyes públicas.

Los personajes ficticios se entremezclan con los reales. Entre estos últimos, por citar algunos de ellos, aparecen Fouché, Napoleón, Tayllerand, Carnot, Sieyès, y Luis XVIII. También son referidos aspectos y costumbres propios de la época que, quizás por tener muy próxima la lectura de la biografía de Balzac, de André Maurois, me han resultado muy interesantes. Ellos muestran la credibilidad de la ficción desarrollada por Balzac. En esta obra son mencionados los oratorianos, la tontina, el tejemaneje notarial practicado por alguno de este oficio para legitimar las propiedades de sus "poderosos" clientes y mucha jurisprudencia y prácticas judiciales de la época. Aspectos todos extraídos por el escritor, presumiblemente, de su propia biografía y experiencia personal.

El calificativo "tenebroso" define muy ajustadamente el estado a que unas personas se ven abocadas para demostrar ser inocentes de unos delitos graves que les son imputados. Fechorías cometidas deliberadamente con el fin de inculpar a unos inocentes para, legalmente, obligarles a desaparecer de la vida pública, o sea quitarles del medio. Porque un ahora opulento alto cargo público, con grandes recursos económicos de origen oscuro, ve en aquéllos un peligro cierto para el patrimonio acumulado y para los intereses tanto propios como los de sus secuaces, personajes de rango e influencias tan dudosas como las propias. Esta es, en resumen, la cuestión de fondo planteada en la novela.

He disfrutado con su lectura, pero pienso que quizás a otros no le agrade tanto detalle y explicaciones históricas. Porque Balzac, en su afán de ser el secretario o notario fiel de la sociedad francesa que le tocó vivir, abunda en explicaciones y datos múltiples sobre herencias, jurisprudencia, perfiles - él los llama retratos- físicos, psicológicos y morales de los personajes ficticios; amén de las muchas descripciones de parajes y las anécdotas o antecedentes de unos cuantos de los personajes históricos citados, tales como Tayllerand, Fouché, Napoleón y el Duque de Orleans(Luis XVIII). 

Diré que creo no haber sabido distinguir todos los personajes de ficción- los creados por Balzac - de los que quizás fueran personas muy conocidas de la época, como algún abogado, procurador, juez, etc., de los muchos mencionados en esta novela.

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