miércoles, 5 de marzo de 2008

Un asunto… Fouché, la perversidad desenmascarada. (II)

 En el diccionario Rancés, de Editorial Ramón Sopena, 1982 hallo el significado de la palabra "tenebroso" como adjetivo que define algo oscuro, cubierto de tinieblas. Ello me hace pensar que Balzac, cuando escribió esta novela,  no sólo reflejó costumbres, prototipos humanos e ideas políticas de la época. También quiso mostrar a sus lectores, la opinión pública en general, las cualidades excepcionalmente siniestras, ocultas o disimuladas con habilidad, que “adornaban” a unos cuantos de los tenidos por prohombres. Individuos que independientemente del régimen político alzado en el poder, durante muchos años, fueron parte decisiva de los destinos de los ciudadanos de la Francia de Balzac

De este modo al escritor galo cabría el mérito adicional de denunciar la realidad escondida detrás de un acontecimiento. Es decir,  la utilización de la ficción literaria, medio al alcance de muchos, para arrojar luces y desvelar la trama oculta. Iluminando, así,  a sus contemporáneos respecto a las acciones maléficas realizadas por algunos de sus personajes más perversos y ladinos, tales como Tayllerand, Sieyès y Fouché, especialmente este último, un jefazo de policía o ministro plenipotenciario de interior.

15 de junio de 2012

La trama oculta

La casualidad me ha llevado a Fouché, el siniestro personaje francés, encarnación del poder en la sombra. Persona bien siniestra, por cierto. Individuo que de la nada se aupó y mantuvo en la cúspide de la política de los distintos regímenes que se sucedieron en la convulsiva Francia del período comprendido desde 1789, estallido de la Revolución Francesa, hasta la Restauración Borbónica, con Luis XVIII. 

Para una sucinta  descripción del poder efectivo del personaje me remitiré a Stephan Zweig en su obra” Fouché, el
Genio tenebroso
”, en cuyo prefacio advierte que la elección de Fouché obedece “porque le parece el ejemplar perfecto del político, es decir, un hombre absolutamente inmoral, …” “Si elige a José Fouché es porque, a su juicio (y a juicio también de otros hombres como Balzac), fue una persona que influyó muchísimo más de lo que dictan las apariencias en el curso de los acontecimientos de esa época”.

 

La idea de lo que nos quiere decir, a mi entender, está comprendida en esta frase de Zweig:

«Los gobiernos, las formas de Estado, las opiniones, los hombres cambian, todo se precipita y desaparece en ese furioso torbellino del cambio de siglo, sólo uno se queda siempre en el mismo sitio, al servicio de todos y de todas las ideas: Joseph Fouché».

La trayectoria biográfica de este personaje nos describe la de un ser miserable y egoísta, cuyo mal hacer estuvo centrado, exclusivamente, en el propio beneficio. Los demás no contaban.  

Particularmente, en estos últimos años, cuando los momentos cruciales vividos en España, me ha venido a la memoria el tal sujeto,sin duda por su carácter tenebroso, más bien maléfico, por su actuar entre bambalinas y el manejo eficaz  de la información obtenida de cualquier modo, pues  fue un precursor en la práctica de métodos y estrategias que hoy son el pan cotidiano. A este respecto, enfatizo las dos siguientes frases de su descripción biográfica :

“…su estrategia de retener y jugar con la información para sus propios fines le valió la animosidad de Bonaparte.…,” 

“…vivió discretamente, amasando una fortuna que lo convirtió en el hombre más rico de Francia. Utilizó sus antiguos contactos para influir en el mercado bursátil, tanto empleando información privilegiada como manipulando el ánimo de los inversores.…”

Así, pues, me pregunto quién , o quiénes, son nuestros actuales "Fouché", porque como las meigas, haberlos haylos

 

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