jueves, 6 de marzo de 2008

La lucha por la vida (2) (Prototipos,mundo de la (in)justicia,Roberto Hasting,...)

Cuando  Pío Baroja escribió esta trilogía de novelas, “La lucha por la vida”, pienso, quiso enfrentar al lector a la realidad de las condiciones de vida, algunas infrahumanas, que sufren muchos de nuestros congéneres. Realidad a la que de otro modo, por y para nuestra fortuna, no tendríamos conocimiento. Finalidad, pues, muy altruista. ¡Bravo Baroja!

La triilogía está compuesta por “La busca”, “Mala Hierba” y “Aurora Roja”

El mundo descrito por Pío Barajo en ellos es el 
Madrid de hace más de un siglo. Sus personajes son pillos, cínicos y canalla múltiple de ambos géneros; mezclados con gentes de corazón recto y bondadoso, honestas, emprendedoras y trabajadoras. La mayoría de ellos pertenecen  al estamento más bajo de la sociedad. Son, resumiendo, colectivos desfavorecidos, pobres y marginados, sin voz, olvidados de todos y hasta, en apariencias,según algunos, también de Dios. Tipos humanos y condiciones de vida, sin embargo y desgraciadamente,  aún vigentes, aunque puede que haya variado la localización de los escenarios y los tiempos. Por  tanto, considero que el mérito principal del novelista, Pío Baroja,  estuvo en haber querido reflejar y, consecuentemente, DENUNCIAR, las universales e ingratas circunstancias inherentes a la condición humana y su vida en sociedad.

 “La busca" es la primera de la trilogía que componen "La lucha por la vida", escrita por Pío Baroja, colección "Las mejores novelas en castellano del siglo XX", Bibliotex, 2001,( Diario El Mundo) y prólogo de Ricardo Senabre. Es una segunda lectura. La primera fue hace ya unos cuantos años. Su protagonista es Manuel, personaje  muy desorientado a la hora de escoger el adecuado camino recto en su tránsito vital

Del mismo modo que con  otros libros,  en las posteriores lecturas han surgido personajes o detalles que antes pasé por alto, como, por ejemplo,  la alusión a  los tatuajes, leído en la página 73,  que me hizo intuir cierta aversión en Baroja por esta práctica. Al presente - supongo- quedaría horrorizado ante la generalización de esta costumbre de grabarse dibujos indelebles en los más diversos lugares del cuerpo.(1) También , en las páginas siguientes, llamó mi atención cuando habla del gusto que sentía Perico - otro de los personajes secundarios de los muchos que desfilan por esta trilogía de novelas - por las paredes blancas para hacer dibujos con carbón de hombres, mujeres, animales, casas echando humo, etc. etc. Es decir, tenemos el primer registro de un hacedor de grafitis(no sé si está bien escrito).(3)

(Los malos) En estas novelas  aparece mucho bicho malo. Hay una buena galería de ellos. Desde el “primito” Vidal, la temida mala compañía que pueda tener cualquier niño o adolescente. Pasando por el Bizco, a quien el propio Baroja se encarga de ponerle pinta de diablo con el pelo rojo y aspecto y acciones brutales. Siguiendo por Mingote, Calatrava, la coronela y unos cuantos más, aunque de inferior monta que los ya citados. Todos estos personajes son lo que entendemos como “impresentables”, “sinvergüenzas”, “vividores”, “explotadores”, “amantes de lo ajeno”. Venden a quien sea, no quieren a nadie ni respetan a nadie, ni tampoco tienen valores ni creencias superiores. Aquí no incluyo a  muchos personajillos de segunda línea como las busconas y prostitutas, muy jovencitas por cierto. Ni todos aquellos que representan a tipos marginados y menesterosos, esos - ¡pobrecitos! - son otra cosa.

Hay un personaje , Jesús, incorporado a "La lucha por la vida" en la segunda de las novelas “Mala Hierba”,  difícil de clasificar, ya que bien distinto es lo que dice, con lo que hace. Particularmente, creo incluso inadecuadas las palabras nobles que 
Baroja pone en sus labios, hacia el final de la citada novela, propias   de un ser de ideas y sentimientos superiores porque abogan por intereses también nobles para los demás, cuando, antes, se nos ha contado de su comportamiento  aberrante con los suyos propios y más inmediatos. El personaje, en fin, me resultó odioso. En la tercera de las novela, "Aurora Roja", el personaje vuelve a tener su protagonismo y a demostrarnos que es un incorregible. ¡Pensar que de éstos hay un montón sueltos por esos mundos de Dios!

Roberto Hasting. Esta figura es utilizada por Baroja  para dar  muchas de sus ideas y opiniones acerca de la voluntad, el trabajo y el sacrificio cotidiano, como medios para alcanzar todo aquello que se quiere. Roberto Hasting es una especie de ave rara a cuyo vuelo en solitario asistirá el lector en los dos primeros libros, La Busca y Mala Hierba. En "Aurora Roja", el tercero,  casi desaparece, con muy ocasionales entradas en escena. Pienso que para entonces a Baroja le interesó más sustituir este tipo humano de hombre bueno por otro menos práctico y más teórico representado por Juan.

Roberto Hasting será en muchas ocasiones el "padrino", o " hada buena" de Manuel. Le dará consejos sabios y también ayuda efectiva y económica en cruciales momentos. Baroja personaliza en Roberto, al individuo íntegro y laborioso, de criterios y convicciones firmes ; que basa en la obra diaria, en el esfuerzo continuo y metódico, en el cotidiano sacrificio, la manera única y eficaz de alcanzar lo que se quiere, es decir, una gimnasia de la voluntad (La busca, p. 144; Mala hierba, p. 18).

En la trilogía de novelas, lo que Roberto persigue es el reconocimiento legal de sus derechos. El de sus hermanas y suyo a una herencia; y, lo consigue. Reproduzco algunas de las las frases más significativas para comprender lo que la  idea de la gimnasia de la voluntad encierra:

"Se necesita más voluntad para vencer los detalles que aparecen a cada instante que no para hacer un gran sacrificio o para tener un momento de abnegación. Los momentos sublimes, los actos heroicos, son más bien actos de exaltación de la inteligencia que de voluntad (...) pero ¿sería capaz de llevar a cabo una obra diaria, de pequeñas molestias y de fastidios cotidianos? Sí, me dije a mí mismo...”“Desde entonces (trabajé) con una constancia rabiosa.” (pág. 144, La busca)

Siempre hay trabajo si se quiere. Pero hay que querer(...) no deseas más que vegetar de cualquier modo; pues ni eso conseguirás si te reúnes con los que vienen aquí …, además de vago, concluirás en sinvergüenza.”

(...) cuando un hombre no puede comprender nada en serio, cuando no tiene voluntad, ni corazón, ni sentimientos altos, ni idea de justicia ni de equidad, es capaz de todo. Si estas gentes tuvieran un talento excepcional, podrían ser útiles y hacer su carrera, pero no lo tienen; en cambio, han perdido las nociones morales del burgués, los puntales que sostienen la vida del hombre vulgar(...) hay que ejecutar lo que se ha pensado, lo que se ha sentido, y para eso se necesita el trabajo diario, constante.(...) Esos quieren hacer de golpe y porrazo una obra hermosa y no hacen más que hablar y hablar.(...) tienen la ventaja de estar en la corriente, se conocen unos a otros, conocen a los periodistas, y, amigo, la prensa hoy es una fuerza bruta
 (pág. 17 y 18, Mala Hierba)  

Aurora Roja”,  es , como ya dije,  la tercera y última de las novelas de la trilogía que componen "La lucha por la vida". ¡Qué amargor! En ella aparece un nuevo y capital personaje, Juan, el hermano menor de Manuel, un ex seminarista, al presente un artista - escultor y  un convencido anarquista . Con la introducción de este personaje, las cuestiones sociales y políticas ganan protagonismo y dejan, en mi opinión, en un muy segundo plano las historias personales, el mundo doméstico y cotidiano de los tipos humanos que componen la novela.

No me gustó. Hay, para mi gusto,  demasiados textos sobre 
doctrinas anarquistas, socialistas y republicanas. Se consumen lecturas y más lecturas en las explicaciones sobre las distintas disquisiciones y tendencias anarquistas y seudo anarquistas. Así como las controversias y diferencias existentes entre ellos y sus facciones. Particularmente, me hubiese gustado un poco más de "amor", creo que más “cariñitos” entre la Salvadora y Manuel, no hubiesen sobrado. Algunos de estos pasajes y capítulos reconozco que lograron despertar mi interés no sólo por el relato de acontecimientos históricos y de detalles sobre sus protagonistas, sino por las afirmaciones y comentarios que Baroja coloca en boca de sus personajes para hablar de la actualidad política y sobre determinados personajes e instituciones públicas del momento. Como, por ejemplo, los que se pueden leer sobre lo que Baroja llama el tipo del republicano español, en la p.111:

“...odian a los aristócratas, porque no pueden ser aristócratas; se las echan de demócratas, y les molesta todo lo plebeyo; se las echan de héroes, y no han hecho ninguna heroicidad; se las echan de Catones, y el uno tiene casa de juego; el otro, una taberna... ¿Rediós! Así es muy fácil ser austero...Luego son todos absolutistas..., y toda su emancipación consiste en dejar de creer en el Papa para creer en Salmerón o en cualquier fabricante de frases por el estilo...(...) nos odian porque ya discurrimos sin necesidad de ellos" En la misma p.111 y más adelante refiriéndose al Congreso y al Senado, respectivamente, se lee:- ...habéis visto la jaula de monos del Retiro?...pues una cosa parecida...Uno toca la campana, el otro come caramelos, el otro grita...- ¿Y el Senado?...Esos son los viejos chimpancés...muy respetables.

También merecen una lectura las págs.152 y 153 en las que se habla de las diferencias entre anarquistas y socialistas, y entre los partidos obreros y burgueses para llegar a la afirmación siguiente: "La diferencia entre estos partidos y las agrupaciones de la burguesía, estaba, más que en las ideas, en los hombres" (Y yo tras la lectura de esta   sentencia,   reflexiono  ¡qué verdad más grande!

El mundo de la (in)justicia.El mundillo de los tribunales de justicia, con sus jueces, escribanos, curiales, procuradores, aguaciles, confidentes, etc. no contaba con la aprobación de Baroja. Le era antipático por su manifiesta parcialidad e ineficacia. Conclusión a la que he llegado al recordar algunos de los capítulos de “Mala Hierba” y de “Aurora Roja”. Así como las afirmaciones puestas en boca de alguno de sus personajes o directamente expresadas en el texto de la novela. Como por ejemplo, cuando incluye entre "los oficios de los indecentes" (“Mala Hierba”, p.47) a los curiales.(2) Por cierto, también están aquí incluidos los oficios de corredores de bolsa, los prestamistas, los policías y los revendedores. ¡Qué fino hilaba Pío Baroja! Pero lo que a mí me sorprende es que la ficción de Baroja, alusiva - repito una vez más - a la España y al Madrid de finales del XIX, tenga tantas, desgraciadamente, coincidencias o parecidos con la realidad de la España del presente. Veámoslo, pues:

En Mala Hierba, en su capítulos V y VI leemos como es publicada por la prensa la noticia de un delincuente común,
"el Bizco, un pájaro de cuenta, procesado por dos robos, lesiones y presunto autor de una muerte cometida" que está suelto y en busca y captura porque ha vuelto a matar ...

Posteriormente, leeremos acerca de los problemas de un juez ordinario para arbitrar la justicia tal como él la entiende y de cómo, finalmente, el testimonio inicial dado por Manuel, es cambiado y simplificado para que otros sinvergüenzas implicados en el asunto, pero influyentes y poderosos, no se vean involucrados.

Pero no acaban aquí los parecidos, en "Aurora Roja" vuelve 
Baroja a dedicar algunos otros capítulos de su ficción a la dama de la toga negra, es decir, a la Audiencia y tribunales de más alta instancia de Justicia del país. Así leemos en la p.133:

"Hay en Madrid un palacio con grandes salas y largas galerías (...); una vieja dama de gran alcurnia, que ejerce una de las funciones más importantes y severas de la sociedad. Esta vieja dama viste toga negra, cala birrete, también negro, habla gravemente, y, entre las imágenes del Cristo, administra a diestro y siniestro reprimendas y castigos. Antes en el Olimpo, era una severa matrona con los ojos vendados; ahora es una vieja arpía, con la vista de lince, el vientre abultado y el estómago sin fondo. En el Olimpo esta dama discurría y estaba rodeada de inmortales; ahora en vez de discurrir, tiene un libro con más interpretaciones que la Biblia, y en vez de personas dignas a su alrededor, está rodeada de curiales, alguaciles, escribanos, delatores,(...)HOMBRES BUENOS, ABOGADOS DE FAMA Y ABOGADOS DE POYETE...,una larga procesión de sacacuartos y escamoteadores, que empieza muy alto y acaba en el verdugo..."


  
La lucha por la vida (prototipos)  Muchos y variados son los personajes que desfilan en esta trilogía. Unos cuantos se repiten, apareciendo en los tres libros(La Busca, Mala Hierba y Aurora Roja). Los hay de todas las extracciones sociales. Diferentes tipos humanos, femeninos y masculinos y hasta de distintas etnias, (anglosajones, mestizos, judíos, filipinos...). Desde luego, buenos y malos, justos y golfos, honrados y tramposos y las más variadas clasificaciones que queramos hacer de las personas que pueden conformar un grupo social cualquiera. Hoy citaré sólo los que a mí me han parecido positivos y por ello dignos de destacar como: los Aristones, los Rebolledo, don Alonso, la baronesa de Aynant y su hija Kate, el sefardí Jacob y su familia, don Custodio, la Salvadora, Roberto Hasting. Y Karl, el alemán de la panadería. No incluyo entre éstos a Juan, hermano de Manuel, porque es de todos los personajes el que creo menos verosímil, el más ficticio de las criaturas creadas por  Baroja. Los otros citados considero que Baroja los pudo "sacar" de la realidad que le rodeaba, pues el escritor vasco vivió mucho tiempo en Madrid  donde regentaba una panadería heredada de un pariente. Cito estos detalles para resaltar el carácter  realista de “La lucha por la vida,” Trilogía de  novelas, que describe el Madrid de finales del XIX, hoy – desde luego- muy lejano. Entonces en una España inmersa en la crisis del 98, y fin de su era imperialista, perdidas ya sus últimas colonias, CubaPuerto Rico Filipinas. Los ambientes generales, allí descritos, son de miseria, precariedades múltiples, y hambre- mucha hambre. Condiciones de vida durísimas. Puede que hoy,  afortunadamente, estén superadas y quizás sean casi inconcebibles, excepto para y por esa muchedumbre de inmigrantes de todas partes del mundo que de unos años para acá llegan a España y habitan en barrios y cascos antiguos de nuestras ciudades. Algunos de ellos, en situaciones y circunstancias acaso muy parecidas a las descritas por Pío Baroja para los suburbios de Madrid de los albores del XX.
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(1) Punción epidular: Aquí hago un inciso para hablar de una cuestión leída, aunque no recuerdo dónde, acerca de las advertencias médicas a las mujeres en edad fecunda de no tatuarse las zonas lumbares, porque ello podría impedir la aplicación de la controvertida anestesia epidular . En este punto, conocidos los efectos colaterales que una punción indebida de la epidural puede traer, creo que las mujeres que hayan tatuado su zona lumbar,  tengan en esta “pinturita” un escudo salvador. Por cierto, es una cuestión de la que no se habla lo suficiente y con claridad. Toda mujer que se someta a esta práctica debería estar bien informada de todas las posibles consecuencias adversas que puedan derivarse de ella. A este respecto, pienso que la Sanidad Pública debería emprender algún programa divulgativo. Y no ceñirse, como hasta ahora, a obtener la firma de la paciente, liberando a centros médicos y facultativos intervinientes de cualquier responsabilidad.

(2) Curial, significado
adj. Relativo a la curia, y esp. a la romana.
m. Empleado subalterno de los tribunales de justicia, o que activa en ellos el despacho de los negocios ajenos.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

(3) Grafitis .La época en que esta novela está ambientada es la de las últimas décadas del XIX y Baroja ya nos anticipaba de la existencia de esos artistas del mundo suburbano y periférico de las grandes ciudades. Algunos de ellos, creo, verdaderos artistas. No incluyo ni me refiero, quede claro, al gamberro que se dedica a pintarrajear, ensuciando  las fachadas limpias de casas y edificios. Haciéndolo, al parecer, con mayor placer, en las que están recién pintadas.

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