miércoles, 5 de marzo de 2008

Leyendo a Jane Austen

El domingo empecé la lectura de “Orgullo y prejuicio”. Obra escrita por Austen con sólo veintidós años. Me asombra la madurez que refleja a tan temprana edad, así como el conocimiento profundo de temperamentos y prototipos humanos. Hace unos años, leí otra de sus obras, "Sentido y sensibilidad”. Ésta creo fue llevada al cine. En ambas, sus protagonistas son jóvenes casaderas. Los dilemas planteados surgen por los convencionalismos sociales y económicos. Resulta asombroso que un país como Gran Bretaña tuviera leyes tan injustas para las mujeres cuando sus ordenamientos jurídicos fueron precursores de ideas y doctrinas que inspiraron los derechos del hombre y del ciudadano defendidos por la Revolución Francesa de 1789. ¡Qué paradoja!

Mi asombro aumenta,según avanzo en la lectura,  por los ya citados,  conocimiento y experiencia sobre prototipos humanos,  mostrados por Jane Austen. Así como de su manera de ilustrar las características de éstos con hechos que nos hacen ver, con claridad, la virtud o el defecto en cuestión. Mi admiración crece aún más al recordar su juventud, y el modesto entorno familiar, padre clérigo y numerosos hermanos, en que se desenvolvió. Por otro lado, ¡jamás salió de ese ambiente!

Austen aprovechó su obra para denunciar la injusta situación de la mujer en el tema de legados y contratos matrimoniales. Injusticia grave pues, en aquel entonces, el único futuro deseable por aquellas mujeres era el matrimonio. Cualquier tipo de matrimonio, ya que una buena educación e inteligencia no les aseguraba nada. Así pues, me resulta reconfortante pensar que la mujer, al menos las de países de cultura occidental, hayan y puedan superar situaciones, de hecho y de derecho, tan injustas y discriminatorias.

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